Blues, aplausos y poesía para conmemorar a “El Diablo”

José María Urrutia, Centro Universitario de Periodismo de Investigación (CUPI)

Independencia esquina con Vergara, un lugar que destila arte y rebeldía. Una vez al año, la vibración de este jardín nos lleva a escenarios que podrían pertenecer más bien a Louisiana o Mississippi. Swifts de guitarras, ritmos de baterías y compases de bajos lo van inundando todo poco a poco. La música se apodera del ambiente e hipnotiza a los turistas con su encanto.

Cientos de personas se congregan a disfrutar y deleitarse con las canciones de bandas como Rumorosa Blues Band, Cultural Blues Band, El callejón Blues Band y Follaje. Es de noche, es domingo y el blues está presente.

Seis, seis, seis, diablo

18 filas de seis sillas, aproximadamente, permiten a algunas personas mantenerse sentadas durante los conciertos. Otros tantos permanecen de pie. Banda tras banda, canción tras canción, el blues atraviesa los poros de los asistentes cada año vienen a este jardin para experimentar la epifanía que marcó a Robert Johnson en aquel oscuro cementerio de Hazelhurst.

Sin embargo, esta vez hay algo distinto: una ausencia entre los integrantes de La Rumorosa. Hace un año que no está. Es irónico y poético que no esté en el sexto festival, pues el blues, como el número seis, se ha asociado, desde las remotas épocas en que surgió en los deltas del Mississippi, con el mismísimo Príncipe de las Tinieblas.

Con playeras negras en las que se leía “El Diablo”, los integrantes de la agrupación salieron a dar vida a Julio César Cervantes, quien ahora toca junto a los grandes en donde el fuego no se apaga y la polilla no muere.

“Poncho”, Israel, Jorge, Favio y Santiago representaron con música diversos pasajes en la vida de su amigo.

“Un abrazo a Julio César Cervantes, dondequiera que esté”, expresó, con emoción, el vocalista de Rumorosa, antes de interpretar una melodía minutos antes de las 6 p.m. Otra vez el seis.

Armónicas y baterías, el alma del festival

Debajo del escenario las personas bailaron en el Jardín del Arte. El tambaleo de las cabezas al ritmo de las percusiones marcó el son del festival. Entra más gente de la que sale.

El blues es cautivador, capta la atención y une a las personas al compás de sus canciones. Guitarras, armónicas, baterías, bajos y voces. Un quinteto de canciones es lo que canta, aproximadamente cada agrupación. A través de la música, la ciudad respira.

En esta sexta edición del Queretablues, que comenzó el jueves 15 de agosto, participaron doce bandas en total. Los árboles, las fotografías y las sonrisas acompañaron el caminar y la escucha de los asistentes.