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Las grandes selecciones que se quedaron sin mundial para 2018

Por Staff Códice Informativo - 13/12/2017

La Copa Mundial de Fútbol que organiza la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA) es uno de los eventos universales por excelencia. Seguida en todo […]

 Las grandes selecciones que se quedaron sin mundial para 2018

Foto: Dean Mouhtaropoulos/Getty Images

La Copa Mundial de Fútbol que organiza la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA) es uno de los eventos universales por excelencia. Seguida en todo el mundo cada cuatro años, los jugadores de los países afiliados a la FIFA, que son incluso más de los que están afiliados a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), compiten cuerpo a cuerpo por estar en la llamada fase final, y aunque las selecciones nacionales participantes más importantes suelen estar en todas las citas, algunos equipos sufren reveses que quedan marcados en sus trayectorias.

Los siguientes son los equipos más importantes que no participarán en la Copa Mundial Rusia 2018, un análisis sobre su futuro a corto y mediano plazo.

 

Italia:

No solo es la mayor decepción de este mundial, sino probablemente la más importante de la historia, porque Italia está a altura de los dioses del Olimpo de selecciones de fútbol: Brasil como indiscutible primer lugar (ha participado en todas las competiciones mundiales y ha ganado cinco veces, más que ningún otro), seguido de unos peleados segundo y tercer lugar entre Alemania e Italia, ambos con cuatro triunfos y 17 participaciones, paridad que se romperá en 2018.

Que Italia se quede afuera es un escándalo de grandes proporciones para un país que vive a través del futbol. Hoy en día, la selección italiana atraviesa una crisis de identidad que quedó retratada cuando, días antes de su eliminación, el jugador Giorgio Chiellini criticara en público el estilo de juego impuesto por el técnico Pep Guardiola, pues considera que este ha hecho daño a los defensas italianos, posición que él ocupa.

Son ellos quienes han fallado en adaptarse al nuevo futbol, pues juegan con un sistema escandalosamente poco productivo, con tres centrales de talla pero con carrileros  anecdóticos. Uno ya no sabe de qué juega Alessandro Florenzi, un mediocampista central reconvertido a lateral derecho en la Roma, quien en la selección flota sobre una zona intrascendente de la cancha. Mismo caso el de Matteo Darmian, que ni defiende ni ataca, y se cansó de tirar centros descafeinados en el repechaje contra Suecia que jamás llegaron de forma decente a la cabeza del delantero Immobile.

También se acusa la falta de un líder indiscutible, de un crack del futbol. Desde que se fueron Alessandro del Piero y Francesco Totti, la azzurra no ha tenido figuras en la parte alta de la cancha. Apenas algunos remedos como en su momento Antonio Cassano y más recientemente Mario Balotelli, ambos talentos explosivos que prefirieron el ostracismo, condenados por sus temperamentos.

Lo único rescatable, y a pesar de que el Corriere dello Sport pidió en portada «que se vayan todos», es que Italia tiene una base de jugadores interesante que puede explotar en el futuro próximo.  Se fue Gianluigi Buffon, el último gran gigante del futbol italiano, dueño del arco desde hace casi dos décadas, pero tienen en la recámara a un Gianluigi Donnarumma que tiene todo para asegurarlo otros 20 años. Más adelante tienen futbolistas como Mattia Caldara, un joven central que juega en el Atalanta cedido por la Juventus; Bernardeschi, que debe ganar más protagonismo en la Juventus; Marco Verrati, un mediocampista de talla mundial (aunque no tan bueno como lo pintan, pienso); Lorenzo Insigne, indiscutiblemente el mejor italiano de hoy en día y quien vio la partida contra Suecia desde la banca; o Patrick Cutrone, un joven delantero del Milán que arrancó este año como una máquina.

Italia tiene argumentos con los cuales salir del hoyo en el que se metió. Debe modernizar su sistema de juego, rejuvenecer su plantilla, trabajar en el desarrollo de sus futbolistas dentro de su propia liga y, sobre todo, trabajar con humildad. Aunque hayan quedado fuera de 2018, su quinta Copa del Mundo podría no estar tan lejos como parece.

