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Asentamientos irregulares: Un postapocalipsis urbano

Por Staff Códice Informativo - 05/07/2019

La falta de servicios básicos y la escasa conectividad con el resto de la ciudad, hacen de habitar asentamientos irregulares una experiencia difícil y llena de peligros sanitarios

 Asentamientos irregulares: Un postapocalipsis urbano

A simple vista no se nota, pero junto al camino que conduce al Centro Expositor, a pocos metros de lujosos fraccionamientos, cerca de 200 familias se apiñan entre construcciones de cartón, madera, lámina o tablarroca. El panorama, sacudido por las tolvaneras y los remolinos debido a la falta de pavimentación, es el que ofrece el Segundo Barrio de Dolores.

Alguna vez fue un asentamiento irregular. Hoy, algunos habitantes pueden asegurar la legítima propiedad de sus viviendas. Otros, no obstante, sigen entre la precariedad, las ruinas y la incertidumbre.

La totalidad de las casas cuenta con energía eléctrica. Algunas incluso tienen televisión y las menos, las de quienes puden darse un “lujito“, hasta servicio de internet. Existe, no obstante, un generalizado problema de drenaje y agua potable. Tampoco hay servicio de gas. Conseguir agua para las labores domésticas puede volverse toda una odisea.

Esta situación, obviamente, favorece la proliferación de una higiene pobre y condiciones sanitarias poco propicias para preservar la salud de los habitantes. La fauna nociva encuentra muy fácil habitar las viviendas con suelo de tierra y paredes de cartón. Por otra parte, el estancamiento de agua favorece la reproducción de los mosquitos y de las bacterias, las cuales provocan constantes padecimientos intestinales sobre todo entre los menores de edad, que no son pocos aquí.

En invierno, la mayoría de las viviendas carecen de métodos para garantizar la calefacción de sus ocupantes. Para calentarse, los residentes deben utilizar cobijas y, cuando las condiciones son particularmente hostiles, pequeños fogones o anafres de madera o de carbón. Esto agrega un riesgo mayor a la situación en que habitan estas personas, en tanto favorece el desarrollo de incendios y, además, introduce el riesgo de muerte por intoxicación.

En verano, por el contrario, la lámina de las viviendas acumula calor y la falta de agua hace difícil para los habitantes refrescarse en lo que se convierte en verdaderos hornos habitacionales.

La irregularidad en la posesión de los predios, introduce otro problema más para los pobladores. Como en muchos casos no hay un dueño claro, la violencia es moneda corriente. No pocas veces se ha escuchado sobre amenazas o intimidaciones a familias para que cedan su predio a terceros. Las amaenazas por lo general se dirigen contra los cabezas de familia, aunque no es inusual que tengan a personas más vulnerables entre sus objetivos.

La configuración de los asentamientos irregulares favorece la irrupción de personajes caciquiles que, bajo la promesa de regularizar los servicios, cotrolan y polarizan estas comunidades favoreciendo un tejido social poco sano y sutaciones conflictivas que al final detonan otro tipo de problemas como drogadicción, vandalismo y delincuencia.

El transporte es otro problema que agobia a esta comunidad. Sin vialidad clara, acceder en auto es difícil, el problema, es que el transporte público tampoco está tan a la mano, por lo que los residentes de la zona deben caminar bastante y esperar un buen tramo de tiempo para poder llegar a sus trabajos y escuelas.

En 2017, cuarenta familias de este predio fueron desalojadas luego de una amplia disputa entre pobladores y contra el gobierno municipal de El Marqués. Desde entonces, la situación en el Segundo Barrio de Dolores se ha vuelto mucho más tranquila. Por desgracia, aún hay muchos asentamientos irregulares donde condiciones como éstas se repiten en varios puntos de la Zona Metropolitana. La erradicación de los asentamientos irregulares es una medida necesaria para garantizar una ciudad habitable y, en última instancia, segura.


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