Sangre y arena… Iván Fandiño

“...no quiero irme nunca, me quedaré en el recuerdo, en la mente, en el alma, donde nunca muera...”

Alguna vez,, no ha mucho, después de una cornada, IVAN FANDIÑO expresó estas palabras con las que inicio está triste columna; parecían premonitorias, este sábado 17 de junio en una plaza del sur de Francia, era cogido de fea manera por el toro Provechito; IVAN tomó su turno de quites en el burel de Juan Del Álamo y después de una chicuelina, cuando preparaba el capote para una segunda, el toro hizo por él y le tiro un gañafonazo que hizo que el coleta retrocediera trompicándose, lo que aprovechó el astado para alargar la “gaita” y enterrarle el pitón en el costado derecho. Le partió el hígado, el riñón, el pulmón y la vena cava, provocando un profuso sangrado de más de 3 litros de sangre torera; desde que llegó a la enfermería de la plaza, casi no tenía pulso, su estado era de extrema gravedad; ahí permaneció casi 1 hora, luchando los galenos por su vida, decidieron trasladarlo al hospital, pero en el camino fue declarado clínicamente muerto.

Todos los recuerdos del mundo se agolparon en las mentes y corazones de quienes le conocieron desde que inició en esta dura profesión y su lucha permanente para lograr un sitio y un nombre en los carteles; como él mismo decía: “piensas que los esfuerzos y sacrificios que has hecho por tu profesión van a venir más fáciles, y eso no es así, tienes que volver a tus inicios y saber bien de dónde vienes y lo que te ha costado llegar a donde estás y que debes ahora hacer el doble de lo que has hecho para mantenerte en ese sitio...” y remataba con una larga: “la facilidad no existe en esta profesión, la dificultad está todos los días, y hay que alcanzar el triunfo con la mayor dignidad posible...”

IVAN FANDIÑO BARROS nacido en septiembre de 1980 en Orduña, Vizcaya, ESPAÑA y fallecido en MONT-de-MARSAN FRANCIA en 2017; había tomado la alternativa en Bilbao en 2005; doce años apenas de haber derramado su tauromaquia en ruedos del mundo, derrochando valor, Arte y elegancia; lo recuerdo como un torero con ternos sobrios, bien rematados, de muy hermosos colores y que además le sentaban muy bien; era un torero con recia personalidad, con duende, sin ser gitano…

El cabello ensortijado, la patilla muy delgada, apenas dibujada en la mandíbula; la mirada profunda, los labios apretados en un gesto decidido; el terno teja y oro, ese que había portado con orgullo en otras tardes de triunfo, esta no sería la excepción, en su primero había cortado una oreja e iba por más en su segundo. Quién diría que la guadaña de la huesuda le cortaría el viaje y al mismo tiempo lo entronizaría en la gloria eterna; atrás quedaban las privaciones, las desdichas, las tardes interminables de maletilla, pero también quedaban las imágenes suspendidas de las tardes de triunfo, las de puerta grande con los apéndices en la mano y la alegría, la risa franca en el rostro, sonrisa de niño grande, de quien se ha salido con la suya…nunca más IVAN FANDIÑO, nunca más; nunca más esfuerzo constante y sinsabores, nunca más noches de insomnio la noche anterior a hacer el paseíllo, pero tampoco nunca más, los aplausos, el Olé estremecedor y los gritos de “torero, torero” y nunca más la entrega de la gente, lo mismo en Madrid, que en Sevilla; o en Bilbao o Granada; o en México, donde fuiste tan poco valorado por empresarios miopes.

Mientras el derramaba su sangre en el ruedo francés, en Granada triunfaba su íntimo amigo y colega “El Fandi” en postinero cartel con Andrés Roca Rey y el Maestro ENRIQUE PONCE, único coleta de ese cartel que sabía de la desgracia ocurrida lejos de ahí y que por respeto a sus alternantes guardó silencio y demudado salió a torear el 4o de la tarde, con el que no hubo suerte; Fandi haría faena y saldría con dos orejas del 2o de su lote; la alegría, tornaría en llanto abundante y tristeza infinita; no permitieron los triunfadores ser sacados en hombros de la plaza granadina en señal de respeto por el amigo y compañero caído…

En ese albero francés IVAN FANDIÑO, como cada tarde, se ofreció entero, sin dejar nada dentro de si, ni siquiera la vida….

Quizá su destino estaba marcado así; morir en el ruedo, rodar por la arena herido ante la sorpresa del cotarro y el dolor de sus alternantes…IVÁN el torero solitario, el que solía apartarse para estar a solas consigo mismo; el que dibujaba en su mente la faena entera en cuanto se abría la puerta de chiqueros y saltaba al ruedo el toro en turno; el sábado por la tarde, ese dibujo no contempló que el toro de Juan del Álamo tomaría 2 varas y que él haría ese quite, y que el animal se le vendría y el no podría quitárselo y que tropezaría y caería y que la res brava haría por el y metería su pitón en su costado arrancándole la vida; vida con la que pagó el precio de la gloria….

IVAN FANDIÑO dio todo por la tauromaquia, esa que está llena de vicios, de oportunistas, cuentistas y cabrones, pero que también está llena de grandeza, de majestad, de valores como la amistad, y llena también de verdad…

En su última tarde en los ruedos de el mundo terreno, ha dado Fandiño una clase de entrega absoluta, la misma con la que seguirá toreando en los alberos celestiales, ahora que con su sangre ha pagado el precio de ser leyenda…

Quizá en el cielo de los toreros estará partiendo plaza con Alberto BALDERAS, con MANOLETE, con PAQUIRRI y con José Cubero EL YIYO…OLÉ!!

Permítanme concluir esta columna-recuerdo para IVÁN FANDIÑO con una frase hermosa del torero gitano RAFAEL DE PAULA: “…Se torea a compás, como se baila y se canta, a compás, pero también como se vive, o ha de vivirse, a compás…”

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