 

Holanda:

Lo de Holanda es más preocupante, no tanto por el hecho específico de quedar fuera de esta cita, algo a lo que la naranja mecánica está más habituado que Italia, sino por las condiciones de su futbol. En la selección de Italia se ven hoy a los jugadores del futuro y siendo importantes en sus clubes, pero en Holanda las cosas no lucen tan fantásticas.

Holanda pasa por un crisis deportiva profunda. Después de la generación de Sneijder, Robben y Van Persie, no vino nadie. De hecho estos tres mariscales, a excepción de Robben que acaba de anunciar oficialmente su retiro de la selección, todavía son tomados en cuenta a pesar de que pasan ya por el ocaso de sus carreras. El problema es que no tienen a nadie más a quien llamar. Por ejemplo, arriba carecen totalmente de argumentos. Vincent Janssen, un delantero que pelea titularidad con Roberto Soldado en el Fenerbahçe turco, es su referencia de ataque. Que lejos está Holanda de delanteros como Dennis Bergkamp o Ruud Van Nistelrooy, dos históricos que eclipsaron el futbol mundial con su talento.

Tan profunda es la crisis, que la camiseta con el número 9 la lleva Ryan Babel, un antiguo chico maravilla que se quedó a medio camino en el Liverpool inglés y que después divagó por Holanda, los Emiratos Árabes Unidos, la zona baja de la clasificación española y, hoy en día, por el futbol turco. Es él la perfecta metáfora: un futbolista de mediana edad que vive de la gloria no de sus éxitos, sino del amago de tenerlos. La crisis se extiende, incluso, al arco. Después de Van der Sar, ningún holandés tuvo con qué asegurar la portería naranja. Stekelenburg era el proyecto perfecto, pero su proyección no fue la esperada. Hoy es titular Jasper Cillesen, quien cumple papel de suplente en el Barcelona, y Michel Vorm, también segundo portero del Tottenham.

Memphis Depay es probablemente el futbolista con más argumentos para equipararse de forma lejana a las viejas glorias de su selección, aunque en realidad también es un proyecto de futbolista que ya fracasó en su primera experiencia en la élite, tras arrancar con un par de golazos su periplo por el Manchester United y no ofrecer más detalles, por lo que terminó refugiado en el Olympique de Lyon francés. En la media cancha, destaca Kevin Strootman, quien ha visto mermado su crecimiento a causa de las lesiones, y en la zona baja no encuentras elementos como los hermanos De Boer, ni siquiera un Jaap Stam, quien fuera regular en las convocatorias de Holanda como defensa de refresco y que si hoy jugara probablemente sería el capitán del equipo.

Holanda debe prepararse para pasar por un periodo aciago. Su última gran generación llegó a la cúspide en 2010, cuando perdieron la final del Mundial contra España, y de ahí la caída de su futbol ha sido dramática. Primero que nada deberán volver a generar futbolistas de clase mundial y amalgamarlos a un grupo de futbolistas capaces, como los que siempre ha tenido. Mientras, la batuta de los Países Bajos la ha tomado Bélgica, con una generación para la historia. Holanda debería voltear a ver lo que está haciendo Inglaterra, que ha tenido un trabajo de bases impecable que lo hará un contendiente serio en el mediano plazo.

 

Chile:

Parece mentira que el doble campeón de América no haya podido clasificarse al Mundial de Futbol, pero es un reflejo de la condición que subyace en el futbol sudamericano: todos son muy buenos. Es probable que todas las selecciones de Sudamérica clasificarían al Mundial si jugarán en otras latitudes, como América del Norte, África o Asia. Pero les toca matarse entre ellos.

Chile, sin embargo, se mató solo. Vivió y sufrió el síndrome del ‘nuevo rico’ y no pudo sobrellevar la condición de selección de talla mundial que ha traído sobre la espalda en los últimos años. Entre que no supo garantizar un relevo generacional, la incapacidad de encontrar un entrenador que siguiera en legado en Bielsa y Sampaoli, y sobre todo la indisciplina de sus futbolistas, el cuento de hadas se acabó. Perú, que con Gareca se convirtió en una selección muy seria, le comió el mandado.

