Transeúnte, no hay camino
En la opinión de Itsi Alveano, colaboradora de Mujeres en Bici A.C; miembro de la Red Nacional de Ciclismo Urbano
Actualmente las ciudades mexicanas están orientadas al automóvil, seguimos basándonos en el modelo obsoleto norteamericano de vías rápidas, aun cuando está más que probado que ese modelo no funciona. Seguimos poniendo letreros con la frase “más carriles, menos tiempo” cuando está demostrado que más vías no son la solución al tráfico vehicular. Seguimos diciendo que más vialidades ayudan a mejorar la calidad de vida cuando que está comprobado que los segundos pisos lo único que hacen es segregar y generar guetos. Una vía rápida fractura una estructura urbana generando una cicatriz que nunca sana. Imaginemos que era normal cruzar una calle (a pie) y de pronto te encuentras con un muro que te delimita. La trama urbana, la trama de barrio que se genera entre vecinos de un lado a otro se ven perdidos cuando una vía rápida viene a dividirlos.
Existe un concepto que se denomina “Paradoja de Braess” la cual dice que al agregar mayor capacidad a una red puede reducir el desempeño de toda la red. El trabajo original de Braess mostraba una situación paradójica, en la que la construcción de una vía adicional, llevaba a que, con la misma demanda de tráfico, los tiempos de viajes para todos los usuarios de la red aumentaban. Esto va ligado a otro concepto que se denomina Demanda Inducida que dice que las autopistas urbanas no se pueden expandir suficientemente rápido para alcanzar al tráfico que aumenta, pues además cada expansión atrae a más automovilistas que crean aún más congestión y demandan más carriles, ad infinitum. En otras palabras: El tráfico vehicular funciona como funcionan los gases, se adaptan, ocupan la totalidad del recipiente o espacio que los contiene.
Durante todo el siglo pasado nos han vendido el carro como un sinónimo de status, como un mecanismo para identificar tu éxito económico y laboral. Ahora hay un nuevo urbanismo, que los carros no son primero, que lo primero son las personas, que las autopistas urbanas no van a resolver el tema de movilidad. Hay muchísimos ejemplos de buenas prácticas que son casos de éxito resolviendo este tema.
Ahora los centros de las ciudades los están descongestionando de automóviles y le están inyectando transporte público, ciclovías, calles peatonales y parques para que la gente camine. Ahora se está invirtiendo más en transporte público eficiente, con carriles exclusivos y paradas establecidas que permiten a los usuarios llegar más rápido a su destino. Ahora se invierten en calles en donde sólo se permite la circulación peatonal dignificando al peatón. Ahora se invierten en proyectos como la “zona 30” que permite un tránsito seguro para todos los usuarios de la vialidad y protege a los más vulnerables.
Ya hemos comenzado a actuar a favor de ciudades humanas pero aún nos queda mucho camino por andar. Un ejemplo de cómo todavía no pensamos en Ciudad Humana es que no se aprobó por parte de nuestros diputados federales, ninguna partida para movilidad no motorizada ni para cambio climático dentro del presupuesto de egresos federal para el 2014. Aún nos queda camino, pero como dice Joan Manuel Serrat: Caminante, no hay camino, se hace camino al andar.