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Daniel Ortega, de la Revolución Sandinista a la democracia de papel

Por Staff Códice Informativo - 04/11/2016

Tras anular a prácticamente toda la oposición, Daniel Ortega buscará su cuarto periodo presidencial en una Nicaragua sin opciones

 Daniel Ortega, de la Revolución Sandinista a la democracia de papel

Cuando en 1963 Daniel Ortega Saavedra abandonó sus estudios en la Universidad Centroamericana de Managua para unirse al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), en Nicaragua gobernaba Luis Somoza Debayle, hijo del dictador Anastasio Somoza García, quien gobernó el país en dos distintos periodos durante 16 años.

Luis Somoza dejó el cargo ese mismo año, pero su dinastía mantuvo el poder en Nicaragua hasta 1979, cuando la Revolución Sandinista triunfó, depuso a Anastasio Somoza Debayle, hermano de Luis, e impuso la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional.

De esta junta ya formaba parte un joven Daniel Ortega quien, con 34 años, era uno de los líderes del sandinismo. En 1985, Ortega ganó las elecciones y gobernó, en solitario, durante cinco años hasta que, en 1990, fue derrotado por Violeta Chamorro, opositora de la Revolución Sandinista, la cual, a lo largo de 11 años fue protagonista de una de las épocas más oscuras de Nicaragua. Para entonces, Daniel Ortega ya había gobernado, primero como parte de la junta y posteriormente en solitario, durante más de 10 años.

En 2007, un maduro Daniel Ortega de 62 años volvió a ganar las elecciones, con una polémica reelección en 2012, pues aunque la Constitución de ese país prohibía la reelección consecutiva, la Sala Constitucional de la Suprema Corte de Justicia declaró inaplicable el artículo 147 y, hasta hoy, Ortega gobierna Nicaragua.

 

Veinte años en el poder… y contando

En cuatro diferentes periodos, tres en solitario y uno como parte de la junta, Daniel Ortega ha estado en el poder durante 20 años. Ni siquiera los Somoza, padre e hijos, estuvieron tanto tiempo en el poder cada uno. A pesar de esto, Ortega Saavedra está en camino de gobernar por cuarto periodo en solitario el país. El que alguna vez luchó para derrocar a la dinastía Somoza, busca un nuevo periodo de cinco años con el acumularía, en 2022, un total de 25 años en el poder. La elección se celebra el próximo 6 de noviembre.

Esta situación ha generado una ola opositora en el país centroamericano que ha chocado contra la maquinaria de Estado que pretende, si no imponer, al menos sí facilitar la estadía de Ortega en el poder.

 

Golpe a la oposición y anulación de candidaturas

En el contexto de la elección para presidente de Nicaragua, Eduardo Montealegre y Luis Callejas son dos opositores protagonistas que, sin embargo, no estarán en las boletas electorales.

Montealegre es… o era, líder del Partido Liberal Independiente (PLI). El Tribunal Supremo de Nicaragua le quitó la representación legal de su partido y, posteriormente, la Corte Suprema Electoral destituyó a los 28 diputados opositores, 16 titulares y 12 suplentes, pertenecientes al PLI y al aliado Movimiento Renovador Sandinista, pues estos desconocieron al nuevo líder Pedro Reyes. Así, la Asamblea Nacional de Nicaragua se quedó sin oposición apenas a finales del pasado julio, poco más de tres meses antes de la elección.

Por si esto fuera poco, la Corte Suprema de Justicia de Nicaragua anuló la candidatura de Luis Callejas, quien era el rostro de la Coalición Nacional por la Democracia, un movimiento opositor del que era principal miembro el PLI, antes de que su dirigencia cambiara de manos.

En resumidas en cuentas, solo meses antes de la elección, desde los aparatos judiciales del Estado, la oposición recibió tres golpes mortales: contra la dirigencia del principal partido, contra los diputados y contra el candidato a la presidencia. Ante este escenario, la Coalición Nacional por la Democracia emprendió lo que llama una lucha cívica, y abandonó el proceso electoral.

 

En solitario, pero junto a su esposa

Sin oposición real, el próximo 6 de noviembre Daniel Ortega buscará reelegirse por tercera vez consecutiva como presidente de Nicaragua. Junto a él se postula un personaje muy peculiar: su esposa Rosario Murillo. La primera dama del país, con un pasado como guerrillera en la Revolución Sandinista y como poeta, busca un nuevo espacio junto a su esposo, pues de ganar las elecciones será la vicepresidenta del país, un hecho que ahondó las críticas de la oposición nicaragüense.

Actualmente preside el Consejo de Comunicación y Ciudadanía del Poder Ciudadano de Nicaragua, y es asesora en Comunicación y Prensa del FSLN. Es un secreto a voces que la influencia de Rosario Murillo en las decisiones de Daniel Ortega es enorme, y el propio presidente lo ha aceptado públicamente en más de una ocasión.

Ahora, en caso de ganar las elecciones, su influencia será formal y no solo anecdótica, y al ser unos años más joven que Ortega, sería seguramente una carta importante para suceder a su esposo en 2022, cuando la edad hará estragos en el experimentado político y otrora guerrillero. Tal vez, como fue con los Somoza, los Ortega también se conviertan en un gobierno dinástico.

 

Una elección amarrada

Tras debilitar por todos sus frentes a la oposición, Daniel Ortega competirá contra otros cinco candidatos, cuyo papel en la política es poco importante y más bien sirven como agentes legitimadores de una elección que parece estar definida desde el poder.

Serán 3.4 millones de nicaragüenses quienes irán a las urnas el próximo 6 de noviembre. Seguramente, y ante la pasmosa falta de opciones, la mayoría de ellos pedirá la reelección del presidente Daniel Ortega, un revolucionario que luchó contra una de las dinastías dictatoriales más importantes en la historia de Latinoamericana, y que hoy, junto a su esposa, pretende llegar al cuarto de siglo en el poder.


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