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Geopolítica y guerra: seis años de conflicto armado en Siria

Por Staff Códice Informativo - 10/08/2017

La Primavera Árabe fue una fiebre que, en 2011, contagió de esperanza y emancipación a los pueblos del Medio Oriente. El movimiento comenzó con la […]

 Geopolítica y guerra: seis años de conflicto armado en Siria

Foto: EFE / Mohammed Badra

La Primavera Árabe fue una fiebre que, en 2011, contagió de esperanza y emancipación a los pueblos del Medio Oriente. El movimiento comenzó con la inmolación de un joven llamado Mohamed Bouazizi, cuando la policía local le confiscó el puesto de frutas y verduras. A partir de ahí, la chispa de la emancipación encendió a las masas que eventualmente derrocaron a los gobiernos de Zine El Abidine Ben Ali, en Túnez, y Hosni Mubarak, en Egipto, y provocaron el reforzamiento de la violencia en Yemen y la guerra civil en Libia.

En el caso de Siria, el levantamiento tuvo consecuencias distintas. Desde 2011 se ha perpetrado un conflicto armado que inició el 26 de enero de ese año como una revuelta en contra del régimen de Bashar Al-Assad, y ha continuado hasta la actualidad con un saldo determinado por organismos internacionales como desastre humanitario. Aquel enero, decenas de personas se congregaron en Dar’a, al sur del país, para demandar libertad, reformas políticas y cese a la corrupción, una manifestación que fue reprimida por las autoridades y dio lugar a la radicalización del conflicto.

La trama de la guerra en Siria se compone tanto de factores locales como de la intervención de fuerzas internacionales, aspectos que han generado un conflicto complejo, del cual se ve prevé una salida en la que pocos quedarán conformes.

 

Etnias y religión: caldo de cultivo para la guerra

La población siria está integrada principalmente por sunitas, kurdos, chiitas y alauitas. La confluencia de estos grupos provoca diferencias desde lo étnico y lo religioso, las cuales tienen como consecuencia una serie de conflictos internos. Bashar Al-Assad cuenta con apoyo de élites sociales conformadas por cristianos y judíos, así como de algunas minorías rurales, y está también ungido por el Partido Baaz Árabe Socialista, el cual lleva 40 años en el poder y combina «una serie de ideas panarabistas, socialistas y seculares que han logrado un gran apoyo entre la población musulmana alauí y las minorías religiosas sirias».

De acuerdo con el articulo Grupos étnicos y facciones en la lucha de poder siria, este país tiene cuatro niveles de análisis para entender el conflicto: es una pugna entre las élites urbanas por la sucesión del poder; esta ha generado que el gobierno de Al-Assad no pueda controlar el monopolio político y económico de las grandes familias sobre el país; el conflicto bélico ha generado pérdidas humanas en la población civil, quienes ven, más que un cambio de régimen, solo el cambio de elites que se reparten la plusvalía y los ingresos nacionales; y la intervención extranjera para generar un cambio político.

El artículo sugiere que la diversidad sociocultural, aunada a la brecha de desarrollo entre las zonas urbanas y rurales, y a un esquema en el que el poder se conserva en manos de la élites, fueron factores que propiciaron un caldo de cultivo para la guerra y que, en cierta forma, la justifican a los dos grupos en disputa, «a la dinastía baazista, porque así puede justificar la represión de la sociedad civil, y a los líderes rebeldes, porque de esa manera pueden justificar a futuro el control del gobierno».

 

Rusia y Estados Unidos por la hegemonía de Medio Oriente

A nivel internacional, el espacio geográfico de Siria ubica inminentemente al país en un papel fundamental de la geopolítica actual, pues cuenta con el apoyo de Irán, país con el que forma un bloque que busca hacer frente a las políticas occidentales. Al tener un espacio en el mar Mediterráneo cuenta con ventajas comercial y energética para poder trasladar mercancías que provengan de Europa o África. Además, si bien Siria no es uno de los principales productores de petróleo y gas, ya que cuenta únicamente con el 0.1 por ciento de las reservas mundiales de petróleo y el 0.15 por ciento de las reservas de gas, su colindancia con Turquía, Irak, Jordania, Israel, Palestina y Líbano le ha permitido ser un paso privilegiado para el transporte de petróleo en la zona.

Siria ha contado con el apoyo de Rusia desde antes del conflicto, ya que en un pequeño puerto  del Mediterráneo llamado Tartus, la potencia mundial mantiene una base naval que es utilizada para el reabastecimiento de sus fuerzas armadas y como un último reducto de la Guerra Fría. Pero la relación va más allá de esta base naval, también tiene que ver con temas económicos pues según comenta el profesor Iván Moya Mena, «las relaciones entre Rusia y Siria han sido relevantes. Las exportaciones rusas a Siria antes de la guerra superaban mil 100 millones de dólares, y las inversiones rondaban los 20 mil millones de dólares. Cabe también destacar la venta de suministros militares rusos que, hacia el año 2011, ascendía a 4 mil millones de dólares y que han sido fundamentales para que el ejército sirio mantenga cierta supremacía en el campo de batalla».

Estados Unidos no se queda atrás en el conflicto, pues desde la llegada de Donald Trump a la presidencia su intervención en Siria se ha intensificado, prueba de esto es el lanzamiento de un ataque militar contra las fuerzas de Al-Assad el pasado 6 de abril, en respuesta a un ataque con armas químicas. Las tensiones entre Rusia y Estados Unidos sobre cómo terminará el conflicto han persistido debido al interés de ambos países por tener influencia, tanto política como económica, en la zona.

Durante la cumbre del G20, celebrada en julio de 2017 en Hamburgo, Donald Trump y Vladimir Putin acordaron un cese al fuego en Siria decretado a partir del día 9 de ese mes, así como el establecimiento de cooperación internacional contra el terrorismo y contra ISIS. Mientras este cese de hostilidades ocurre, es necesario señalar que Medio Oriente y sus conflictos de actualidad no son producto de la espontaneidad, sino parte de una serie de problemáticas generadas a partir de la culminación de la Segunda Guerra Mundial, cuando el reparto del poder geopolítico lo decidieron potencias como Gran Bretaña, Francia, Rusia y Estados Unidos.

Así como ocurrió la Guerra de los Balcanes en Europa, este conflicto en Asia tiene tintes relacionados con la falta de identidad de las etnias en un país formado en el escritorio de unos cuantos. Siria fue formada a lápiz y papel y no a partir de la autodeterminación de minorías en la búsqueda de ser pueblos independientes, de ahí la inconformidad generalizada que probablemente vendrá con una resolución a la guerra, la cual se ha tardado seis años en llegar.


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