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Historias energizantes

Por Ana Noriega - 20/03/2017

El escritor David Martínez habla sobre su primer libro, una recopilación de cuentos titulada ‘Energía Potencial’

 Historias energizantes

Foto: A. Noriega

En poco tiempo he aprendido a admirar a David Martínez. Nuestra camaradería comenzó hace alrededor de un año cuando llegó a trabajar como editor del portal Códice Informativo y, unos meses más tarde, a redactar colaboraciones para esta revista. Ya fuera una crónica comisionada sobre la pobreza o una diatriba personal sobre la proliferación de los memes en internet, al leer el trabajo de David, o Facha como se le conoce comúnmente a este personaje, mi reacción siempre ha sido positiva. Fue natural que me entusiasmara el pasado noviembre, cuando me dijo que iba a presentar su primer libro de cuentos en la UAQ.

Los cuentos de Energía Potencial, título del libro, me produjeron un sentimiento extraño ¿cómo es posible que una historia en la que los temas centrales son la Navidad y la pedofilia me parezca tan hilarante? Con toda su irreverencia -principalmente por ella- los textos me atraparon y pude encontrar algo de universalidad en ellos; un padre recoge a su hijo después de una fiesta, una niña que se sienta en el regazo de su abuelo, un grupo de estudiantes universitarios echando desmadre, ¿cómo no encontrarse con estos personajes que aparecen en los cuentos? 

«Casi todos mis personajes o son perdedores, o son personajes a los que no les pasa nada […] por eso es Energía Potencial, que en física es la energía que todavía no se gasta, que nada más es potencia y todavía no es acto […] a los personajes no les ha pasado nada realmente y por lo tanto están esperando el momento de estallar, aunque eso yo no lo manejo en mis relatos como tal», me contó el autor en entrevista.

La historias son, de acuerdo con David, una crítica a la clase media y sus vicios, contexto en el cual él creció y del que se tuvo que distanciar para producirlas, «es un libro escrito con mucho coraje, con mucha rabia […] crecí en una familia de la clase más media imaginable, el arquetipo de familia, no solo mexicana, sino americana; éramos mi papá, mi mamá, dos hermanas menores, siempre hemos tenido perro, es esta imagen idílica del paraíso familiar […] y yo crecí en este entorno que tiene características sociales muy definidas; es un entorno conservador, hasta ñoño en cierto aspecto». Para el escritor, la irreverencia de su crítica radica en un aspecto muy simple:

«cuando te educan bajo la perspectiva de que tienes que crecer como un mono entrenado para agradarle a los demás y ser alguien en la vida, lo natural es que explotes y decidas ser irreverente».

Sospecho que Facha es una de esas personas que detestan los dichos populares, sin embargo hay uno en específico que le viene muy bien a su situación: nadie es profeta en su propia tierra. Aunque se lo han pedido, aún no ha compartido su libro con su familia. Es, hasta eso, un irreverente reservado; «no quiero problemas en mi casa» confesó, «pero sí hay cierto sector al que lo que quiero es espantarlo, básicamente, sí hay gente que me gustaría que lo leyera y dijera ‘¡ay no, qué horrible! ¿Por qué a alguien se le ocurre eso?’ Fíjate nada más lo pussy que estoy siendo».

Aunque David considera que sus cuentos están categorizados en el género de la tragedia, la retroalimentación de sus lectores, la mayoría jóvenes menores de 25 años, le ha permitido tener también una perspectiva cómica de los mismos, aún cuando en estos se abordan temáticas como el feminicidio y el bestialismo, por mencionar algunas. Después de todo la esencia del humor radica en poder sobrellevar los aspectos más oscuros de la vida, y esto el autor lo tiene muy claro.

A lo largo de la última década se ha registrado una efervescencia literaria-editorial en la ciudad de Querétaro, con el surgimiento y progresiva consolidación de jóvenes autores de narrativa, drama y poesía, aunados a los editores casi artesanos que publican, entre otros autores, al catálogo local, que, a fuerza de encontrarse en concursos, eventos culturales y tertulias varias, han terminado por formar una ‘literatura de Querétaro’. Sin embargo David Martínez ha preferido no incorporarse formalmente a esta escena, no por animadversión -la mayoría de los escritores que pertenecen a esta son sus amigos- sino por un deseo de mantenerse raro.

«Eso te permite hacer relación con las personas, observar a las personas desde afuera y también evitarte ciertos compromisos. Soy una persona, debo reconocerlo, que desde chico tengo muchos problemas para comprometerme […] con algo más allá de mis intereses personales y he perdido amistades y relaciones amorosas por eso […] yo nunca termino de abrirle mi vida a las personas» me dijo y evocó a Vila-Matas, autor de su predilección: «hay que ser como máquinas solteras».

El placer derivado de la soledad se asoma en los cuentos de Energía Potencial, en la propia soledad de los personajes: «tu escribes de lo que te es significativo […] esto no quiere decir que te abstengas de escribir sobre lo que no conoces en términos empíricos, pero sí que escribas desde tu experiencia, desde lo que te es significativo». A pesar de esto, Facha admite que ahora no se reconoce en el David que escribió ese libro por allá del 2013, «me gustaría reconocerme, porque ese David a lo mejor escribía mamadas, pero por lo menos escribía, tenía el valor de decir voy a escribir esto, y lo voy a publicar y voy a hacer que lo lean», dijo también ser malo para promocionarse, pero sentirse definitivamente deseoso de ser leído.

Energía Potencial fue publicado en septiembre de 2016 por la Editorial Montea, con sede en León, Guanajuato, como parte de la colección ‘La culpa la tiene el Bajío’. El último ejemplar de su primera edición, aunque de modesto tiraje, se vendió durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, según me dijo Adrián Martínez, el editor, en dicho evento. 

En la presentación del libro en la UAQ, la maestra Edita Solís Hernández describió a Facha como uno de los «pequeños monstruos que salen de la universidad; monstruos intelectuales, monstruos devoradores de libros, monstruos irreverentes de los cuales a mi me hubiera gustado ser uno». No dio muchos detalles, pero al final de la entrevista el monstruo me dijo que su próximo trabajo narrativo será una novela.


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