Covid-19, politólogos chafas y comparaciones facilonas
Yo comenzaría diciendo que un fenómeno que no se mide no se puede conocer, si no se conoce no se entiende y si no se entiende no se puede pensar en modificarlo
Dice la máxima que lo que se mide se puede mejorar.
Yo comenzaría diciendo que un fenómeno que no se mide no se puede conocer, si no se conoce no se entiende y si no se entiende no se puede pensar en modificarlo.
Ese proceso de conocer y entender lo que nos rodea tiene varios tipo y niveles.
En los cursos básicos de metodología de la investigación de nivel medio superior se entiende que hay varios tipos de conocimientos. Uno de ellos es el conocimiento científico.
El conocimiento científico, frente al resto de los conocimientos tiene varias ventajas para desentrañar la realidad.
El conocimiento científico se obtiene a través de métodos rigurosos, es colaborativo, es replicable, es ordenado. Eso le trae una desventaja… toma más tiempo.
Tanto en física, química y ciencias políticas importa por igual el resultado de una investigación como el método empleado para llegar a él.
Todo el proceso se comparte con pares científicos que indagar posibles fallas en la construcción de las proposiciones de causalidad.
En el marco de la pandemia de Coronavirus, un fenómeno cuya atención requiere echar mano del conocimiento científico contenerlo, hemos sido también bombardeados con proposiciones y dislates que tal vez sean muy útiles para la propaganda política pero no para conocer la realidad y transformarla.
Tal es el caso de las comparaciones. Y en el ejercicio mismo hasta la máxima autoridad en materia de salud ha pecado.
La forma de presentar los casos acumulados por parte de la OMS da pie a comparaciones “facilonas”, que no soportan el más mínimo rigor del método comparado para llegar a conclusiones de causalidad.
Contar fallecidos y presentarlos en forma de ranking, en las que se compara poblaciones distintas, hace llegar a muchos a conclusiones apresuradas sobre dónde ha pegado con más dureza el virus.
El método comparado es una de las principales herramientas en la ciencia política, en el derecho y la sociología.
Entre los politólogos más destacados que han empleado el método comparado se encuentran Arendt Liphart, Norberto Bobbio y Giovanni Sartori.
Entre sus requisitos básicos se encuentra la elección de pocos casos y el análisis profundo, sistemático y pormenorizado de numerosas variables.
Lamentablemente, en los espacios de opinión durante esta pandemia es frecuente encontrarnos con politólogos que hacen comparaciones facilonas entre México y otros países, sin método pero con mucha intencionalidad política.
Lo que más circulan son las narrativas, en las que se simplifican protagonistas y antagonistas que están en conflicto. Es decir, “cuentos” que se cuentan en el marco de la lucha por el poder.
Si lo que busca es entender la realidad, desconfíe de quien atribuya a un solo personaje o sola variable la mortalidad y prevalencia del Covid-19 en México.