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Primero los niños

Por - 22/12/2016

El artículo cuarto constitucional mandata el interés superior de la niñez en todas las decisiones y actuaciones del Estado

 Primero los niños

Los niños son el recurso más importante del mundo y la mejor esperanza para el futuro
John F. Kennedy

Gracias a mi trabajo, tengo la dicha de caminar cotidianamente por el centro histórico de mi ciudad, Querétaro. Me enorgullece la belleza de su arquitectura, su color, su oferta cultural y su gente. No obstante, me entristece observar a decenas de niños descalzos cuya infancia transcurre en sus calles, vendiendo productos, apoyando a sus padres en jornadas laborales extenuantes o tocando el acordeón a cambio de unas cuantas monedas.

Esta lamentable situación se repite a lo largo y ancho del país y me lleva a cuestionar la eficacia del mandato constitucional que obliga a las autoridades a supeditar sus decisiones y actuaciones al interés superior de la niñez.

Los niños son el principal recurso con el que contamos pero lamentablemente, lo estamos malgastando. El trabajo infantil, la pobreza, la violencia, la trata de personas, entre otros terribles factores, arrebatan su infancia a millones de pequeños en nuestro país.

Según datos del INEGI, en México 2.5 millones de menores de 5 a 17 años, laboran, 50% lo hacen de forma remunerada, 46% sin retribución económica y un 4% lo hacen por cuenta propia; en Querétaro, de acuerdo a lo declarado por el encargado del despacho de la Delegación de la STPS, la cifra alcanza los 21 mil menores.

En la República Mexicana contamos con 40 millones de niños aproximadamente, de ellos más de la mitad, 21.2 millones viven en pobreza, y 4.7 millones en pobreza extrema.

En base a cifras gubernamentales, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), declaró que el 60% de los niños de uno a 14 años, han sido víctimas de un acto de violencia y en la mayoría de los casos, los causantes han sido los padres.

Por increíble que parezca, la Encuesta Nacional sobre Discriminación en México (ENADIS) del 2010, arrojó que el 24.1% de la población justifica la violencia hacia los menores como un acto disciplinario.

De acuerdo a la UNICEF, nuestro país presenta un índice hasta 15 veces superior de mortalidad de menores a causa del maltrato físico que en el resto de las naciones desarrolladas. En el 2011, se registraron 8 mil 47 defunciones de menores por causas violentas; 65.5% fueron a consecuencia de accidentes; 19.4% por homicidio y 9% por suicidio.

Las niñas y niños son un grupo poblacional particularmente vulnerable a la trata de personas. Se estima que en México, cada año, entre 16 mil y 20 mil menores son explotados sexualmente.

Las cifras citadas demuestran que el mandato constitucional de preeminencia de la niñez, no se ha reflejado en mejores condiciones de vida para los menores mexicanos y es un llamado a nuestras autoridades para analizar y redefinir sus políticas públicas dirigidas a la infancia.

También es cierto que la obligación de ver primero por los niños, no es exclusiva de las autoridades gubernamentales, es de todos de quienes formamos parte de México. Todas nuestras acciones y decisiones deben ir encaminadas a fortalecer a la infancia y la mejor forma de hacerlo, es procurándoles ser felices.

Ya es tiempo de tomar consciencia que la mejor apuesta de toda sociedad es trabajar en pro de una niñez feliz, ellos son el presente y el futuro de la humanidad y requieren crecer en condiciones que garanticen la recreación, la educación, la sociabilización y el amor. Lo que nuestros pequeños reciban hoy, lo entregarán con creces el día de mañana.

La sociedad habrá cambiado en el momento en que al recorrer las calles de nuestra ciudad, nos percatemos que los acordeones y pies descalzos han dejado su lugar a cantos, risas y al sonido de zapatos en persecución de una pelota.

Apreciable lector, probablemente tus hijos y los míos forman parte de la niñez mexicana privilegiada cuya infancia transcurre entre sonrisas y juegos; el llamado es a fomentar empatía en ellos y en educarlos en el servicio y en la entrega hacia quienes son menos favorecidos.


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