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Entendiendo el funcionamiento de la OTAN

Por Staff Códice Informativo - 17/04/2017

Por: Rodrigo Chávez Fierro   La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) constituye un pacto multilateral básico en el marco de la estrategia global […]

 Entendiendo el funcionamiento de la OTAN

Foto: Frode Overland

Por: Rodrigo Chávez Fierro

 

La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) constituye un pacto multilateral básico en el marco de la estrategia global de los Estados Unidos de América, en cuanto cubre un área muy importante desde el punto de vista de dicha estrategia y vincula orgánicamente a los EE.UU. con sus aliados europeos en el terreno defensivo.

Terminada la Segunda Guerra Mundial, una serie de circunstancias actuaron como causas próximas de la decisión norteamericana de lanzarse a una cooperación militar permanente y multilateral con los países de Europa Occidental: el rápido desarrollo de una política de alianzas bilaterales con los gobiernos de los países europeo-orientales emprendido por la U.R.S.S., así como distintos eventos específicos, entre estos la repulsa norteamericana a las elecciones de Bulgaria, la cuestión griega, el fracaso de la Conferencia de Moscú sobre desmilitarización, y la respuesta soviética negativa a la propuesta de ayuda lanzada por el Secretario de Estado norteamericano George Marshall.

En el preámbulo del Tratado del Atlántico Norte, los Estados partes, tras reafirmar su fe en los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas y su deseo de vivir en paz con todos los pueblos y todos los gobiernos, se declaran decididos a salvaguardar la libertad, la herencia común y la civilización de sus pueblos, fundadas en los principios de democracia, libertades individuales e imperio de la ley, deseosos de favorecer el bienestar y la estabilidad en la región del Atlántico Norte y resueltos a unir sus esfuerzos para su defensa colectiva y la conservación de la paz y la seguridad.

Además de esos propósitos generales enunciados en el Preámbulo del Tratado, en el articulado de este se recogen los siguientes fines específicos:

El compromiso de arreglar por medios pacíficos las diferencias internacionales en que los miembros de la Alianza pudieran verse envueltos, así como de abstenerse en sus relaciones internacionales de recurrir a la amenaza o el uso de la fuerza de modo incompatible con los propósitos de las Naciones Unidas.

La contribución de los miembros al desarrollo de las relaciones internacionales pacíficas y amistosas, reforzando a tal fin sus instituciones libres y favoreciendo las condiciones propias para asegurar la estabilidad y el bienestar, con vistas a lo cual tratarán de eliminar cualquier conflicto en sus políticas económicas internacionales y estimularán la colaboración económica entre sí.

La cooperación defensiva y la asistencia mutua en cuanto objetivos centrales de la Alianza, como resulta lógico en un pacto de carácter esencialmente militar. En cuanto a la cooperación defensiva, el artículo 3 del tratado establece que las partes, actuando individual y conjuntamente de manera continua y efectiva, mediante sus propios medios y presentándose recíproca asistencia, mantendrán y aumentarán su capacidad individual y colectiva de resistencia a un ataque armado.

Sin embargo, en el Nuevo Concepto Estratégico de la Alianza, aprobado en la Cumbre de Washington de los días 23 y 24 de abril de 1999, se considera que, pese a haber desaparecido la amenaza de una guerra a gran escala en Europa, han aparecido nuevos riesgos de diversa índole (tensiones generadas por graves dificultades políticas, económicas y sociales; disputas de carácter territorial, religioso o étnico), los cuales pueden conducir a conflictos en regiones periféricas de la Alianza que pueden afectar seriamente a la seguridad euroatlántica.

En consecuencia, en el párrafo 24 del citado Nuevo Concepto se precisaba que todo ataque armado sobre el territorio de los aliados, venga de donde venga, se abordará con arreglo a los artículos 5 y 6 del Tratado de Washington.

Y, por otro lado, se subrayaba que la seguridad de la Alianza debe tener en cuenta asimismo el contexto mundial, en la medida en que sus intereses de seguridad pueden verse afectados por otros peligros de ámbito más amplio, tales como el terrorismo, el crimen organizado, los problemas en el abastecimiento de recursos vitales, el movimiento incontrolado de grupos muy numerosos de población, sobre todo como consecuencia de los conflictos armados, entre otros.

 

Trump y la OTAN

Donald Trump ha amenazado con retirar el apoyo de su país si el resto de miembros de la alianza, a la cual ha calificado como ‘obsoleta’, no aumentaban su gasto en defensa. El presidente de los Estados Unidos criticó a los miembros de la OTAN el incumplimiento del objetivo de gasto en defensa del 2 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB).

Por el momento, sólo cinco de los 28 Estados miembros han alcanzado la meta de la inversión del 2 por ciento del PIB: Estados Unidos con 3.61 por ciento; Grecia con 2.36 por ciento; Estonia con 2.18 por ciento; el Reino Unido con 2.17 por ciento y Polonia con 2.01 por ciento. La exigencia de la administración Trump no es coincidencia cuando se conoce que la OTAN invirtió el año pasado 921,439 millones de dólares en defensa, de los que sólo 241,842 millones correspondieron a los aliados europeos.

Como apunta Mariano Aguirre para esglobal.com «la ambigüedad con la que la Administración Trump trata la cuestión rusa ha puesto en alerta a los aliados europeos y a los neoconservadores que en Washington presionaron al ex presidente Barack Obama para que hiciese una política más dura hacia Moscú. Ahora reina el desconcierto. ¿Busca Trump una alianza con Putin con el objetivo de disminuir la tensión que ha crecido en los últimos años entre EE UU y Rusia?, o ¿terminará el presidente escuchando a los oficiales veteranos de las Fuerzas Armadas de lo que se rodea y volverá a un discurso de choque heredero de la Guerra Fría?».

Felix Arteaga, investigador del Real Instituto Elcano, advierte que «tanto el vicepresidente Michael Pence como el secretario de Defensa James Mattis han reiterado el compromiso de Estados Unidos con los valores de la Alianza Atlántica, con la defensa colectiva del artículo 5 y con la postura militar de la OTAN frente a la Rusia de Putin. Nada de hacer las maletas, de replegar las tropas de Polonia, de condonar la agresividad rusa o de deslocalizarse de Europa. Todo sigue igual para descrédito de los trumpologos. Aunque seguir igual –para los que conocen la OTAN– quiere decir que por detrás de las declaraciones oficiales que preservan la apariencia de cohesión entre los aliados, persisten las dudas existenciales sobre la solidaridad, alineamiento y compromiso entre los mismos. El ahora presidente Trump no ha sido el único en cuestionar en voz alta la adaptación de la OTAN a los nuevos riesgos. La propia organización ha venido cuestionando y revisando sus conceptos estratégicos, su organización y su postura militar».

La postura que asuma la actual administración Trump respecto a su papel dentro de la OTAN será clave para la seguridad colectiva y el futuro de Europa. La situación económica por la que atraviesa Europa complica que los aliados puedan cumplir con su obligación de aportar el 2 por ciento de su PIB a la organización. Habrá que esperar para ver qué tan paciente será Trump con respecto a los países europeos o si vendrán nuevos tiempos para la OTAN.


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