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La pareja: cuando no me siento aceptado

Por Pamela Andrade Aguilar - 20/07/2022

Las ideas expresadas en las columnas, así como en otros artículos de opinión, no necesariamente corresponden a la línea editorial de Códice Informativo, y solo son responsabilidad del autor.

Si después de años juntos sigo luchando y luchando por cambiarte es que en realidad nunca terminé de aceptarte.

 La pareja: cuando no me siento aceptado

Foto: Archivo

Por Pamela Andrade Aguilar

En nuestro artículo anterior les compartía que la relación de pareja es esa trascendente unión, que despierta en nosotros todas las memorias de nuestra historia y nos pone cara a cara con el miedo, cara a cara con nuestras heridas, con las expectativas, creencias y compensaciones que hemos hecho a lo largo de nuestra vida para no sentir el miedo.

Las parejas que acuden conmigo a proceso terapéutico, inician el proceso por diversas razones, algunas de las que más coinciden son:

  1. Cuando no se sienten aceptados por el otro.
  2. Cuando no hay confianza suficiente.
  3. Cuando no se sienten respetados en sus límites o necesidades.
  4. Cuando no sienten reconocidos en la relación.
  5. Cuando se sienten traicionados.

Deseo atender cada uno de estos supuestos con ustedes, de una manera profunda. Identificar qué hay detrás de cada uno de ellos, cómo se relacionan con nuestras heridas y revisar alternativas para crear conciencia y trabajar en ellas.

Cuando no me siento aceptado por el otro

Cuando damos inicio a una relación, lo primero que está en juego es la aceptación del otro por mi persona: ¿Le gustará mi forma de ser? ¿Le caeré bien si digo esto? ¿Le seré atractiva o atractivo?

Este miedo al rechazo y la búsqueda de aceptación son muy evidentes al inicio de la relación, cuando todavía está en juego todo. Una vez que se da el enamoramiento entonces sentimos que somos plenamente aceptados por el otro y que el riesgo ha pasado.

Pero ¿qué pasa cuando el enamoramiento termina? La aceptación deja de tener esa capa de incondicionalidad en la relación para dejarnos ver que sí, en efecto habrá cosas nuestras que para el otro no son incondicionalmente aceptables. Y esta falta de aceptación sacará a la luz mi historia con la aceptación o el rechazo.

Carlos Macías en su libro Una breve teoría sobre el amor, nos dice que, al observar el desarrollo del niño, vemos que necesita un tipo de amor para cada etapa de la vida. Lo primero que necesita desde el momento de la concepción es sentirse aceptado, sentir que su llegada es bienvenida para mamá, que tiene un lugar en esta vida.

Si por cualquier circunstancia de vida de nuestra madre, esta aceptación no fue plena, la herida emerge, con mayor o menor grado. En primera instancia emerge en nuestra aceptación o rechazo hacia nosotros mismos: nos decimos que habrá cosas que tenemos que cambiar para ser felices, cambiar para ser amados, para ser “mejores”, para lograr tal o cual cosa y el rechazo está implícito.

Posteriormente esta dificultad para aceptarnos llega como proyectil desde la mirada de nuestra pareja, cuando de manera implícita o explícita nos deja en claro que hay cosas que no acepta de nosotros y que quisiera que cambiáramos.

Aquí es donde empieza la gran sacudida, una sacudida que puede tener varias caras.

Si el rechazo es a algo que yo misma he rechazado de mí, quizás sentiré una vez más la vergüenza de ser quien soy o la culpa de hacerlo como lo hago y saldré a la relación sintiéndome devaluada, para darle la razón al otro que “sabe hacerlo mejor que yo” o que “sabe ser mejor que yo”. O quizá salga a la relación, con una gran defensa construida, para atacar al otro por hacerme exactamente lo que yo me hago a mí misma: rechazarme. Y no dejemos de ver que todo esto es desde mi dificultad de validarme y de tener una mirada compasiva y aceptante hacia mi persona.

Si el rechazo es a algo que, no sólo acepto de mí, sino que también me ha ayudado a definirme -a compensar, a construir una parte de mí identidad-, entonces la amenaza será tan grande, que comenzaré a decirme a mí misma que “yo soy así”. Aferrándome aún más a esa característica que creo me define, porque tendré miedo de sentir la vulnerabilidad que deja el vacío, si me deshago de eso que me digo que soy.

¿Cómo trabajamos con esto para crecer? ¿Cómo lo trascendemos para dejar de lastimar la relación? Lo primero (como todo en el desarrollo humano) es hacer conciencia; conciencia de mi propia aceptación-rechazo, de cómo me trato cuando hay algo que no me gusta de mí, y conocer de dónde viene esta dificultad para aceptarlo.

Estando en conciencia de esto, estaré en posibilidad de compartirlo con mi pareja para que, con conciencia, conozca lo que su no-aceptación detona en mí y, juntos, trabajar en ello desde el amor.

Recordemos que humanos venimos en paquete completo, con lo que me gusta y no de mí y de ti.

Si después de años juntos sigo luchando y luchando por cambiarte es que en realidad nunca terminé de aceptarte.

Pamela Andrade Aguilar

Psicoterapeuta Gestalt con Maestría en Psicoterapia Gestalt, Especialista en Orientación y Desarrollo Humano y Especialista en Terapia de Pareja por el Instituto Humanista de Psicoterapia Gestalt CDMX.


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