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Doña Conchi no abandona a los migrantes, a pesar de haber caído presa

Por Staff Códice Informativo - 29/04/2014

Fue acusada de ser “pollera” en el pasado y estuvo más de dos años en prisión.

 Doña Conchi no abandona a los migrantes, a pesar de haber caído presa

Ella vive en El Ahorcado. A las faldas de las vías del tren. A pesar de su humilde morada, “La Samaritana” como le conocen en Centroamérica, facilita agua, comida, techo y hasta atención médica, auxiliada de una enfermera, quien de forma altruista le ayuda a atender a los migrantes que pasan por Querétaro, con el sueño de llegar a los Estados Unidos de América.

Nunca ha sido fácil ponerse del lado del ser humano. No lo es hoy, a falta de recursos, y no lo fue el 9 de marzo de 2005, cuando María Concepción Moreno Arteaga, mejor conocida como Doña Conchi, fue detenida por agentes de la desaparecida Agencia Federal de Investigaciones (AFI), mientras le daba unos tacos a unos hambrientos hondureños. Fue acusada de ser traficante de personas, o como se le conoce en la jerga del migrante, de ser “pollera”.

“Porque tanto ellos como nosotros somos seres humanos, somos uno solo, no es porque estén muy retirados, pienso que tenemos los mismos derechos tanto ellos como nosotros, a apoyarlos, a ayudarles hasta para que consigan un trabajito y junten un dinerito para que se vayan para el norte, que es su destino de cada uno de ellos. Me han tocado de Honduras, El Salvador, verlos a ellos en su pobre casa, ahí llegan todos ellos. Ni modo que les diga que se vayan porque no son de aquí, no, hay que apoyarlos aunque sean esos negritos que no nos tocaba verlos, pero Dios nos pone a todos pruebas en el camino”, aseguró Doña Conchi.

Gracias al apoyo de activistas en Derechos Humanos y a la movilización social que se dio a raíz de su injusta detención, fue liberada el 31 de septiembre de 2007, al demostrarse su inocencia. Pasó dos años y medio encerrada en la cárcel. Hoy, participa junto a defensores de todo el país de las primeras jornadas de migración realizadas en Querétaro.

“Ya no los maltraten, ya no los golpeen tanto porque desgraciadamente les pegan mucho por ser migrantes. Los golpean, los hacen menos, por ser migrantes los discriminan, les dicen que son rateros, que son marihuanos o violadores, de todo los acusan, pero nadie se saben por qué se salen de sus casas”, reiteró.

A pesar de su nefasta experiencia, Doña Conchi no ha cesado en su vocación humana de ayudar a las personas que más lo necesitan. Nunca faltan tacos, una botella de agua, algún medicamento, cobijas, o un espacio para descansar antes de seguir el viacrucis que significa cruzar México antes de llegar al sueño americano. Sobre todo, a kilómetros de entrar al norte del país, el verdadera infierno. Donde los migrantes conocen como “tierra de zetas”.


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