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¿Por qué la gente no deja de ejercitarse de manera ridícula?

Por Reforma 140 - 01/09/2020

Las ideas expresadas en las columnas, así como en otros artículos de opinión, no necesariamente corresponden a la línea editorial de Códice Informativo, y solo son responsabilidad del autor.

En el Cerro de las Campanas, cerca del 95% de los que acuden a ejercitarse lo hacen de manera tradicional: una estirada por aquí, una sentadilla por allá, algunos trotando y otros corriendo, pero nadie (casi) fuera de la norma

 ¿Por qué la gente no deja de ejercitarse de manera ridícula?

Foto: Especial

Por Raúl Mendoza

Tal vez usted las ha visto en el gimnasio, en la calle o en algún parque, son personas que salen del molde porque tienden a ejercitarse en formas que son sumamente ridículas, en el mejor de los casos, y peligrosas en muchos otros.

Esta conducta no es un secreto. Por las redes rondan miles de videos en los que personas -cuyas motivaciones yacen bajo el velo del misterio-, hacen ejercicio de manera estrafalaria.

Sobre esto reflexionaba el día de ayer que fui a correr al Cerro de las Campanas, un lugar en donde cerca del 95% de los que acuden se ejercitan de manera tradicional: una estirada por aquí, una sentadilla por allá, algunos trotando y otros corriendo, pero nadie fuera de la norma.

Así también acostumbró correr: de forma gris y sin sobresaltos. A saber, lo usual: un paso después del otro, y así hasta completar mi ritual de 4 kilómetros, que es poco, pero es trabajo honesto.

Sin embargo, esta filosofía parecía no empatar con una chica que hacía una especie de desplantesentadilla sobre una banca de la zona: con una pierna sobre la banca y otra sobre el suelo, hacía un tremendo esfuerzo por mantener el equilibrio y subir hasta erguirse a un solo pie sobre la estructura de metal, y posteriormente regresar a la posición original.

Todo bien, si no fuera porque cada movimiento le llevaba como 15 segundos hacerlo, y es que no era fácil. La banca estaba muy por encima de su rodilla y hacer el viaje del suelo a los aires era, sin duda desafiante. Es así que, según mis cálculos, la mujer hacia unas 4 repeticiones por minuto. ¿Una serie?, 4 minutos totales.

Desconozco los beneficios de este tipo de ejercicio, pero sin duda, me preocupa la economía del tiempo, y la relación costo-beneficio, lo cual, me llevó a preguntarme: ¿no hubiera sido más provechoso hacer sentadillas y desplantes de manera tradicional? Hubiera sido menos vistoso, pero, seguro, más efectivo a la hora de fortalecer piernas y glúteos.

En alguna otra ocasión, en esta misma zona, recuerdo a un sujeto que se mantuvo corriendo la mayor parte del tiempo de espaldas. El Cerro de las Campanas, como su nombre lo indica, tiene cuestas bastante pronunciadas en algunos tramos, sin embargo, esto no lo llevó al desánimo e incluso en las subidas intentaba correr hacia atrás, a pesar de que en más de una ocasión estuvo a punto de caer.

Está de más explicar los riesgos de ejercitarse de manera inadecuada, pues un mal paso o movimiento puede resultar en un esguince, un desgarre o hasta una fractura. Aunque, afortunadamente, la mayor parte de las veces solo quede en una escena chusca.

En fin, las personas son libres de quemar calorías como mejor les convenga, y eso siempre será mejor escenario que el sedentarismo, mal al que muchos nos hemos enfrentado en alguna parte de nuestra vida. Y, desde una perspectiva optimista, tal vez todos aquellos que se ejercitan lejos de la ortodoxia, no son más que un alegre recuerdo de aquella máxima histórica que asegura que “el fin justifica los medios”.

Reforma 140

Espacio de catarsis para el equipo editorial de Códice Informativo


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