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Liberación del precio de las gasolinas: el arte del engaño

Por Raúl Mendoza Bustamante - 27/02/2017

De ser cierto que la ‘gallina de los huevos de oro’ se nos ha terminado, ¿por qué la reciente apertura de Pemex al capital extranjero, resultado de la reforma energética, ha sido tan bien vista por trasnacionales como Exxon y Shell?

 Liberación del precio de las gasolinas: el arte del engaño

Foto: Thomas Hawk

La polémica decisión de liberar el precio de las gasolinas en 2017 se ha tratado de justificar, por medio de distintos argumentos, como una medida inaplazable y necesaria, sin embargo, estas razones, al confrontarse con la realidad, quedan evidenciadas como falacias.

Cuando la administración federal anunció la medida, se afirmó que la gasolina en México se vendía a precios por debajo de los costos internacionales, por lo que el llamado ‘gasolinazo’ no era más que un ajuste para que los mexicanos pagáramos el precio justo por el combustible. Al parecer las autoridades pasaron por alto que esos ‘precios internacionales’ no coinciden, siquiera, con los costos del combustible que las mismas estaciones de Pemex ofrecen en los Estados Unidos.

En diciembre del 2015 Pemex abrió, en la ciudad de Houston, Texas, su primera gasolinera en este país; la decisión de la paraestatal de abrir estaciones de servicio en territorio estadounidense obedeció, de acuerdo con la misma compañía, a una estrategia de expansión comercial en el país del norte. De manera paradójica, las gasolineras de Pemex venden gasolina más barata en los Estados Unidos que en México: en enero del 2017, el precio del galón (equivalente a 3.78 litros) fue de 1.99 dólares, es decir, unos 52 centavos de dólar por litro que, aproximadamente, son unos 11 pesos mexicanos.

La explicación de la paraestatal es que, para poder competir en el mercado estadounidense, debe ajustar sus precios a los de la competencia, pues desde hace un par de años, la gasolina norteamericana es más barata que la que se vende en México. No obstante, la gasolina no solo es más barata en Estados Unidos; de acuerdo con datos de Global Petrol Prices, también en países como Rusia (13.81 pesos), Irak (12.78 pesos) y Venezuela (0.18 pesos) el precio por litro es menor al del costo del combustible en la nación mexicana.

Habría que preguntarse a qué precios internacionales se refiere la administración de Peña Nieto, pues aunque hay países (la mayoría no petroleros) donde la gasolina se vende más cara que en México, el nivel de ingresos de sus poblaciones es superior al de los mexicanos: en Noruega, por ejemplo, se paga a cerca de 40 pesos por litro, pero el salario mínimo en este país es cercano a los 3 mil 700 pesos diarios.

No falta que hagamos cuentas para notar la evidente disparidad entre el poder adquisitivo de las personas que viven en México, donde el salario mínimo es de 80 pesos, y el de las de Noruega. Así que hablar de precios internacionales es ambiguo.

Otra de las falacias dichas es que México ha perdido su capacidad de producción y que sus reservas petroleras cada vez son menores, lo cual, en teoría, ha orillado al país a abandonar su carácter de productor petrolero. Tan solo el pasado 13 de enero, Enrique Peña Nieto afirmó, en referencia a Pemex, que «la gallina de los huevos de oro» se nos había secado, y habló sobre Cantarell, el principal yacimiento petrolero del país, explicando que este presentaba una merma importante en su producción. Sin embargo este tipo de afirmaciones no son recientes; desde la administración de Calderón se esgrimía que las reservas petroleras de México llegan a su fin, y por esta razón el país debe abandonar su ‘dependencia’ a este combustible fósil.

Pero haciendo un breve recuento, en los últimos años Pemex ha encontrando nuevos yacimientos: en 2012 anunció el descubrimiento del megayacimiento Triton 1, del cual se esperaba extraer entre «250 y 400 millones de barriles de crudo al año al inicio de la extracción y hasta 10 mil millones de barriles al año en el momento de mayor producción», de acuerdo con el propio comunicado de la paraestatal. Años más tarde, en 2015, se anunció el descubrimiento de cuatro nuevos yacimientos y, apenas hace meses, en septiembre del 2016 se descubrieron seis yacimientos más en el Golfo de México. Es claro que, aunque en algún momento ocurrirá, el petróleo mexicano no se acabará en el corto plazo.

De ser cierto que la gallina de los huevos de oro se nos ha terminado, ¿por qué la reciente apertura de Pemex al capital extranjero, resultado de la reforma energética, ha sido tan bien vista por trasnacionales como Exxon y Shell?

Argumentos similares se utilizaron, en su momento, para privatizar Teléfonos de México, se dijo que no era una empresa rentable a pesar de que en 1990, antes de ser vendida, registró ganancias cercanas a los dos billones de pesos. De acuerdo con la revista Forbes, Pemex es una empresa exitosa: en 2015 se ubicaba entre las mejores diez empresas petroleras y gaseras a nivel mundial, por encima de compañías como Chevron, Petrobras o PDVSA.

Tratar de justificar el aumento al precio de la gasolina con el argumento de que Pemex se está agotando, no solo es falso, sino malintencionado; una forma de confundir al ciudadano común sobre los verdaderos motivos del gasolinazo. Las causas del elevado precio del combustible en el país son básicamente tributarias, ya que el costo de la gasolina incluye dos gravámenes: el Impuesto al Valor Agregado (IVA) y el Impuesto Especial Sobre Producción y Servicios (IEPS), que en suma alcanzan entre 36 y 37 por ciento del precio final de los combustibles.

El gobierno federal ha apostado a esta forma de recaudación porque hay pocas formas de evadirla, puesto que todos, de manera directa o indirecta habremos de pagar el IEPS a la gasolina, tanto los que cuentan con un vehículo propio como los que utilizan el transporte público e, incluso, aquellos que apuestan por las formas de movilidad verde, puesto que prácticamente todo lo que consumimos se transporta en vehículos que utilizan hidrocarburos como combustible. Es casi imposible que un ciudadano evite aportar, de una u otra forma, al monto que se espera recaudar por este concepto, el cual rondará los 284 mil 432 millones de pesos, de acuerdo con la Ley de Ingresos de la Federación

Sin el IEPS y el IVA, un litro de gasolina Magna saldría en solo 10 pesos, aproximadamente 6 pesos menos del precio al que se vende; sin embargo, es obvio que el gobierno no renunciará al pastel que significa gravar los combustibles, pero ¿a qué costo? Los primeros estragos ya se comienzan a sentir, el precio de algunos productos y servicios ha aumentado con el arranque del año, todo parece indicar que los aumentos irán en cadena, lo cual probablemente genere una de las peores inflaciones de los últimos tiempos.

Desafortunadamente, solo el tiempo se encargará de mostrar los resultados de una decisión que a todas luces parece errónea. Las protestas a lo largo del país se multiplican y dentro de un año habrá elecciones. Ya veremos entonces cuál será la sentencia de la ciudadanía.


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