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¿Y el interés superior de la justicia?

Por - 26/01/2017

Poco menos de dos años después de que un menor ebrio asesinó a Evangelina Mier con su vehículo, la justicia le sigue dando la espalda a su familia.

 ¿Y el interés superior de la justicia?

Foto: Archivo

Que los mexicanos desconfían de sus instituciones no es una novedad. Consulta Mitofsky estudia año con año el índice de confianza en las instituciones, y en el 2016, por séptimo año consecutivo, la tendencia fue a la baja.

Por primera vez, la calificación en promedio que le dieron los mexicanos a las instituciones fue menor de 6, con excepción de las universidades. La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y la Policía, que representan a la impartición de justicia y la seguridad, están reprobadas en confianza según este estudio. México Evalúa, otra importante calificadora, calificó en 2015 la confianza de los mexicanos en la justicia y los resultados son terribles: el 51.4 de los encuestados confían poco o nada en los jueces.

El caso de Evangelina Mier ilustra perfectamente el por qué de la desconfianza. Cuando regresaba de trabajar la madrugada del 2 de julio de 2015, se encontró de frente con un vehículo que transitaba en sentido contrario sobre Bernardo Quintana. Al volante venía un adolescente, a días de cumplir la mayoría de edad, que estaba completamente borracho. Un amigo suyo y su mamá ya lo habían dejado en su casa después de una fiesta de graduación, pero el joven, del que me reservo el nombre por minucias legales, aún así tomó las llaves del vehículo familiar, salió a las calles y se estrelló de frente con Evangelina, quien murió al instante. A él no le pasó nada.

Aunque a los días del asesinato cumplió la mayoría de edad, se le juzga como menor. Pasó alrededor de dos meses en el Centro de Internamiento para Menores y Adolescentes en prisión preventiva gracias a una resolución valerosa de Mariela Ponce Villa, entonces jueza especializada en justicia para adolescentes, a pesar de que por el interés superior de la niñez se suele no privar de la libertad a los menores hasta que no exista una sentencia firme.

Dicha sentencia, a casi dos años del incidente, no ha llegado. Entre recursos y apelaciones presentadas por las partes, la justicia no se ha aparecido. Y por lo que aparenta, no se aparecerá.

El 20 diciembre de 2015, la señora Evangelina Barbosa falleció. Ella era madre de Evangelina Mier, con quien compartía casa cuando el menor ebrio menor mató a su hija. Ese hecho la sumió en una profunda depresión que terminó por causarle la muerte, por lo que Enrique Iturbe, hijo y nieto de ambas mujeres respectivamente, solicitó a la justicia que como daño moral causado a su persona también se incluyera la muerte de su abuela.

Pero la resolución del magistrado José Antonio Ortega Cerbón, el 25 de enero pasado, resultó un fiasco para la justicia. El magistrado rechazó la petición de Enrique Iturbe de modificar la resolución del juez de primera instancia, que rechazó incluir como daño moral la muerte de su abuela, al considerarla un hecho ajeno al asesinato de su madre porque el acta de defunción no establece que la causa de muerte haya sido la depresión, esto a pesar de que las evaluaciones psicológicas y tanatológicas a las que fue sometida revelaron que la muerte de su hija le afectó seriamente.

“Esto es un agravio a la ley, al derecho de la víctima, al buen funcionamiento y el debido proceso. Esto es una copia fiel de la resolución del juez de primera instancia, del juez natural, y en sí el fondo nunca fue estudiado. La víctima se ve victimizada por la misma justicia”, lamentó Arabel Zamorano de la Vega, abogado defensor de la familia Mier, tras resolución tomada por la Sala Unitaria Especializada en Justicia para Adolescentes del Tribunal Superior de Justicia (TSJ), que tiene a su cargo Ortega Cerbón.

Enrique Iturbe, entonces, recibirá apenas 100 mil pesos como indemnización por daño moral: 50 mil que le tocan a él por la muerte de su madre y los 50 mil que le tocaban a su abuela, quien al haber fallecido ya no podrá recibir el recurso. A eso se suman 300 mil pesos por la muerte de Evangelina Mier y listo. El joven no volverá a pisar la cárcel y se librará de todo desembolsando menos de medio millón de pesos.

¿Por qué la justicia actúa de forma benevolente con el perpetrador de un delito y construye barreras a las víctimas? ¿Por qué un juzgador es incapaz de usar el sentido común y se basa a rajatabla en una ley que permite a los culpables salirse con la suya? ¿Por qué conducir un vehículo en completo estado de ebriedad y matar a una persona no se considera un delito grave en Querétaro?

Casos como el de Evangelina Mier justifican que la gran mayoría de los mexicanos no confíen en sus instituciones, que no confíen en la justicia, y que los delincuentes se regodeen en la impunidad y con toda desvergüenza salgan a las calles a imponer su voluntad.

Mientras este país no sea capaz de ofrecerle un trato digno las víctimas de hechos tan evidentes y lamentables como el asesinato de Evangelina Mier, si sigue permitiendo que ebrios al volante maten personas y puedan salir del problema pagando algunos pesos, y sobre todo si no puede ofrecerle a las familias víctimas al menos el consuelo de sentir que hay justicia, será imposible repuntar la confianza de los mexicanos en sus instituciones y con ello, seguiremos hundiéndonos en la crisis de credibilidad que define a México.

 

 

 

 


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