×

Busquedas Populares


×

Opinión



Secciones




Una tempestad de visiones: el Hay Festival Querétaro 2016

Por Staff Códice Informativo - 14/10/2016

Crónica de la primera edición del Hay Festival en Querétaro, que se llevó a cabo del 1 al 4 de septiembre de 2016.

 Una tempestad de visiones: el Hay Festival Querétaro 2016

Por: Juan Carlos Franco

 

Una población de mil 500 habitantes al sur de Gales. Un pequeño pueblo convertido, desde 1962, el año en que abrió su primera librería, en una parada turística obligada para los bibliófilos europeos. Ahí empezó todo, en uno de los salones de la escuela primaria. Hoy es uno de los festivales culturales más importantes del mundo.

Desde su creación, el Hay Festival ha crecido hasta tener varias sedes en muchos países, las «sedes exóticas», en palabras de la BBC News: India, las Islas Maldivas, Ciudad del Cabo y México, donde se ha organizado en las ciudades de Zacatecas (en 2010) y Xalapa (de 2012 a 2014).

En 2015, el Hay Festival fue cancelado en Xalapa por petición de más de 300 escritores, incluidos los mexicanos Juan Villoro, Alberto Ruy Sánchez y Alma Guillermoprieto, el argentino Martín Caparrós, los colombianos Héctor Abad y Daniel Samper, la cubana Wendy Guerra y el estadunidense Francisco Goldman, además de asociaciones internacionales como PEN México, Programa de las Américas del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ), el Centro Knight para el Periodismo en las Américas de la Universidad de Texas o la organización Article19 de Londres, por la violencia en el estado de Veracruz, del que se responsabilizaba directamente al gobernador, Javier Duarte.

«Esta carta la hemos escrito al enterarnos de la desaparición de Moisés Sánchez Cerezo, el reportero número 15 asesinado o desaparecido en tiempos de Javier Duarte, y cuando son miles los veracruzanos lastimados por diversas formas de violencia, como secuestros, extorsiones, homicidios, además de las agresiones constantes contra migrantes centroamericanos en territorio de Veracruz», dice la carta.

En Querétaro, un lugar aparentemente pacífico, ha sido recibido con los brazos abiertos.

El Hay Festival ha sido descrito por Bill Clinton, ex presidente de Estados Unidos, como «el Woodstock de la mente»: una reunión masiva de intelectuales en una plataforma para la reflexión no sólo literaria, sino también política, periodística, de derechos humanos y, en las últimas ediciones, también científica y económica. En esta ocasión, contó con figuras de enorme talla mundial, como los escritores JMG Le Clézio —Premio Nobel de Literatura 2008—, Cees Nooteboom, Elena Poniatowska, Juan José Millás, Nell Leyshon, Margo Glantz, Mario Bellatin, Eduardo Sachieri, Álvaro Enrigue, Valeria Luiselli y Nélida Piñón. Además de los periodistas Martín Caparrós, Carmen Aristegui, Guillermo Osorno y Xavi Ayén, junto con muchos otros intelectuales, músicos y líderes de opinión.

El festival hizo hincapié —con la presencia de los propios Aristegui y Osorno, además de Sanjuana Martínez, John Gibler, Sergio González Rodríguez, Luis Moreno Ocampo y Javier Solórzano— en la relación del pensamiento y la escritura con los derechos humanos y la situación político-social de México y el resto del mundo.

Hubo mesas sobre los derechos humanos en Latinoamérica, sobre ‘Las tristezas de México’ y, en una de las más complejas y comunitarias del festival, sobre eso que está ‘Después de Ayotzinapa’. Ahmed Galai, representante del Cuarteto de Diálogo Nacional Tunecino, ganadores del Nobel de la Paz 2015, habló sobre los refugiados y la migración, un tema que hizo eco también en varias de las discusiones presentes en el festival, incluyendo la de la escritora mexicana Valeria Luiselli, cuyo último trabajo, Odisea de los niños perdidos. Un ensayo en cuarenta preguntas, parte de su experiencia en la corte estadounidense ayudando a traducir las entrevistas con niños en juicio de deportación.

Ahmed ben Tahar Galai / Foto: A. Noriega
Ahmed ben Tahar Galai / Foto: A. Noriega

Los temas recurrentes: el viaje, la identidad, la violencia, la lectura. Temas tan disímiles que parece difícil incluirlos en un mismo recipiente. Pero es esa precisamente la virtud de un festival como el Hay: la pluralidad de perspectivas y poéticas, la amplitud temática de las discusiones, la enorme diversidad entre las propuestas artísticas y teóricas de los invitados. Es una verdadera tempestad de visiones del mundo, muchas veces opuestas, de viva voz de aquellos que las han expresado como forma de vida.

Para un escritor, el Hay, en muchos casos, es encontrarse con los maestros. Esos que nunca nos dieron clases, pero que sus lecciones nos llegaron a través de muchos otros medios: sus libros, ante todo, pero también sus conferencias vaciadas en ese receptáculo audiovisual monstruoso que es YouTube, las opiniones en diversos periódicos y revistas, el eco de sus obras en los textos de otros autores, también nuestros maestros. La educación literaria rara vez nos viene de los profesores de la universidad: está en lo que hemos leído, en los autores que admiramos, en las frases que se nos han quedado en la cabeza, a veces como un mantra, a veces como una pregunta fundamental.

