El maestro estricto de la OFEQ
Con casi dos décadas al frente de la Filarmónica de Querétaro, el maestro José Guadalupe Flores asegura que la disciplina es la clave para una filarmónica de excelencia
Querétaro se hizo de una Orquesta Filarmónica por accidente. Sus integrantes, que en 1992 llegaron de Guanajuato, pues ahí reinaba la Orquesta Filarmónica de la Universidad de Guanajuato y el gobernador guanajuatense de la época consideró un exceso tener a dos ensambles de este tipo en una ciudad tan pequeña, integraban la entonces llamada Orquesta Filarmónica del Bajío que, bajo la dirección de Sergio Cárdenas, agrupaba a músicos provenientes de varios estados.
Lo músicos corrieron con la suerte de encontrarse con un presidente municipal melómano que los adoptó y bautizó como la Filarmónica del Bajío Querétaro. Su primer concierto en Querétaro fue el 10 de abril de aquel año. No sería hasta unos años después, con la llegada de José Guadalupe Flores Almaraz a la dirección de la agrupación, que esta adoptaría el nombre oficial que hoy ostenta: Orquesta Filarmónica de Querétaro (OFEQ).
«Yo venía mucho a esta orquesta antes como huésped, así conocí a muchos músicos y algunos músicos me propusieron como director […] entonces presenté un programa de actividades que abarcaba todo el estado, era importante para mi que el estado pleno conociera la orquesta, y al gobernador le gustó mucho la idea y me contrataron», así narró el maestro Flores su llegada a la OFEQ en una entrevista con Codicegrafía.
Desde su incorporación a la filarmónica a la fecha han transcurrido casi dos décadas, 18 años para ser exactos, en las cuales la orquesta ha vivido un proceso de profesionalización, con crecimiento en recursos pero también en calidad, del cual es en gran parte responsable su director. «Hoy es la orquesta más disciplinada del país en todos los sentidos, eso es un orgullo porque vienen directores extranjeros y se maravillan de que la orquesta sea tan educada y tan disciplinada» de acuerdo con el maestro Flores, la disciplina se ve reflejada, por ejemplo, cuando en pleno ensayo, el director que esté al frente hace una pausa para corregir y todos los músicos guardan silencio absoluto, lo cual, asegura, no se ve en todos lados.
Sin embargo la disciplina no se ha dado por generación espontánea. Quienes lo conocen, saben que José Guadalupe Flores es un hombre de carácter fuerte que ha dirigido a su orquesta a punta de látigo, en el sentido figurado de la palabra. Aunque en los conciertos el maestro tiene un trato simpático con el público, a quienes siempre dedica un chiste o un comentario irónico entre pieza y pieza, con sus músicos es un maestro estricto al que hay que complacer. «Sí he sido rudísimo con la orquesta, soy muy exigente. Porque finalmente nosotros decidimos ser músicos, hay que hacerlo bien, y para hacerlo bien hay que saber todo y hay que tener todas las partes. Y al pasar los años la gente se acostumbró a que hay que tocar bien».
Aunque la orquesta es pequeña, la integran un total de 60 músicos, es atrevida. Bajo la batuta de Flores la Filarmónica ha interpretado piezas, como la Sinfonía No. 1 de Gustav Mahler, que tradicionalmente requieren del doble de músicos, además, intérpretes extranjeros han encontrado en en ensamble queretano un acompañamiento de gran nivel. En vísperas de su primer cuarto de siglo, que se celebrará en 2017, la orquesta queretana sostiene una calidad musical digna de no cualquiera orquesta internacional.
Una orquesta sin sede, el problema de toda la vida
Si bien la profesionalización musical y el control de calidad en la ejecución de sus interpretaciones no han demeritado el posicionamiento de la OFEQ a nivel estatal y nacional, a lo largo de estos 25 años de trabajo ha habido una situación recurrente que sí lo ha hecho: la falta de sede. «Todos estos años hemos tenido el problema de la sede de la orquesta. No tenemos casa donde ensayemos diario, donde todos nuestro músicos estén. Entonces donde se puede y nos prestan ahí andamos», precisó al respecto el director.
