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Documento del Vaticano revela que Juan Pablo II y Benedicto XVI ignoraron abusos de cardenal estadounidense

Por Staff Códice Informativo - 10/11/2020

Se trata de Theodore McCarrick, a quien se le acusó en su momento por abusar sexualmente de varios seminaristas. Hasta el momento es el prelado de más alto perfil al que se relaciona con casos de abuso sexual en los Estados Unidos

 Documento del Vaticano revela que Juan Pablo II y Benedicto XVI ignoraron abusos de cardenal estadounidense

Foto: Especial

Poco más de dos años después de que el exnuncio apostólico de los Estados Unidos, Carlo María Viganó, acusara al papa Francisco de encubrir los abusos del cardenal Theodore McCarrick, una investigación arrojó que quizá Francisco tenga menos responsabilidad de la que Viganó le atribuye.

Los que no quedan tan bien parados son los dos predecesores, quienes al parecer conocían las acusaciones que pesaban sobre el entonces arzobispo de Newark, quien posteriormente ocuparía la sede episcopal de Washington D.C.

Nacido en una familia de clase trabajadora de Nueva York en 1930, McCarrick inició su ascenso en la carrera eclesiástica al ser nombrado obispo de Metuchen, Nueva Jersey en 1981. Cinco años después, el papa Juan Pablo II lo nombró arzobispo de Newark, una de las pocas diócesis en los Estados Unidos donde más del 50% de la población es católica.

Fue en esa época cuando comenzaron a circular rumores sobre presuntos actos sexuales indebidos por parte del prelado. No obstante, la mayoría de las víctimas de las que se hablaba en aquel entonces eran personas adultas, destacando varios seminaristas y sacerdotes de Newark, quienes alegaban haber recibido “tocamientos indebidos” por parte del arzobispo.

A pesar de estas acusaciones, que para 1995 eran extensamente conocidas en la Arquidiócesis de Newark y que además habían llegado a oídos de otros prelados estadounidenses, el Papa Juan Pablo II visitó esa ciudad, lo que algunos interpretaron como un gesto de cordialidad hacia McCarrick, quien por entonces destacaba debido a las ingentes sumas de dinero que destinaba a proyectos personales personales de Juan Pablo II, sobre todo referentes a la lucha contra el comunismo.

Con el paso del tiempo, las acusaciones por parte de seminaristas continuaron fluyendo. No obstante, esto no impidió a McCarrick seguir creciendo en su carrera eclesiástica, pues en noviembre del año 2000, el papa lo nombró arzobispo de Washington D.C. uno de los puestos más codiciados entre los prelados estadounidenses debido al poder político que entraña.

En 2005, al cumplir la edad límite que tienen los obispos para ejercer, McCarrick renunció al arzobispado. En este sentido, no queda del todo claro si Benedicto XVI, pontífice en ese momento,  presionó a McCarrick para renunciar antes. Lo que sí es un hecho es que poco antes le había concedido una prórroga de dos años, que le revocó de inmediato.

A pesar de esto, el papa, por tratarse de abusos a adultos, se negó a abrir un proceso o una investigación más concluyente sobre el comportamiento de McCarrick.

Fue hasta 2018, cuando el cardenal Viganó acusó a Francisco de encubrimiento, que el caso volvió a salir a la superficie destapándose, esta vez sí, casos de abuso por parte del cardenal contra menores de edad.

Al no haberse iniciado ninguna investigación exhaustiva durante el pontificado de Benedicto XVI, el antiguo arzobispo de Newark y Washington D.C. siguió fungiendo como cardenal, llegando incluso a concelebrar con el papa Francisco en el año 2015. No obstante, al conocerse las acusaciones de Viganó, el papa decidió abrir, ahora sí, un proceso contra el cardenal McCarrick.

La investigación ordenada por Francisco arrojó que los dos papas anteriores habían tolerado a McCarrick pese a que habían recibido noticia sobre su comportamiento con seminaristas. Además, se reveló también que el cardenal había abusado de un adolescente durante los años setenta, cuando era sacerdote en la Arquidiócesis de Nueva York.

Una vez corroborada esta última acusación, el papa Francisco ordenó medidas disciplinarias contra el prelado, así como su separación del colegio cardenalicio, un hecho que no se veía desde 1927, cuando Pío XI exigió la renuncia del cardenal francés Louis Guillot por apoyar al movimiento protofascista “Acción Francesa“.

De acuerdo Andrea Tornelli, quien se desempeña como jefe de prensa del Vaticano, pese a que sabían de las acusaciones lanzadas por seminaristas, ni Benedicto XVI ni Juan Pablo II actuaron de mala fe, pues aunque tenían información, esta estaba “incompleta”.

No obstante, aún quedan dudas respecto a qué tanto la cercanía de los papas, particularmente Juan Pablo II, con McCarrick influyó en que se le permitiera mantener su carrera.


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