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Los Ruidos del Poder

Por Staff Códice Informativo - 23/04/2012

Al periodista le llega con claridad ese estruendo del ejercicio del poder. Lo capta, lo dimensiona, lo comenta, lo escribe

 Los Ruidos del Poder

Nota del Staff: En unos cuantos días nuestro equipo publicará un trabajo de investigación sobre la política queretana. En ese sentido y con el fin de ir calentando motores y a propósito del Día Internacional del Libro nos permitimos presentar, con autorización del autor, algunos pasajes del libro “Los Ruidos del Poder” de Andrés González Arias, escritor del mismo y Sensei del staff de Códice Informativo.

Andrés González Arias es periodista de toda la vida, egresado de la escuela Carlos Septién García, catedrático en la Universidad de Guanajuato, analista político en radio y prensa escrita, además de premio estatal de periodismo en el año 2000.

Su libro publicado en diciembre del 2008 -actualmente agotado su tiraje- narra de forma precisa y detallada episodios de los sexenios de gobernadores queretanos desde Rafael Camacho Guzmán hasta Francisco Garrido Patrón y es por demás pieza indispensable en el análisis político de Querétaro.

Primera Entrega

El Poder

…El poder es algo que nos arroba, que nos debilita en nuestra raquítica humildad para tratar de pasar a un estrato superior. Es el impulso instintivo de querer ver por debajo a los demás. Es el indeclinable deseo de ser superior a los demás, semejante pues a Dios.

Y lo retamos y lo intentamos, a cada momento, a cada instante, desde siempre…

…Al fin hechos a imagen y semejanza de Dios hombre y mujer perseguimos obstinadamente, a través de nuestra corta existencia, ese sueño. El sueño del poder.

Y en la diversidad de este existe una constante: ser más que los demás.

…Del ejercicio del poder público pueden derivarse excesos o vicios. En esencia, el poder público es para servir a los demás. Se desvirtúa el concepto cuando se sirve del poder y viene una serie enorme de variables…

…En quien lo tiene, suelen ser los excesos su distintivo, en detrimento de las libertades de la sociedad, de sus derechos. Se vive entonces oprimido, sin libertada alguna, pues se corta la esencial, la libertad que tienen las sociedades a regular sus relaciones, a la ley. Solo en la ley se puede ser libre…

…El gobernante no por el hecho de haber sido elegido tendrá que ser en automático el más inteligente, el más sabio o el más prudente. De hecho, el poder público propicia con mayor evidencia la ausencia de estas virtudes. El poder público es un escaparate inmejorable para los vicios. Se hacen notorios y notables, públicos pues. Están dice el clásico, expuestos al Se hacen notorios y notables, públicos pues. Están dice el clásico, expuestos al “juicio de la historia”.

…En el político poderoso y hasta en el principiante es frecuente el engaño de la mente, en hacerle creer que es él y nadie más, el más listo, el más inteligente, por el hecho de haber llegado hasta donde está. Si a esto se le suma un sequito de voces y lacayos de oficio, el engaño termina por consumarse.

El embeleso del poder consiste en disponer de todo o casi todo, lo conferido en administración al Estado. La división de poderes es o al menos debería ser, la limitante más precisa, obligada. Sin embargo, las mas de las veces o son cómplices de excesos o bien tolerantes con tácitos derechos de prebendas. Así cada poder tiene sus tentaciones. Y sus vicios. Si bien distintos los unos a los otros, suelen ser tan graves en uno como en el otro.

“El único remedio para el poder, es el poder interior, es el saber que el polvo es polvo, y que no hay manera de convertirlo en Dios. El poder es una demencia que tiene que mantenerse con camisa de fuerza. Y esa camisa es el sentido de la realidad”.

La resonancia más común de estos excesos, es la opinión pública y de la opinión pública, la que se manifiesta por oficio es la del periodista. Otra resonancia fuerte, arrolladora, imparable por decreto, es el rumor, que llega a convertirse en la gangrena del poder…

…Aquí en México, el actor central de la obra se llama Presidente y en la obra que nos ocupa –y el lugar que es Querétaro- Gobernador o pretendiente de ese encargo.

Los gobernadores en los estados no solo son los hombres encargados del ejecutivo, sino que, en la práctica, son dueños de todo el poder, que igual quitan secretarios de su gabinete, que recomiendan coordinadores de su fracción en le legislativo, presidentes de su partido, o disponen, hasta por antojo u ocurrencia, de todos los cargos de segundo y hasta tercer grado en su gobierno, por “pecados tan graves” y por el solo hecho de no pertenecer a su Partido.

Y en la fila de los espectadores, una de las primeras butacas la ocupa – por necesidad obligatoria del oficio y sin presunción- el periodista. El ejercicio del poder y su abuso, es muy parecido al efecto que produce el vino. El borracho, en su alegría desbordada, piensa que todos andan como él y al relajársele la voluntad, vienen los desvaríos, las ridiculeces.

Todos los demás – los sobrios- somos testigos, detectamos los excesos del alcohol, del poder. Al periodista le llega con claridad ese estruendo del ejercicio del poder. Lo capta, lo dimensiona, lo comenta, lo escribe. Acá –contrario a lo que piensa el político- se oyen con nitidez los ruidos del poder. Y donde piensa que “no hay moros en la costa” existe siempre alguien que vio, alguien que escuchó. Así todos somos periodistas y testigos de la historia en el tiempo que nos tocó vivir.


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