Club Códice: 2018 después del Estado de México

Por: Rodrigo Mesa

Como parte del programa de Club Códice, el pasado 24 de junio se llevó a cabo la conferencia ‘2018, después del Edomex’ impartida por el periodista Pascal Beltrán del Río. El evento se desarrolló en las instalaciones de Grupo Códice, con la presencia de destacados académicos, empresarios y políticos que aprovecharon el espacio para intercambiar opiniones sobre el devenir político de nuestro país. En el transcurso de la plática se abordaron los diferentes escenarios políticos que se están gestando en México tras los resultados electorales del domingo 4 de junio, en los que el PRI resultó ganador en las gubernaturas de Coahuila y el Estado de México, mientras que la alianza PAN-PRD obtuvo el triunfo en Nayarit.

El primer factor que habrá que considerar es si efectivamente se mantendrán los resultados electorales tales y como se dieron a conocer o si se anularán las elecciones en el Estado de México y Nayarit en donde el PRI ganó por poco margen ante la expectativa de la oposición de poder revertir el resultado en los tribunales. Este escenario permitiría que ambas elecciones se repitieran –con el sabido gasto estratosférico que implica– y los números podrían cambiar. No olvidemos que el último caso similar a este ocurrió en Colima, donde la elección se repitió y el candidato del PRI, que había ganado la primera vez, confirmó su triunfo con una ventaja mayor.

Pero si los resultados permanecen como están, el PRI cuenta todavía con una base relativamente sólida para operar territorialmente, tanto por el número de gobernadores que tiene como por ser la estructura partidista más consolidada del país. A ello hay que agregar que dicho partido se encuentra al frente del gobierno federal, aunque al parecer esta situación cada vez le resta más de lo que le suma, pues los niveles de aceptación de Enrique Peña Nieto como presidente han caído hasta niveles nunca vistos en ningún otro sexenio.

Al tiempo que la aceptación de Peña Nieto se desfonda, no se acaba de perfilar una opción clara de candidato del PRI a la presidencia. Se mencionan al menos ocho nombres, sin que alguno sea más probable que el otro, porque al final todo está sujeto a un capricho del Ejecutivo. Suenan Osorio Chong y Videgaray desde inicios de la administración; Nuño, Meade o Narro como bateadores emergentes. Lo cierto es que con los números actuales, se aprecia complicado que alguno de ellos gane la elección del año entrante.

En contraparte, el eterno candidato de oposición, Andrés Manuel López Obrador, lleva por lo menos 12 años en campaña, lo mismo como ‘presidente legítimo’ que como autor de libros, presidente de una asociación civil y, más recientemente, como líder absoluto y dueño de su partido Morena. Al día de hoy –como hace seis y doce años– se encuentra arriba en las encuestas. Este posicionamiento se debe, en parte, a sus constantes ataques en contra del gobierno en turno y a un mensaje populista de dádivas y soluciones mágicas que logra atraer buena parte del electorado mexicano. A diferencia de otros años, ahora está dispuesto a sumar a su causa a personajes de cualquier color y antecedentes, siempre y cuando le representen votos o recursos financieros para la campaña. Su triunfo no se aprecia imposible, como tampoco que en los próximos meses sus márgenes de aceptación decaigan en la medida en la que insista en un discurso mesiánico y de purificación de malandros, mientras los otros partidos definen a sus candidatos para que la gente pueda decantarse por opciones concretas.

En el caso del PAN y del PRD hay un factor que será absolutamente determinante, tanto para la elección de un candidato como para el resultado final: la posible alianza entre ambas fuerzas rumbo a la elección presidencial. El PRD cuenta con algunos gobernadores cuyo desempeño e imagen han dejado mucho que desear y aún así se asumen como candidatos a la presidencia: Miguel Ángel Mancera, Graco Ramírez y Silvano Aureoles, por mencionar algunos, quieren pero difícilmente pueden. López Obrador ha insistido en una alianza de izquierdas que él mismo dinamita con su estilo autoritario; paradójicamente está haciendo más viable una alianza de izquierdas y derechas moderadas con la intención de definir una agenda de gobierno y un candidato común. En ese sentido, se antoja complicado que cualquiera de estos perredistas pueda ser ese candidato, pero tampoco se ve fácil que los militantes de izquierda abanderen a un candidato que pueda proponer el PAN.

En el PAN, se han señalado tres candidatos recurrentes: Margarita Zavala, Ricardo Anaya y Rafael Moreno Valle. Algunos estudios hablan de empates, otros se definen más por la esposa de Felipe Calderón y otros por el presidente del partido. Lo que es un hecho es que la crítica constante de una parte de la militancia sobre la definición de reglas de juego y árbitros imparciales para definir la candidatura, están generando un desgaste al interior del partido. Persiste la indefinición sobre la posibilidad una candidatura en alianza o si irán por separado, lo que reduciría sus posibilidades de triunfo. Alianzas como la del PAN-PRD ya se han generado en otros sistemas democráticos con resultados interesantes, lo cual ha apartado a los partidos de los extremos y radicalismos, asimismo ha suscitado cambios políticos, económicos y sociales que de otro modo hubieran sido impensables. Tal es el caso de la Concertación por la Democracia en Chile, que gobernó desde la salida de Pinochet y, durante 20 años, consolidó políticas públicas de largo plazo que al día hoy son referentes a nivel mundial.

Todavía quedan muchas monedas en el aire, y antes de que termine el año se tendrá más claridad sobre el rumbo que políticamente tome el país. Desde la redacción de Grupo Códice estaremos brindando puntual información.