Ahora viven un periodo de purga, con conflictos motivados por las actitudes antideportivas de sus miembros y la ruptura de códigos de silencio. No hay que ser un genio para darse cuenta de que tipos como Arturo Vidal, quien destroza en plena Copa América un Ferrari en estado de ebriedad, le aporta al grupo tantas dosis de gran futbol como de inestabilidad interna. Tendrán, primero que nada, que encontrar una figura de autoridad que ponga en cintura a los rebeldes. Alguien que pueda canalizar la frustración de ver un Mundial desde casa y volverla un combustible para el futuro. Rejuvenecer la plantilla y volver a trabajar con la misma humildad con la que empezaron el dulce camino de la victoria y el reconocimiento internacional, y que se terminó de manera abrupta hace unas semanas.

 

Estados Unidos:

Que Estados Unidos esté fuera del Mundial de Rusia 2018 es un accidente, tanto como lo fue en su momento que México jugara el de Brasil 2014. Entonces México estaba eliminado hasta que Estados Unidos, que no se jugaba nada contra Panamá, que por su parte sí se jugaba la vida, le dio vuelta al partido. En 2013 Estados Unidos hizo goles que no necesitaba; en 2017, ahora que sí le eran imprescindibles, no pudo hacerlos contra Trinidad y Tobago, que tampoco se jugaba nada.

Quedar fuera de un Mundial es tan sencillo como el que un balón pase o no la línea de gol, o el arbitro interprete un recargón como falta dentro el área. Lo cierto es que de cualquier manera no ir a la máxima cita del futbol mundial enciende las alarmas, y las de Estados Unidos están sonando.

Deben enfrentar con seriedad el relevo generacional que se les viene, y para ello deben empoderar a los futbolistas propios en su liga. La MLS ha hecho un gran trabajo en ir a equiparse a las grandes ligas del mundo, pero a costa de llenar de extranjeros sus equipos. Pasaron décadas en las que los Brad Friedel, Tim Howard o Brad Guzan, grandes porteros que llegaron incluso a estorbarse entre sí, defendieron con garantías el arco estadounidense en el que ahora se come goles increíbles el joven Horvath.

De todas maneras hay con qué. Tienen, ahora mismo y para los próximos 20 años, al futbolista más talentoso que se ha puesto la camiseta de las barras y las estrellas: Christian Pulisic. El jovencito del Dortmund es futbol en estado puro y está listo para recoger la estafeta que dejó Donovan, un muy buen jugador que destacó sobre todo por su enorme don de liderazgo. Es eso en lo que tiene que trabajar Pulisic, quien tiene todo para ser el mejor gringo de la historia, por encima de glorias como el propio Donovan, o de Clint Dempsey.

 

Camerún, Costa de Marfil y Ghana:

Las pongo juntas porque estas selecciones representan, en mi visión, un mismo estilo de juego: un futbol de fortaleza y potencia impulsado por el fenotipo del jugador de raza negra, no tan dúctil con el balón pero dominador en todas las facetas atléticas.

Estas selecciones siempre tenían, sin embargo, uno o dos futbolistas superdotados que marcaban la diferencia. Samuel Eto´o, en Camerún; Didier Drogba, en Costa de Marfil y Kevin Prince-Boateng, en Ghana. Ninguno de ellos está más y no hay futbolistas a esa altura en sus selecciones. En cambio, países del norte de África como Marruecos y Egipto regresaron a una cita mundial basados sobre todo en un futbol pulcro y dinámico influenciado por el estilo europeo.

La lección es que sin talento, no se va a ningún lado en el futbol. Marruecos y Egipto tardaron años en juntar algunos futbolistas de calidad para armar selecciones competitivas. Las que ahora se quedaron fuera tendrán que buscar a sus nuevos talentos que acompañen su tradicional estilo férreo y poderoso, pues a base de músculo, en definitiva, no se llega a un mundial.


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