El sexenio con más homicidios, muestra del fracaso de la militarización de Calderón, Peña y AMLO

Que el presidente de la República haya reconocido la obviedad de que su sexenio es el que más homicidios ha registrado en la historia de México, es solo muestra del fracaso de la estrategia militar iniciada por Felipe Calderón y continuada por sus sucesores, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador, poniendo en tela de juicio su capacidad para resolver una crisis que ya ronda los 400 mil muertos y 11 mil personas desaparecidas.

Hoy, los que antes apoyaron a Calderón con el inicio de esta vorágine de violencia bautizada como “Guerra Contra el Narcotráfico”, que fue liderada por un funcionario con vínculos con el narcotráfico y que ha sido juzgado en Estados Unidos, Genaro García Luna, critican que el presidente de la República quiera, a fuerza de decretos, intenta militarizar de lleno la seguridad del país, esto, integrando a la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional.

Sin embargo, ninguno de los partidos que ha gobernado estos tres sexenios tienen la humildad política de reconocer sus errores como un primer paso para dar un golpe de timón real que reduzca la violencia y, así, se reconozca el sufrir de miles de personas inocentes afectadas por un descontrol total de territorios enteros, donde son los criminales el Estado paralelo que gobierna de facto a la población.

¿La solución? Quién sabe. Ni la sociedad civil ni el gobierno parecen tener una solución. Entre su dolor, las madres buscadoras de personas desaparecidas, ante los peligros que enfrentan, entre secuestros y asesinatos como el de Maricela Escobedo, hacen un llamado desesperado para negociar con el crimen organizado el poder darles dignas sepulturas a los muertos víctimas de esta ridícula guerra.

Que el presidente López Obrador haya considerado esta iniciativa como algo positivo, solo es el reconocimiento, como ellas mismas dijeron, de su incapacidad para poder controlar la crisis y que hoy, además, tuvo un reconocimiento a medias de fracaso, porque para el presidente esto es una herencia de los gobiernos anteriores.

En fin, la clase política del país sigue con los ojos vendados tratando de manejar la crisis, llevando en una mano las armas del ejército y, en la otra, su propia soberbia.