Reforma electoral… con olor a revancha

La reforma electoral que propondrá AMLO en las próximas horas es un mensaje con olor a revancha dirigido a unos destinatarios que tienen nombre y apellido, es la coronación de un enfrentamiento entre el Ejecutivo y el órgano autónomo que se ha recrudecido conforme avanza la actual administración federal.

Y es que, desde inicios del sexenio, el presidente Andrés Manuel López Obrador buscó sujetar a todas las esferas del poder público bajo el lazo de la austeridad republicana enarbolada en la filosofía que sustenta a la 4T, es así que el mandatario federal buscó reducir los sueldos de los consejeros -muy superiores al del presidente- y, al mismo tiempo, achicar el presupuesto de este organismo.

En la práctica, lo primero no se logró, sin embargo, lo segundo ha sido un duro flagelo para el INE, que ha tenido que ajustar sus gastos de operación en los últimos años, lo que ha colocado a algunos de sus consejeros en una franca confrontación con el Ejecutivo, especialmente el consejero presidente Lorenzo Córdoba, y el consejero Ciro Murayama, este último, en una cruzada de combate a López Obrador y Morena que excede, sin duda, las formas que se esperarían del arbitro electoral.

Este jueves se dio a conocer de qué va la reforma que presentará AMLO, la cuál tiene como objetivo primordial disminuir el gasto electoral mediante, en primera instancia, la disminución de consejeros electorales -de 11 a 7-, diputados plurinominales y senadores de lista; además, los nuevos consejeros deberán ser elegidos directamente por la ciudadanía a través del voto.

Pero no para allí, a fin de reducir aún más los gastos en materia electoral, la reforma de AMLO busca federalizar todas las elecciones, por lo que los organismos estatales desaparecerían, entre ellos, el IEEQ. De igual forma, se adelantó que se buscará instaurar el voto electrónico como mecanismo para garantizar el combate a cualquier conato de fraude y, al mismo tiempo, abaratar los costos de las votaciones.

Pero también se puede apreciar con claridad que AMLO busca acotar el poder de los partidos políticos opositores al reducir el número de diputados plurinominales, figura que en las pasadas elecciones no benefició a Morena debido a la implementación de la regla para combatir la “sobrerrepresentación” y que, en la práctica, evitó que pudiera pasar la reforma eléctrica al no contar con la mayoría calificada.

Y es que es seguro que Obrador está confiado en que Morena arrasará en las elecciones programadas para este año en algunos estados, así como en las presidenciales de 2024; y en, términos prácticos, es muy probable que lo logre, pues los pronósticos favorecen a los candidatos guindas. Es así que el gobierno oficial podría pasar de 16 gubernaturas a 21, al sumar al menos 5 de las que están en juego este año.

Con 21 gubernaturas a en la bolsa, el partido del presidente tendrá un control abrumador sobre las elecciones de 2024, lo que sin duda, ensoberbecería a cualquiera, y es que, solo así, se podría entender la propuesta del presidente, pues, en un escenario en el que Morena no tuviera las preferencias del electorado, podría quedar completamente borrada del mapa.

El mejor ejemplo está en Querétaro, estado en que el PAN ganó todo de todo, y la única forma en que pudo tener presencia Morena en la legislatura local fue mediante las diputaciones plurinominales; de estar vigente la reforma de AMLO, es probable que su partido no hubiera logrado ni un solo representante en el congreso queretano.

Está de más explicar los peligros de un partido omnipotente que no tenga que compartir el poder, el mejor ejemplo lo tenemos en nuestra historia reciente, cuando el PRI era el partido hegemónico, y no había espacio para las voces disidentes.

Más allá de las especulaciones que pueda generar la propuesta de AMLO, en la práctica aún se ve lejana la posibilidad de que se concrete una reforma electoral de estas características, al menos durante la actual legislatura. Habrá que ver que sucede en 2024, con un nuevo presidente y un nuevo Congreso…