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La obcecación gubernamental por la no atención de enfermedades crónicas

Por - 18/05/2016

Los gobiernos destinan grandes recursos para la atención de enfermedades agudas contagiosas, y voltean la mirada cuando se trata de enfermedades crónicas que son provocadas por nuestro estilo de vida

 La obcecación gubernamental por la no atención de enfermedades crónicas

Ian Bremmer publica con exactitud la falta de actuación de los gobiernos en el mundo para atender enfermedades crónicas, no contagiosas. De acuerdo con el director de Euroasia Group, son las crisis y no los problemas enquistados los que llevan a las personas y a los gobiernos a actuar.

Estas prácticas, conllevan graves problemas de políticas públicas y economía en cuestión de salud pública, que se observa tanto en países en vías de desarrollo, como en los industrializados.

Cuando se trata de enfermedades agudas y sobretodo contagiosas como el zika o el ébola, es natural buscar soluciones inmediatas. Pero cuando las amenazas provienen de enfermedades crónicas no contagiosas, que ni siquiera reciben la atención mediática necesaria, los gobiernos no actúan con rapidez ni con la eficiencia necesaria.

Los costos para la productividad que representan las enfermedades no transmisibles representa una media del 6.5 por ciento del PIB de los países. Lo anterior, por la falta de los trabajadores por enfermedad, o bien que hacen su trabajo sin estar a plenitud de su rendimiento o tiene que jubilarse anticipadamente por problemas de salud.

A pesar de la gran cantidad de personas fallecidas por causas de enfermedades cardiovasculares o diabetes, los gobiernos optan por dedicar sus recursos a enfermedades agudas y contagiosas como ha sido el caso del zika, sobre todo cuando llegan a países ricos.

Pero nada se habla de problemas crónicos derivados del estilo de vida como la diabetes, hipertensión o cáncer; los cuales, tienen una repercusión más profunda y duradera para la salud pública y la economía de los países. A falta de crisis o intereses mediáticos, la atención gubernamental es menor.

Si bien es cierto, las enfermedades crónicas no transmisibles afectan más a los países desarrollados, serán los países en vías de desarrollo los que más consecuencias políticas y económicas resientan por el aumento de enfermedades no transmisibles. Lo anterior, ya que cuando la población sale de la pobreza y cambia su dieta y estilo de vida, desarrolla enfermedades crónicas de los países desarrollados. La diabetes ya es una mayor preocupación que la malaria.

El problema radica en los costos que representan para los gobiernos los cambios en la política sanitaria. Sin embargo, en los países en vías de desarrollo se calcula que el gasto en medicina es tanto como el de alimentos y cada año, el gasto en salud ocasiona que 150 millones de personas vuelvan a caer en la pobreza.

La atención de esta problemática cuesta tiempo. Construir infraestructura hospitalaria no es cosa rápida. Como bien señala Bremmer “en el próximo decenio, a medida que los ciudadanos salgan de la pobreza, las clases medias crezcan y aumenten las expectativas de mejores servicios, los Gobiernos que estén retrasados en la creación de una buena red sanitaria se arriesgarán a la inestabilidad.”

Lamentablemente, los gobiernos no se sienten obligados a actuar hasta que sea necesario. Sin embargo, el aumento de los problemas crónicos de salud, sobre todo en los países de desarrollados, merece ya su atención debida ante las consecuencias que se avecinan para los gobiernos.


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