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La oposición incendiaria

Por Staff Códice Informativo - 06/06/2020

Algo que ha caracterizado a Pancho Domínguez, pese a ser un líder muy destacado dentro de la oposición, es la prudencia con la que se […]

 La oposición incendiaria

Foto: Forbes

Algo que ha caracterizado a Pancho Domínguez, pese a ser un líder muy destacado dentro de la oposición, es la prudencia con la que se conduce frente al gobierno federal. En reiteradas ocasiones, tanto en su faceta de mandatario como cuando encabezaba la Conferencia Nacional de Gobernadores (CONAGO), a Domínguez se le observó cercano al presidente Andrés Manuel López Obrador y cordial en su trato con los funcionarios federales.

Aunque tampoco es una persona complaciente, el mandatario queretano nunca ha sido pronto para la descalificación ni para “repartir culpas“. Si una decisión federal le molesta o la considera poco apropiada para el contexto estatal, el gobernador lo hace saber e insiste en hacer valer la soberanía. No obstante, nunca echa mano de teorías de la conspiración ni atribuye al gobierno federal intenciones más allá de una momentánea ineptitud o una ceguera centralista.

Lo que queremos decir con esto, es que para Pancho Domínguez no hay “sótanos del poder”, y en esto contrasta con otros mandatarios que han hecho de la tensión con Andrés Manuel López Obrador su marca política personal. En este sentido destaca el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, quien en días recientes se ha vuelto tendencia nacional por las manifestaciones en su contra debido a la muerte de Giovanni López, quien supuestamente murió en manos de policías municipales en el municipio de Ixtlahuacán.

La primera reacción de Alfaro ante las manifestaciones multitudinarias que se cebaron con el Palacio de Gobierno y culminaron con destrozos en comercios del Centro Histórico de Guadalajara e incluso un policía quemado, fue responsabilizar al gobierno federal e insinuar que el descontento popular había sido azuzado desde los “sótanos del poder” en Palacio Nacional. Lamentablemente para el gobernador tapatío, la declaración estuvo lejos de dejar satifecha a la población jaliciense. Se supo que policías vestidos de civil habían detenido manifestantes y transeúntes y los habían desaparecido durante varias horas, por lo que el gobernador tuvo que cambiar su estrategia al grado de sugerir una fisura, o “cisma”, que habría permitido la desobediencia de los cuerpos policiales y un desacato de la Fiscalía estatal contra su autoridad como gobernador.

Poco después de la declaración de Alfaro responsabilizando al gobierno federal, siete gobernadores salieron a defender su actuación y sus dichos, sugiriendo además la necesidad de formar un frente contra los “intentos de desestabilización” presuntamente lanzados desde el Palacio Nacional. Pancho Domínguez, quien en otras ocasiones, como el semáforo ante la pandemia de COVID-19, no dudó en “ponerse al brinco”, brilló esta vez por su ausencia y quizá hizo muy bien.

Hoy en redes sociales, ciudadanos de toda condición social prácticamente acusan a Alfaro de fomentar la desaparición forzada de personas y actuar igual que su homónimo, el panista Francisco Ramírez Acuña, quien durante su gestión como gobernador de Jalisco reprimió duramente las manifestaciones “antiglobalización” en mayo de 2004 y que pasó a la historia del estado como un símbolo de represión, crueldad, autoritarismo y desprecio hacia las inquietudes de los y las jóvenes. Al actual mandatario occidental hoy hasta con Mussolini lo comparan, aprovechando cierto parecido físico.

El sambenito de represor y autoritario, le costará quitárselo de encima y lo que es peor, esas acusaciones probablemente salpiquen a los gobernadores que lo respaldaron. Pancho Domínguez, en ese sentido, queda limpio y ajeno a un problema político que tanto Enrique Alfaro como Andrés Manuel López Obrador han intentado capitalizar según su conveniencia. Lo que es mejor, además queda como un mandatario ajeno a “grillas” y enfocado en la reapertura económica de Querétaro y el combate a la pandemia de coronavirus, que en la entidad aún no alcanza su momento “pico”.

Si la oposición quiere recuperar el poder, lo último que le conviene es abonar a la retórica del “país dividido” de la que se ha acusado reiteradamente al presidente Obrador. Esto Pancho Domínguez lo entiende muy bien, como también entiende que no aporta nada ser un “gobernador incendiario” y que más bien hay que enfocarse en los activos con los que cuenta el estado, sobre todo desde el punto de vista económico. Si el gobernador queretano continúa por esa ruta, es probable que, en un escenario de fuego generalizado, los ojos comiencen a mirar hacia Querétaro y lo perciban como un oasis de tranquilidad, desarrollo y recuperación económica. Esa es la apuesta de Pancho Domínguez y lo que esperamos es que salga bien.

 


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