C.C.P Gabriela Cuevas Barrón

GABRIELA CUEVAS BARRON

SENADORA PRESIDENTA DE COMISIÓN DE RELACIONES EXTERIORES

El sorpresivo resultado de las elecciones del pasado martes ha generado consecuencias de toda clase en la vida del nuestro país. Hoy existe una sola certeza, Donald Trump es el Presidente Electo de los Estados Unidos y deberá estar protestando en enero de 2017. Aparte de eso no hay otro elemento de certidumbre, siendo una incógnita si tomará pasos firmes para cumplir sus promesas de campaña, particularmente las referentes a la relación con México y los mexicanos, o irá descafeinando sus posiciones ya desde la presidencia.

Algunos de los efectos de la elección ya se dejaron sentir en nuestra economía, la bolsa de valores se desplomó en cuanto abrió el miércoles 9 de noviembre, esto a pesar de la salida tempranera del Secretario de Hacienda José Antonio Meade y del Gobernador del Banco de México Agustín Carstens, mientras que el dólar se disparó por encima de los 20 pesos la misma noche de las elecciones, inestabilidad en la paridad monetaria que será difícil de controlar hasta no conocer la política económica y comercial del gobierno de Trump.

En lo político, hubo raspones e incluso generó algo de optimismo para otros. Por un lado, para Margarita Zavala hubiera sido un excelente punto de apoyo el triunfo de Hillary Clinton, por dos razones, primero por el argumento de género, ya que la nación más poderosa del mundo habría dado un paso histórico eligiendo a una mujer como su líder por primera vez, entonces por qué no habríamos de tomar el mismo camino en México. Por otro lado Margarita podría haber utilizado discursivamente su vínculo con la nueva comandante en jefe de Estados Unidos, fraguado mientras Hillary Clinton era Secretaria de Estado y la panista era la primera dama. En otro sentido creo que tres aspirantes, Andrés Manuel López Obrador, Jaime Rodríguez “El Bronco” y Jorge Castañeda estarán viendo con gran ánimo, no la llegada de Trump, pero sí el fenómeno del voto antisistema y la preferencia oculta, esta última que pareciera estar desorientado a las encuestadoras en muchos países, incluido ahora Estados Unidos.

En materia de comercio exterior y de la agenda del Senado, no será menor el impacto del proceso electoral norteamericano. Quien ejercerá como Presidente de Estados Unidos se declaró completamente en contra del Tratado de Asociación Transpacífico TPP, que aún no ha sido ratificado por el Senado en Estados Unidos ni por el Senado mexicano, quien ya sostiene audiencias públicas en relación al mismo. Para Trump habrá quizá, y sólo quizá, esa disyuntiva de si cumplir o no con esas promesas de campaña tan atractivas entre los votantes de los estados industriales donde algunos trabajadores norteamericanos se han sentido desplazados por los acuerdos comerciales firmados por su país. En Estados Unidos también son futuristas y se hacen cálculos políticos, por lo que hay que tomar en cuenta que Trump querrá reelegirse y para eso necesitará conservar a su electorado, a los estados que le dieron su primer triunfo. Será entonces Senadora un camino cuesta arriba la aprobación del TPP por el Senado norteamericano, ¿qué hará el Senado mexicano? ¿Dará un primer paso aprobando el Acuerdo y tomando la ofensiva o esperará a que primero lo hagan los Senadores estadounidenses para no dar ese gran paso en vano? Ahí el dilema.