El olor del dolor: claman justicia en el sepelio de Laura
Habitantes de El Obraje, en San José el Alto, dicen basta a la inseguridad tras el cruel asesinato de Laura, una joven que regresaba a su casa después de trabajar
Jamás había respirado el dolor. Huele a sol de otoño reflejándose en la piel. Huele al calor que emanan decenas de indignados con la rabia frunciéndoles el ceño. Huele a una hermana desesperada gritando desde las entrañas. Huele al silencio de un padre refugiado en su interior. Huele al llanto de una mujer tímida que se esconde tras el rebozo. A eso huele el dolor.
Y este martes 6 de octubre, un día después de encontrarse el cuerpo mutilado de la joven Laura Carrillo, ese olor se apoderó del Panteón Cimatario. ¿A qué suena? A una banda de vientos, que tocan al compás de una tarola y un bombo melodías del pueblo. El pueblo es El Obraje, en San José el Alto, donde en la oscuridad la vida puede perderse en un instante de forma atroz.
Laura se dirigía a su casa el viernes pasado, después de trabajar. Avisó a su familia que iba en camino. Pero nunca llegó. Alguien detuvo su paso. Alguien le impidió llegar a su destino. Alguien le quitó el destino y los sueños. Alguien le quitó la vida.
Tras buscarla todo el fin de semana, fue localizada muerta este lunes por la mañana. La sangre estaba fresca, relatan. El lugar donde fue encontrada fue revisado la noche anterior, y nadie había visto nada. Las condiciones en las que fue encontrado el cuerpo fueron espantosas. Por eso su hermana grita con furia, mientras emana ese olor.
En El Obraje están hartos. El crimen terrible, y una serie de sucesos que han acontecidos en los últimos meses han colmado la paciencia de la comunidad. Se subieron a dos camiones y unas cuantas camionetas y se dirigieron al Panteón Cimatario. Ahí, despidieron a Laura, pero también levantaron la voz. Armados de pancartas y pintas en los parabrisas, claman justicia por el asesinato de Laura, una joven que aseguran era recatada, no se metía con nadie y era muy trabajadora.
“No nos quieren ayudar. A mí y a otra vecina nos tocó salvar a otra muchacha que la iban a violar, y eso fue hace menos de un año, y ahora mire lo que acaba de pasar con otra inocente que no debía nada. Ella era una muchacha trabajadora, salía de su casa al trabajo, pero yo creo que ya la andaban tanteando”, lamentó Honorina Mata Martínez, habitante de El Obraje.
Allá no llegan las patrullas, afirman. El anterior secretario, como reconocen a un funcionario en materia de seguridad que les atendió en el pasado, les recomendó hacerse amigos de los delincuentes, para evitar que estos los agredieran, aseguran.
En la zona hay muy poca luz, lo que hace del lugar un festín para los delincuentes que en la oscuridad roban, agreden, violan y hasta matan a quien se encuentran. Los vecinos ponen los ojos sobre bandas delincuenciales que provienen de Las Margaritas, un asentamiento irregular cercano que afirman, vino hacer de El Obraje, en San José el Alto, la zona más peligrosa de Querétaro.
“No queremos otro Juárez”, reza una de las pancartas que con desesperación son levantadas durante el sepelio de Laura. Los habitantes de El Obraje aseguran que no es la primera mujer víctima de la delincuencia en la zona. Lo que les desespera de manera especial es que por más que se han acercado a las autoridades, nunca han visto una patrulla rondando en la zona.
El dolor también provoca reclamos. Por eso, las cerca de 50 personas que acudieron a manifestarse contra la inseguridad que subsiste en su hogar, al tiempo de darle el último adiós a la joven Laura.
Pedro, tío de la víctima, agradece el apoyo de los vecinos, pero aprovechó la presencia de los medios de comunicación para mandarle un mensaje a Pancho Domínguez, el nuevo gobernador.
“Yo quiero decirle, señor gobernador Francisco Domínguez, yo creo que este caso ya se supo no sé si a nivel nacional, pero a nivel estatal. Realmente usted siempre ha hablado de la inseguridad en Querétaro, a ver, este caso yo creo que a usted a menos de una semana de haber tomado protesta, a ver si es cierto lo que prometió. Si puede con este caso, yo creo que este caso ya se pasó a nivel nacional, vamos a ver si es cierto, y si no mire, mejor quédese calladito”, aseguró.
En el mitin improvisado, algunos propusieron plantones, otros manifestaciones, otros presión al nuevo gobernador. El acuerdo, finalmente, quedó en darle 15 días a las nuevas autoridades para saber qué resultados les presentarán no solo para castigar a quien mató a Laura, sino para regresar la tranquilidad al El Obraje, donde hoy es posible ver crímenes de odio.
Mientras se disipa la muchedumbre, aparece Francisco, el papá de Laura. Refugiado tras unos lentes de sol que reflejan el ambiente, esconde sus ojos cristalinos que aún emanan lágrimas. Tranquilo, reflexivo, emite unas palabras. No pide otra cosa más que justicia.
“Lo que están pidiendo todos. Justicia es lo que queremos, que se nos aclare este crimen, que no se quede impune esto, que no nada más se nos queden con puras investigaciones y no nos digan nada. Queremos justicia, señor, es lo que queremos, claridad, que nos prueben. Es lo que queremos, es lo que pido yo por mi hija, desafortunadamente yo sé que no se puede hacer ya nada por ella, pero que se haga algo por los que estamos todavía por acá”, lamentó.
Jamás había respirado el dolor. Huele a rabia e impotencia. Huele a miedo y desesperación. Huele a una comunidad sitiada. Huele a una joven asesinada. Huele a un ruego de justicia. A eso huele el dolor.