C.C.P Humberto Castillejos Cervantes, exconsejero jurídico de la presidencia

Hace unos años un interesado en integrarse a un gabinete estatal me preguntó que cuál era el cargo más influyente en la administración, a lo cual le contesté con un “depende”. Seguramente mi respuesta no lo sacó de su duda, incluso quizá la ahondó, pero le expliqué que la fuerza a los cargos se daba en la operación diaria, basado en la confianza personal y profesional que tenga el mandatario en sus funcionarios, independientemente del nombre del cargo.

Cómo olvidar por ejemplo a José María Córdoba Montoya, Jefe de Asesores del Presidente Salinas de Gortari, por cuya oficina pasaron las decisiones más importantes de esa administración. Por supuesto estuvo la figura de Liébano Sáenz, que desde la Secretaría Particular del Presidente Ernesto Zedillo jugó un papel más allá de la agenda presidencial, trascendiendo a muchos otros tipos decisiones. Ni que decir de Martha Sahagún quien al principio del sexenio foxista se desempeño como Coordinadora de Comunicación Social, para luego asumir un rol aún más cercano como primera dama, desde los cuales fue un personaje determinante en las decisiones de gobierno y otras. En el caso de Felipe Calderón esa confianza recayó en Juan Camilo Mouriño tanto en su papel de Jefe de la Oficina de la Presidencia como el de Secretario de Gobernación.

En el caso de la gestión del Presidente Peña Nieto, ha habido dos personajes en quienes ha recaído su confianza y delegación de poder, el hoy Canciller Luis Videgaray y usted en el cargo al cual renunció a principio de semana como Consejero Jurídico del Ejecutivo Federal, posición que fue recientemente elevada a rango de Secretaría de Estado.

Usted ejerció gran influencia en el cabildeo político, en la implementación de las políticas más relevantes de esta administración, así como en el diseño de muchas de las reformas estructurales que marcarán históricamente el paso de Peña Nieto como Presidente de México.

Su renuncia es difícil de leer en cuanto a las razones, entre las que están las estrictamente personales así como especulaciones que lo ubican en otros cargos pero que no hacen mucho sentido. Quienes lo ven en otra posición en el gabinete no pueden explicar qué necesidad habría de una renuncia previa en lugar de simplemente hacer los enroques clásicos de la política. Se habla también que su siguiente paso sería ocupar una vacante, que hoy no existe, en la Suprema Corte de Justicia, para lo que debe dejar pasar un año, sin embargo es un volado suponer que el Presidente estará en junio o julio de 2018 en posición política de proponer a un Ministro en vísperas de las elecciones más competidas de la historia o peor aún después de ella si el resultado no fuera favorable para el PRI.

Las razones de su renuncia las revelará, como siempre, el tiempo. Lo que hace difícil de descifrar su salida es que un hombre que ejerció tanto poder e influencia en este país deje de un día para otro ese papel para irse a su casa. El puesto más influyente de la administración no es el que tenga más atribuciones legales, es el que el Presidente le de esa confianza y hasta esta semana Usted fue una de esas personas, dejándolo junto con una gran incógnita ¿por qué?