Astillero/Julio Hernández López/La Jornada
Cuarenta y ocho horas después, todo pareció lo que siempre había sido (hasta el sábado negro sexenalmente inaugural). Gritos, consignas, pancartas, proclamas, denuncias, enjundia y […]
Cuarenta y ocho horas después, todo pareció lo que siempre había sido (hasta el sábado negro sexenalmente inaugural). Gritos, consignas, pancartas, proclamas, denuncias, enjundia y creatividad, entre la maraña de vigilancia integrada por agentes encubiertos, infiltrados e informantes, policías uniformados, escudos y toletes preventivos. Sin incidentes ni destrozos. Cero violencia.