¿Mantenimiento preventivo o correctivo en nuestra infraestructura?
Valdría la pena preguntarse sobre la conveniencia de priorizar programas de mantenimiento preventivos más agresivos, que garanticen que nuestra infraestructura básica opere en condiciones óptimas.
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Por Saúl E. Crespo Sánchez,
Director de Departamento Asociado, Tecnologías Sostenibles e Ingeniería Civil, Tecnológico de Monterrey Campus Querétaro.
secrespo@tec.mx
Twitter: @saulcrespo12
En el desarrollo de toda obra civil de infraestructura, la ingeniería civil se despliega, en la mayoría de los casos, en 5 etapas fundamentales: planeación, diseño, construcción, operación y mantenimiento.
El despliegue adecuado de las cuatro primeras etapas en el proceso, garantiza que con buen juicio ingenieril y un marco normativo adecuado, este tipo de proyectos lleguen a buen puerto, y se cumplan los fines básicos para los cuales se concibieron en sus primeros años; no obstante, es la última etapa, la de mantenimiento, la que garantiza que una vez concebido y en operación, todo proyecto de infraestructura cumpla en condiciones óptimas su vida útil (varias
décadas en la mayoría de los casos).
El mantenimiento de este tipo de obras suele clasificarse en dos tipos: el preventivo y el correctivo. Tal como podemos imaginarlo, el correctivo suele desplegarse una vez que se ha detectado una falla o daño de consideración, mientras que el de carácter preventivo, se enfoca en la intervención periódica y programada que con base en programas de inspección y evaluación logra identificar necesidades, previniendo así la ejecución de mantenimientos correctivos agresivos u onerosos en la infraestructura.
Ante las condiciones de un país como el nuestro, en el que un gran porcentaje de su infraestructura se acerca a su límite de vida útil (ejemplo de ello es la infraestructura carretera, poco más del 75 por ciento de ella tiene más de 25 años de servicio) y los recursos dedicados al mantenimiento son limitados, valdría la pena preguntarse sobre la conveniencia de priorizar programas de mantenimiento preventivos más agresivos, que garanticen que nuestra infraestructura básica opere en condiciones óptimas y que quizá, por qué no, prolongue su vida útil más allá de sus límites de proyecto.
