Posadas queretanas, la historia
En otrora, las posadas eran celebradas en iglesias y casas; José María Sotelo decidió sacarlas a la calle
Son ya varios siglos dese que inició la celebración de las posadas en el estado de Querétaro, donde llegaron gracias a los primeros evangelizadores; así lo narró a Códice Informativo, Eduardo Rabell Urbiola, auxiliar del cronista municipal de Querétaro.
Las posadas llegaron a México con los colonizadores, quienes allá por el año 1530 encontraron cómo empalmar el festejo de la llegada del niño dios, con los festejos de los indígenas mexicas, que por fechas similares festejaban el nacimiento de Huitzilopochtli.
En Querétaro, se tiene registro desde esos años de la llegada de las posadas, aunque anteriormente se realizaban al interior de las iglesias, casas particulares, y no salían a las calles. Fue en el año de 1826, cuando José María Sotelo, quien tenía su casa en Pasteur y andador Libertad (donde actualmente están las oficinas de la secretaría de educación) sacó las posadas a la calle.
Él realizaba las conmemoraciones al interior de su hogar, y fue tentado luego de ver cómo indígenas y concheros se paraban en medio del frío a las afueras de su hogar, en espera de algo de comida. Decidió sacar el evento a la calle, y así comenzaron las posadas como actualmente en las conocemos.
“Si bien en los barrios era una calle, una casa la que organizaba, o una familia, la mayoría de las posadas se realizaban dentro de los templos, y con cantos medio tristes, medio apagados, entonaban alguna canción de navidad, pero cuando sale a la calle, es cuando se envuelve de esa alegría, de esa festividad, de ese multicolor. Es justamente con el licenciado José María Sotelo, que fue quien organizó todo esto”, detalló.
Algunos barrios cercanos al centro histórico, fueron los primeros en adoptar las costumbres, y actualmente esta tradición se ha extendido por toda la ciudad.
“La Cruz y San Francisquito, son los primeros que empezaron a tener estas fiestas; después vendrían los siguientes barrios como Santa Rosa, como Santa Ana, que mal que bien, tuvieron que agregarle, determinaron agregarle detalles propios de acuerdo a su forma de vida”, precisó.
Por esas fechas, en los años 20 de 1800, se sumaron a estas celebraciones diferentes comerciantes provenientes de otros municipios, que llegaban en carretas enormes con mercancía para vender o comida para celebrar, y fue así como inició el tradicional desfiles de carros de las posadas, que llegaban desde otros lados al templo de la congregación, en el centro histórico.
“Hasta llegar a las grandes carretas con mulas para tirar de ellas, y eran tremendas montañas, porque su altura era más allá de los balcones del segundo piso de las casones, hay fotografías de ello, en las mismas fotos vemos cómo las ruedas eran gigantescas, del tamaño de una persona”, apuntó.
Las posadas como se conocen hoy han tenido su sello en cada barrio, pues para algunos importa la jícama, cacahuate y fruto, otros no les interesa, y unos más priorizan los dulces, eso, precisamente, es lo que las distingue de barrio en barrio en la actualidad.