Procesion del Silencio arranca desde el templo de la Cruz
La tradición inició en 1966, con el padre franciscano Ernesto Espitia, con la participación de 36 personas.
La Procesión del Silencio en el convento de La Cruz, tradicional celebración católica que se lleva cada año los viernes santos, llevó a cabo su edición número 49 con la devoción que caracteriza a los feligreses que toman parte de ella. Miles de fieles se congregaron alrededor del convento y sobre las calles Felipe Luna, 5 de mayo, Pasteur, Reforma, Ángela Peralta y Corregidora, por donde pasó la procesión. La tradición inició en 1966, con el padre franciscano Ernesto Espitia, aunque en ese entonces se realizaba sólo en la plancha del convento, con la participación de 36 personas. En total participaron 12 hermandades, entre las que están los Niños del Catecismo, las hermandades de El Señor de la Columna, de El Señor Nazareno, de El Señor de la Cañita, de El Señor de Esquipulas, de la Madre de los Dolores, de San Juan, de El Señor del Santo Entierro, de la Santa Cruz de los Milagros y de la Asociación de El Señor de la Piedad, así como de otros templos como Santa Ana, Soriano y el Retablo. Con capuchas de diferentes colores, de negro, gris, rojo y púrpura, cada hermandad acompaña a Cristo en su dolor, en imágenes que asemejan la Pasión de Cristo. Además, de manera opcional, aunque casi todos optaron por eso, los penitentes utilizaron cadenas atadas a sus tobillos, que fueron arrastrando por todo el camino. Durante todo el recorrido, turistas y fieles dieron cuenta de los encapuchados respetando el silencio que caracteriza la tradición religiosa. Desde horas antes, muchas personas colocaron sillas sobre la banqueta para de formarse en filas interminables con la intención de ver a los penitentes pasar. Cerca de la 8:30 de la noche, la procesión llegó a su final, con el arribo de las 12 hermandades participantes nuevamente al Templo de la Cruz. A pesar de ello, la verbena popular no terminó por que sobre la plaza, decenas de puestos ambulantes atendieron a todos los hambrientos y sedientos que dedicaron algunas hora para recordar la Pasión de Cristo.