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1 de mayo, el hartazgo social es genuino

Por - 04/05/2016

Los gobiernos en Querétaro siguen sin comprender que los intentos desestabilizadores se envuelven en un legítimo ambiente de hartazgo social que siguen sin atender

 1 de mayo, el hartazgo social es genuino

Los hechos del pasado domingo 1 de mayo dejaron patente, una vez más, que en Querétaro existe un desencuentro importante entre las nuevas administraciones panistas, y un sector de la población.

Mucho se ha hablado del convulso comienzo de Marcos Aguilar al frente del gobierno municipal de Querétaro, sin embargo, es justo decir que si bien ha combatido menos frentes, el de Francisco Domínguez también ha tenido varios huracanes que sortear.

El reto al que ambos gobernantes se enfrentan es tan mayúsculo como lo previeron desde sus campañas electorales. La caída en los índices de seguridad, tanto oficiales como de organismos privados, la generalizada precarización del empleo o la mala planeación urbana, son solo algunos de los temas que hoy en día afectan el ánimo de los queretanos, que son cada vez más consientes de ello.

En siete meses de gobierno, como es natural preverlo, no ha sido posible conseguir logros importantes que reviertan los temas que más le preocupan a los queretanos, pero la urgencia es mucha y los nuevos gobernantes son ahora los blancos de la exigencia ciudadana.

Lo que ha faltado, tanto en Francisco Domínguez como en Marcos Aguilar, es tener la capacidad de entender el tamaño del hartazgo ciudadano, ese que bien reconocieron en campaña, que fueron capaces de hacer visible y por el que lograron conseguir el voto mayoritario de los queretanos.

La decisión de cancelar el desfile y abandonar el templete el pasado 1 de mayo, que si bien fue tomada desde las cúpulas sindicales, pudo ser persuadida por el gobierno estatal, fue una muestra de la falta de empatía que, como naturalmente sucede desde el poder, tiene el gobierno en turno con los problemas de los queretanos.

Si bien es cierto que las protestas que terminaron por descarrillar el desfile pudieran tener un origen más político que ciudadano, no se puede soslayar que existen importantes inconformidades en la clase trabajadora, empezando desde los propios burócratas, tanto estatales como municipales, que enfrentan cambios históricos que son difíciles de asimilar, como las jubilaciones en el gobierno estatal y las concesiones en el municipal.

Tampoco se puede dejar de lado que, más allá de los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), una organización especialmente experta en la protesta social como mecanismo para la protección de intereses políticos, existen muchos trabajadores de la educación que están genuinamente en contra de la Reforma Educativa, o qué decir de los trabajadores que siguen sufriendo los perjuicios la última Reforma Laboral.

Existe en Querétaro, como en muchas partes del país, un ambiente tenso, un caldo de cultivo que fomenta la inconformidad social, un hartazgo generalizado que solo ha sabido comprenderse desde lo electoral, pero que no habido quien logre atajar ya en el ejercicio del poder.

Ser incapaz de entenderlo somete a los gobiernos a escenarios como el vivido el pasado domingo en Querétaro, donde convergen intereses legítimos y otros más oscuros, ambos con la intención de combatir proyectos políticos, pero unos fomentados por la desconfianza y la desesperanza social, y otros con el objetivo de recuperar la silla perdida.

Es importante hacer consiente y discutir sobre los grupos o personajes que por intereses políticos enfrentan gobiernos usando como bandera la protesta social, pero más importante aún es entender que esos esfuerzos serían inocuos sino estuvieran envueltos en un ambiente de hartazgo social.

Ya se dijo en las crisis que ha tenido que sortear Marcos Aguilar como presidente municipal; no es descabellado pensar que alguien con algún oscuro interés haya movido los hilos para fomentar el paro de labores de los policías, pero esto habría sido imposible de no haber existido una legítima inconformidad al interior de la tropa por la mala dirección a la que estaban siendo sometidos.

Mientras el discurso de los gobiernos siga fomentando la cacería de brujas y el desarrollo político pretenda solo confrontar los minúsculos intereses oscuros y no enfrentar el ánimo ciudadano, seguirán contando con el desprecio generalizado de una sociedad que cada vez confía menos en sus políticos.

Y las crisis, hechizas o no, se seguirán presentando para el deleite de unos cuantos.


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