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Mes patrio, ¿Qué onda?

Por - 13/09/2017

Pertenezco a una generación en la que el amor por México y el respeto a sus símbolos, eran valores inculcados desde el hogar y la […]

 Mes patrio, ¿Qué onda?

Pertenezco a una generación en la que el amor por México y el respeto a sus símbolos, eran valores inculcados desde el hogar y la escuela. El espíritu cívico era parte de nuestro ADN, ahora difícil de detectar. Punto de inflexión para entender, en parte, la visión del mexicano por su patria, de la que habla sin pudor, adentro y afuera, a la que le exige todo sin dar mucho a cambio.

A una joven estudiante mexicana en el país vecino, le pidieron exponer en clase un tema ante sus compañeros, y ella eligió hablar sobre México. Comparto algunos fragmentos de su ponencia que motivaron mi reflexión.

Estoy tan orgullosa y enamorada de mi país que voy a hacer todo lo posible para que otros puedan verlo a través de mis ojos. Por desgracia, la situación política actual, debido a la corrupción y al tráfico de drogas, ha dañado la imagen de México en nivel internacional. Cada vez más, lo asocian con asaltos, secuestros, violencia. Es cierto que tenemos muchos problemas, pero también muchas fortalezas. Hoy quiero hablar sobre la belleza de mi país y de su gente”.

“Somos extremadamente patrióticos. Tenemos un gran aprecio a nuestro himno nacional y a nuestra bandera. ¿Has visto a un mexicano cantando el himno en un evento internacional?, se nota el orgullo en su cara pintada tricolor con lágrimas en los ojos. Podemos quejarnos de la situación económica o criticar al gobierno pero cuando un extraño se atreve a hablar mal de México, lo tomamos tan personal como si estuviera hablando de nuestra propia madre”.

“Nos solidarizamos, sea cual sea la situación, si se necesita ayuda ahí están los mexicanos, especialmente, cuando hay un desastre natural tenemos la capacidad de cooperar hasta el límite (como ahora después del último temblor)”.

“Los valores familiares son parte de la cultura mexicana; la familia es primero, segundo y tercero. La colocamos por encima de todo. Estamos educados con valores; somos generosos, compartimos lo que tenemos y felices a pesar de la circunstancia”.

“Somos los mejores anfitriones del mundo. Un mexicano se asegura de hacer sentir al otro como en su casa. Somos agradecidos por naturaleza, tendemos a decir gracias muchas veces y siempre apreciamos lo que otros hacen por nosotros. Tenemos espíritu festivo y alegre, incluso ante las cosas más graves, tristes o vergonzosas. En cualquier parte de México, encuentras colores brillantes, globos, comida, flores y dulces”.

“Podría seguir hablando horas de mi increíble País y aun así, no sería suficiente para que capten lo que grandioso que realmente es. No pierdas la oportunidad de ir a México y conocerlo, ¡lo amarás!”.

¡Cómo quisiera que los 37.5 millones de jóvenes mexicanos de 12 a 29 años, pensaran como ella! Difícil anhelo cuando un alto porcentaje de esta población se enfrenta a un futuro doloroso, sin oportunidades, con magros salarios, sin posibilidad de cubrir las expectativas de una vida moderadamente satisfactoria. Es cuando me pregunto ¿qué onda con todos ellos? ¿qué onda con los adultos que les heredamos un país en crisis, de corrupción, impunidad y cinismo? ¡Qué difícil responder sin dolor ni culpa…!

Muchos de estos jóvenes desconocen que, a mediados del siglo pasado, hubo políticos y funcionarios honorables como Vasconcelos, Torres Bodet, Yáñez, Pellicer, entre otros, que ocuparon altos cargos en el gobierno mexicano, dignificando el quehacer político y nos heredaron un legado intelectual del que ahora, en el siglo XXI, estamos urgidos. Desafortunadamente el hálito que envuelve a los jóvenes es el del hartazgo de los políticos, la corrupción, la impunidad, las escasas oportunidades que les impiden vivir feliz y dignamente.

Los adultos de hoy, somos responsables del México que les heredamos a estas jóvenes generaciones que han crecido en medio de crisis, devaluaciones, inseguridad, corrupción; que prefieren sumergirse en la web porque no tienen líderes a quien seguir; que saben cuándo alguien les está mintiendo, y que necesitan salir de su País para dejar de hablar “mal de México”. ¿Qué onda con ellos y con nosotros?


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