El dilema de las candidaturas plurinominales
Eliminar a los plurinominales parece muy atractivo, sobre todo, si se analiza los nombres de las personas que encabezan actualmente las listas de los partidos
Aunque el tema no es nuevo, luego del tercer debate presidencial, la posibilidad de eliminar las candidaturas presidenciales volvió a colocarse en el ojo de la opinión pública, pues Claudia Sheinbaum adelantó que hará suya esta propuesta que en meses anteriores el presidente Andrés Manuel López Obrador ya había planteado.
Así, a botepronto, eliminar a los plurinominales parece muy atractivo, sobre todo, si se analiza los nombres de las personas que encabezan actualmente las listas de los partidos: Marko Cortés, Alito Moreno y Jesús Zambrano van en primer lugar para ocupar un lugar en la Legislatura vía representación proporcional.
Algo similar pasa en Morena, donde los “expresidenciables” Adán Augusto, Gerardo Fernández Noroña y Marcelo Ebrard también van en las primeras ‘pluris’ rumbo al Senado. Pero esto no es nuevo, históricamente los partidos han utilizado estos puestos para premiar a sus élites y dirigentes, a fin de asegurarles un escaño al que probablemente no accederían por medio del voto.
Y es que es innegable que muchos de estos personajes cargan con descrédito y poca popularidad entre la ciudadanía, y que las candidaturas plurinominales son cuotas o compromisos adquiridos en el juego político. Esa es la parte negativa.
Sin embargo, en un principio, la creación de los puestos plurinominales buscó dotar de representación a aquellas fuerzas políticas que estaban en desarrollo y que difícilmente podían competir con la maquinaria del partido hegemónico que dominó el país la mayor parte del siglo XX: el PRI.
Y es que la representación proporcional buscó asegurar la participación de las distintas voces, aunque estas fueran pequeñas. Un ejemplo reciente de ello, fueron las elecciones estatales del 2021 en Querétaro. En la entidad, el Partido Acción Nacional tuvo un desempeño avasallador, y ganó prácticamente todos los puestos en disputa, desde la gubernatura, pasando por el Senado y hasta el Congreso local, donde ganó todas las diputaciones que se eligieron por votación.
Sin embargo, debido a que Morena fue el segundo partido más votado, y a que existen las candidaturas plurinominales, el partido guinda pudo meter a la LX Legislatura de Querétaro a cinco diputados de su partido, lo que permitió a esta fuerza política, aunque en clara desventaja, participar de los procesos legislativos en la entidad.
Si no existieran los plurinominales, el PAN habría dominado por completo la escena política del estado. Aunque en la práctica Morena tiene poco margen de negociación, pues el PAN alcanza la mayoría calificada, tiene cierto grado de negociación con la fuerza política dominante y funciona como contrapeso.
Eso es lo que pierde de vista Morena a nivel nacional, donde las preferencias electorales parecen favorecerlos, pues con su actual intención de voto, suena sumamente atractivo eliminar los puestos plurinominales. ¿Pero si el escenario cambia, y hay una fuerza política que los venza de manera avasalladora? Entonces no existirá ningún contrapeso.
Desde los cuernos de la luna, Morena puede pecar de soberbia, y darse, sin quererlo, un balazo en el pie. Aunque hay cosas negativas en la forma en que se han operado las candidaturas plurinominales, la respuesta no debería ser su eliminación, sino formas más efectivas para su designación. Que no se conviertan en un botín político. Idear formas de regulación deberá estar en manos de las autoridades electorales y de los ideólogos democráticos, y lejos, sin duda, de las manos de los políticos.