Trump, China y el lujo: cómo afecta al consumidor final
Marcas de prestigio habían escondido que gran parte de su producción proviene de China

Las recientes tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, avivadas por los nuevos aranceles anunciados por el presidente Donald Trump, han sacado a la luz una realidad que durante años, muchas marcas de prestigio habían escondido: gran parte de su producción proviene de China, incluso cuando su imagen pública promueve valores de exclusividad y manufactura local.
Firmas de renombre como Hermès, Dolce & Gabbana, Nike o Lululemon han sido señaladas por fabricar una porcentaje considerable de sus productos en territorio chino. Este modelo les permite optimizar costos y mantener altos márgenes de ganancia, aunque pone en entredicho la narrativa de autenticidad y calidad artesanal que muchas de estas marcas promueven.
Esto no solo ha sorprendido a consumidores, que esperaban un proceso artesanal europeo, sino que también ha abierto conversaciones sobre la transparencia en las cadenas de suministro globales.
Está guerra arancelaria ha traído consecuencias no solo para las empresas, sino también para los consumidores. Hermès, una de las casas de lujo más exclusivas del mundo, anunció que aplicará una prima adicional a todos sus productos vendidos en Estados Unidos a partir del 1 de mayo. Este incremento, que se suma a los ajustes anuales de entre el 6% y 7%, busca compensar el impacto directo de los aranceles.
“Vamos a compensar totalmente el impacto de estos nuevos aranceles aumentando nuestros precios de venta en Estados Unidos a partir del 1 de mayo, en todas nuestras líneas de negocio”, declaró el director financiero de Hermès, Eric du Halgouët.
La empresa ya había advertido desde febrero sobre la posibilidad de subir precios si las tensiones comerciales se mantenían. Ahora, con medidas concretas, se vuelve evidente que el consumidor final será quien asuma el costo del conflicto comercial.