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Testamento de los 24 mil

Por - 28/07/2014

*Por Inés Alveano Yo, Inés Alveano, en pleno uso de mis facultades mentales, hago responsable al gobierno del Estado de ___ (*coloque el nombre de […]

 Testamento de los 24 mil

*Por Inés Alveano

Yo, Inés Alveano, en pleno uso de mis facultades mentales, hago responsable al gobierno del Estado de ___ (*coloque el nombre de la entidad donde se encontraba), y al gobierno federal de los Estados Unidos Mexicanos, por mi reciente fallecimiento.

El automovilista que me atropelló mientras ejercía mi derecho a ocupar un carril al transportarme en bicicleta, hablaba por teléfono al momento del impacto. El asesinato sin intención, que deja a un hijo sin su madre, a unos padres y hermanos devastados, a colegas y amigos que pensarán “es que ella se exponía andando en bicicleta en esta ciudad”, no es ni el primero, y desafortunadamente tampoco el último del año.

Los muertos por atropellamiento no tenemos la culpa. Es verdad que es casi suicida el transitar por las calles de las ciudades mexicanas, en donde el automovilista se siente único dueño y merecedor del espacio pavimentado. Debemos parecer locos los que, teniendo las posibilidades de movernos en automóvil, elegimos usar la bicicleta como medio de transporte.   Y la elegimos sin importar el clima ni la vestimenta.

testamento

Los ciclistas urbanos ¿buscamos la muerte? Aunque habrá sus excepciones, estoy segura que no.

Dado que toda persona -como dicta nuestra constitución- es igual a los ojos de la ley, todos deberíamos poder trasportarnos con seguridad. Sin embargo, día con día durante mi existencia, vi múltiples asesinos en potencia: microbuseros peleándose el pasaje, taxistas “aventando” el auto igual a ciclistas que a peatones, señoras conduciendo con exceso de velocidad para entregar puntuales a sus hijos, gente hablando por teléfono, etcétera.

Mi muerte, junto con la de otros tantos miles de ciclistas y peatones, no fue accidental. Todo aquel que, a bordo de una máquina tan peligrosa como el automóvil, comete una falta a los reglamentos de tránsito, debería ser considerado un asesino… Pero la responsabilidad también la ha tenido el gobierno de diversos niveles, porque es quien no obliga a cumplir las normas. Es quien no penaliza por las faltas, quien permite que día a día la gente ande por las calles en “armas” de media tonelada o más. Quien diseña las ciudades para el confort de los automóviles, cuando en la realidad, alrededor de 70% de la población somos principalmente peatones.

Actualmente, las muertes por accidentes que involucran un vehículo automotor, es mayor que las de la lucha contra el crimen organizado. Evitarlas no es cuestión de medidas preventivas, sino de #reformaurbana.

autoarma

Esta es una de las imágenes del movimiento Brasileño “Nao Foi Acidente”, que denuncia las 95 muertes al día en ese país por accidentes de tránsito: 35 mil al año.

*Inés Alveano es miembro del colectivo Mujeres en Bici Querétaro.


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