Ver en un escenario, tan sólo a unos metros, a Martín Caparrós, el enorme narrador y periodista, hablando sobre la miseria en el mundo, sobre la visión hispana de las cosas del mundo, sobre el trabajo del escritor. «Trabajar como si nada fuera ni demasiado largo, ni demasiado complejo. La cosa es hacerlo», dijo en algún punto.

Martín Caparrós / Foto: A. Noriega
Martín Caparrós / Foto: A. Noriega

Tener la oportunidad de charlar con Margo Glantz, una de las escritoras más importantes que tiene nuestro país. Presenciar cómo, a sus 86 años, es aún la muestra de la entereza, el vigor y la correspondencia vital entre la vida y la obra. «Como decía Walter Benjamin, siempre es posible lo peor. Pero también creo que las cosas tienen que llegar a un límite. Algunas cosas tienen que pasar. Y perder totalmente la esperanza sería absolutamente brutal», dijo al final de la entrevista.

Margo Glantz / Foto: A. Noriega
Margo Glantz / Foto: A. Noriega

Ver, en un teatro inmenso, al enorme Cees Nooteboom, eterno contendiente al Nobel de Literatura, viajero tanto como escritor, y darse cuenta que es un hombre lleno de anécdotas, un escritor al que los lugares le remiten a historias, privadas y públicas, pequeñas y a escala política. «Escribo lo que está detrás, las cosas pequeñas, lo que otros no quieren ver». Es un hombre político y es asombroso darse cuenta de ello de su propia voz, con su humor ácido y su presencia satisfecha.

Oír la calma de uno de los escritores más importantes del mundo, JMG Le Clézio, al hacer un repaso sobre su vida y hablar sobre México, la tierra que tanto admira y que tanto dialoga con su obra, «un lugar que me iba a pegar en el corazón», y darse cuenta que en ese repaso están contenidos también su trabajo como escritor, su necesidad de ficcionar a partir de la propia existencia para llegar a los rincones de la historia y la política que difícilmente podrían ser tratados sin la intimidad del yo.

Ver a Juan José Millás desenvolverse con un público de más de 500 personas como si estuviera dialogando directamente contigo, como en su columna de El País. Descubrir un humor brillante, que deslumbra, un «cultivo ascético de las extrañeza». En sus propias palabras: volver anécdotas lejanas una ficción cercana. Entrañable como él mismo.

Escuchar a una autora tan cercana como Valeria Luiselli; presenciar el despliegue de información devastadora de voz de un Nobel de la Paz ganado en equipo; charlar con autoras tan disímiles —pero en este festival tan cercanas— como Nell Leyshon, Mariana Enríquez y Carmen Boullosa; escuchar, actuados por él mismo, fragmentos potentísimos de la nueva obra de Enzo Cornmann; hablar sobre los niños, la literatura y el futuro con Juan Gedovious, uno de los pioneros y maestros de la ilustración literaria en México; presenciar el duelo de los dos moneros más ingeniosos y brillantes de nuestro país: Jis y Trino.

Una verdadera tempestad.

Ha sido anunciado que el Municipio de Querétaro será la sede del Hay Festival 2017. En la conferencia de prensa para comunicarlo, estuvieron presentes la Lic. Esther Carboney, titular de la Oficina de Turismo y Asuntos Internacionales del Municipio de Querétaro; la Lic. Beatriz Marmolejo, Secretaria de Desarrollo Humano y Social del Municipio de Querétaro; Cristina Fuentes La Roche, Directora del Hay Festival para América Latina y el Caribe y Oscar Montes Eriksen, Director de Desarrollo del Hay Festival.

Autoridades municipales y directivos del Hay Festival / Foto: A. Noriega
Autoridades municipales y directivos del Hay Festival / Foto: A. Noriega

Ni un rastro, pues, de algún oficial de cultura. Ni del municipio —el «patrocinador principal», según todos los impresos de esta edición—, ni del estado. El festival es organizado por el comité internacional del Hay, pero la falta de voluntad política y de gestión por parte de los involucrados en las dependencias locales, hacen que se pierdan miles de oportunidades para los creadores locales, así como para el público.

¿No convendría impulsar la obra de escritores locales a través del evento? ¿No podrían algunos escritores y líderes de opinión locales moderar algunas mesas? ¿No sería posible organizar un Hay Off, en el que expresiones que no han sido consideradas por el Hay internacional tengan cabida en nuestra ciudad? ¿Autores jóvenes, por ejemplo, o periodistas independientes, o editoriales cartoneras, o músicos underground, o documentalistas mexicanos, o gestores regionales, o artistas emergentes?

La comunidad está completamente apartada. Éste es, de alguna manera, un evento turístico más que cultural, y lo dice bien la alineación de la conferencia de prensa para presentar resultados. En una ciudad donde las ferias del libro se reducen a libreros reunidos en alguna plaza y los encuentros literarios sólo existen en los sueños de los escritores del estado, el Hay Festival es al mismo tiempo una bocanada de aire como un balde de agua fría: después de perseguir por muchos años la gestión de un espacio de diálogo entre los escritores queretanos y con los de otras ciudades, y ante la respuesta de las autoridades de la falta de recursos, la falta de espacios y un constante subejercicio de las posibilidades —y las obligaciones— de los institutos de cultura.

La pregunta es: ¿y dónde queda Querétaro en todo esto? La respuesta, creo, es: bien parado con el mundo, no tanto con los queretanos.

 

Juan Carlos Franco es escritor, director de escena y periodista. Su último proyecto es la Trilogía Austera, que se estrena este mes en el Foro Escénico del Museo de la Ciudad. Es Director Artístico de Catamita. Twitter: @juandearcadia


Otras notas



De nuestra red editorial