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Perla: un cuarto de hotel, un puño de pastillas y la decisión de terminar con su embarazo

Por Staff Códice Informativo - 13/08/2018

Perla es una chica queretana que a los 22 años decidió abortar, pues no tenía las condiciones económicas ni el respaldo de su pareja para cuidar a a un bebé; esta es su historia

 Perla: un cuarto de hotel, un puño de pastillas y la decisión de terminar con su embarazo

Foto: Especial

En el 2016 Perla era una joven de 22 años que recién había terminado su licenciatura en una carrera que la apasionaba, soñaba con viajar y estudiar una maestría que le brindara mejores oportunidades laborales.

Tiempo atrás había conocido a un hombre en su trabajo con el que congeniaba en varios aspectos, eran amigos y salían de vez en cuando, y un día sin haberlo planeado tuvieron relaciones sexuales… sin protección. Después de un mes y la ausencia de la menstruación, Perla se realizó un par de pruebas caseras, las cuales le marcaron un resultado negativo, sin embargo, fue con un análisis de sangre que supo que estaba embarazada.

“Técnicamente me había esperado a que se cumpliera casi dos meses de embarazo y me asustaba muchísimo la idea porque él era una persona que dentro de mi trabajo, tenía una posición alta, y cuando le mandé un mensaje para decirle que era algo muy importante, pues él no me quiso creer en primera instancia, luego tampoco me quiso creer que estuviera embarazada de él (…) y me dice, ‘yo no lo quiero tener, te apoyo si no lo quieres tener’; pero más que apoyo, era como decirme ‘me estoy deshaciendo del problema y pues a ver cómo lo solucionas’ y yo le dije abiertamente: ‘¿estás hablando de un aborto?’ y me dijo: ‘sí, una prima lo hizo y le fue bien’, relató.

Para Perla el hecho de que el que había sido su pareja sexual no le brindara un acompañamiento en la toma de esta decisión le dio una razón más para no querer afrontar la futura maternidad.

“Nunca, nunca en mi mente, pasó la idea de recibir a un bebé con suma alegría; yo desde un principio dije: ‘no lo quiero, no sé si abortar o no abortar, pero no quiero ser madre’, expresó

Se encontraba en una etapa en la que no tenía la suficiente estabilidad económica y se negaba a traer al mundo a un niño al que no le pudiera dar lo que merecía; pese ya haber tomado la decisión, Perla decidió no contarle a su familia, quienes dentro de sus creencias católicas, la hubieran presionado para tomar una decisión que no quería.

Aún con cierta inseguridad de lo que se avecinaba, se acercó a una amiga, quien le dio el apoyo que necesitaba en la decisión de abortar; además se enteró que había muchas más mujeres a su alrededor que habían pasado por esa experiencia. Para ella fue sentir que no estaba sola y que la decisión que estaba por tomar, era suya y de nadie más.

Le informaron sobre un medicamento que la potencia del mismo y la dosis suficiente induciría al aborto, y la información iba adjunta a la advertencia de todos los posibles efectos colaterales.

“Le dije a este chico: ‘no lo voy a tener, voy a abortar, pero sí necesito que estés tú presente porque lo voy a hacer, pues tristemente, de una manera clandestina y lo voy a hacer aquí en la ciudad de Querétaro, lo voy a hacer en un lugar que obviamente que no es mi casa y necesito que tú pagues el medicamento, que se estés presente; porque si a mí me ocurre algo pues es parte de tu responsabilidad, tú eres el otro 50 por ciento de esto’ recordó.

Preparó todo para terminar con la pesadilla que estaba viviendo, obligando al otro responsable a cuidarla, apoyándose en sus dos mejores amigas para respaldarla y asegurarse que no terminara muerta después de todo.

Un hotel, una decisión y un montón de pastillas se conviertieron en su ruleta rusa personal. Perla tomó el primer grupo de 3 pastillas y ahí empezó la tortura; tenía dolores muy fuertes en el vientre, sangraba sin parar, y lo que parecía una agonía duró las cuatro horas que tenía que esperar para volver a tomar un tercio de pastillas; los síntomas se repitieron, en un ciclo interminable.

“La indicación era tomar 3 pastillas cada cuatro horas, la primera vez que me tomé las pastillas se me bajó muchísimo la presión, me puse muy pálida, estábamos afuera yo creo que a unos 26 grados y yo temblaba de frío; empecé a sangrar demasiado, pero una cosa extrema, incuantificable y era obvio que, de alguna forma, que (era por) el hecho de estar forzando al cuerpo a hacer este cambio”, precisó.

El dolor que Perla estaba sintiendo era tan intenso que empezó a vomitar, llegado un punto en el que ya no tenía fuerza para mantenerse en pie, por lo que el vómito y la sangre la rodeaban recostada en el suelo del baño de ese cuarto de hotel.

Con el apoyo de su mejor amiga logró superar las más de 12 horas que transcurrieron, interminables minutos en los que no existía más que dolor físico, y una sensación que en cualquier momento perdería la consciencia y despertaría en un hospital o peor aun, no despertaría.

Ella confiesa que lo que la hizo soportar tanto dolor fue pensar que estaba decidiendo por su futuro y que le fue muy difícil disimular con su familia, semanas después, que aun tenía síntomas y rastros de las pastillas.

Dos años después y mirando en retrospectiva, Perla asegura que no hay arrepentimiento de lo que hizo, y en el fondo, dentro de sus creencias, piensa que si había un alma en su interior, ese ser la perdonó.

Ahora estudia una maestría y todo lo sucedido la hizo recapacitar en su forma de hacer las cosas, en planificar su futuro desde raíz y a valorar su cuerpo, valorar que bajo ninguna circunstancia debe descuidar su propia seguridad; todo sin frenar su libertar de vivir su sexualidad como ella quiera.

“Entonces las mujeres que deciden ser madres las admiro, respeto mucho su decisión; pero quienes decimos no, creo que también debería respetarse nuestra decisión”, destacó.

Perla es una de las tantas chicas que recurren al aborto clandestino y se arriesgan a ser acusadas por este delito, porque sus recursos no son suficientes para viajar a la Ciudad de México, porque no hay quien las acompañe o simplemente porque no quieren exhibir el suceso frente a nadie por miedo a ser señaladas o criticadas

Según los datos que arroja el Sistema de Información de Interrupción Legal del Embarazo (ILE), de abril del 2007 al 9 de agosto del 2018, en clinicas de la Ciudad de México han sido atendidas 199 mil 230 mujeres en total, de las cuales 519 son provenientes de Querétaro.

En la entidad existen 11 carpetas abiertas de investigación sobre el aborto, en el Sistema Nacional de Seguridad Pública, dentro del rubro de Incidencia delictiva del fuero común.

Estos datos nos muestran un panorama parcial de la situación en el estado, así como las limitantes, como el miedo, que llevan a las mujeres a abortar de manera clandestina, arriesgando su integridad y su salud a largo plazo.


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