En el concierto de clausura de la segunda temporada de 2016 de la OFEQ, el pasado julio, el maestro Flores anunció que, por fin, luego de dos administraciones estatales de promesas prolongadas, este gobierno entregará a la orquesta el Teatro Metropolitano como sede oficial de la misma. «Ese teatro lo empezó el gobernador Garrido muy tarde y no lo acabó, pero la idea era que esa fuera la sede de la filarmónica. Nosotros hicimos todo el trabajo de sugerencia para la construcción de la sala, con su foso para ópera, con todas esas maquinarias… Pero no terminó. Llegó otro gobierno, que era de color diferente […] y el gobernador me dijo cuando terminemos se lo damos».
Los elevados costos de construcción del recinto no permitieron que este le fuera entregado a la OFEQ cuando fue terminado, a pesar de que había sido construido ex profeso para la orquesta. La falta de recursos propios del teatro provocaron que este tuviera que ser alquilado para diferentes causas y así se solventaran los gastos de edificación. Mientras la orquesta se vio obligada a tocar de escenario en escenario, pagando cantidades exageradas de renta, y a ensayar en lugares inadecuados, entre estos el restaurante de dicho teatro, lo cual naturalmente provocó el descontento de algunos músicos que manifestaron sus inconformidades a través de una poco difundida campaña en redes sociales.
Ante la inminente apropiación de la nueva sede de la orquesta, José Guadalupe Flores se muestra optimista «la próxima temporada, por lo pronto, ya estaremos muchas fechas allá arriba y poquito a poco, como dice el secretario de Educación, nos vamos a apoderar del teatro, porque es para la orquesta. Así es que en el año 25, la orquesta ya tendrá casa y estará sin problema ninguno de hacer conciertos».
El público queretano crece con su filarmónica
José Guadalupe Flores recuerda aquel primer concierto de la OFEQ que dirigió, en el que se tocaron El teniente Kijé y otras piezas que tienen que ver con lo militar. El aforo del recital, «contando al policía y las gentes que cuidaban el teatro», apenas superaba los 30 asistentes.
«Un público reducido descorazona a cualquiera, los músicos no necesariamente tocan bien […] si no viene nadie» admitió «ya tenemos gente que se ha interesado porque en su pasado o en su historia de vida han querido o gustado de esta música, lo que pasa es que nunca había una orquesta que valiera la pena oír, ¡pero ya hay! Ya vienen y se interesan».
El maestro se congratula por haber convocado, a lo largo de los últimos 18 años, a un público asiduo a sus temporadas de conciertos semanales que supera las 700 personas, y se pregunta «¿Si no tenemos gente cómo justificamos nuestra existencia?». Los beneficios que se puedan adquirir a través de las actividades culturales es algo que este músico nacido en Arandas, Jalisco, en el seno de una familia de músicos, considera no le puede ser retirado a la sociedad, de ahí la importancia de evitar los recortes presupuestales al sector cultural.
«También es una cuestión económica, y es una cuestión que tenemos que cuidar mucho y que se tiene que cubrir de alguna manera […] yo he dicho (a las autoridades) en numerosas ocasiones que si mi orquesta tiene el costo de los conciertos cubierto yo no tengo por qué cobrar. Una vez que no cobramos un concierto en el Teatro de la Ciudad la gente que quería entrar daba como tres vueltas a la manzana […] esto quiere decir que sí hay mucha gente con interés de venir a la orquesta para ayudarse a su cultura general, pero si cuesta 200 o 300 pesos la entrada no cualquiera lo puede pagar».
Un aniversario 25 para celebrar
Para festejar el primer cuarto de siglo de la Orquesta Filarmónica de Querétaro, su director quiere una temporada con solista internacionales y repetir el primer concierto que se tocó aquel 10 de abril de 1992 en el que se interpretó La noche de los mayas, del compositor mexicano Silvestre Revueltas y la 9ª Sinfonía de Beethoven acompañada de un coro de 300 personas.
Por lo pronto, este septiembre la OFEQ interpretará un concierto de piezas mexicanas con motivo de las fiestas patrias en su nueva sede, el Teatro Metropolitano.