Metamorfosis bajo la lluvia; Roberto Loyola ya es precandidato
Hace una semana, como presidente municipal, Roberto Loyola era diferente.
El día no es como cualquiera. Llueve, pero es febrero. Mezclado con el frío propio del invierno, la combinación es letal. Es un día gris, diferente. Es el día de Roberto Loyola.
Tras la declaratoria de unidad, todo está listo para, ahora sí, definirse como “el bueno”. La fuerza de su gente ahora es la fuerza de Loyola.
“Yo soy del partido que se debe a los ciudadanos. Yo soy del partido que cree en trabajo honesto. Yo soy del partido que tiene pasión por servir”, expresa Roberto Loyola entre los vítores de más de mil personas arrejuntadas en una carpa que protege de la sorpresiva lluvia, en una terreno baldío localizado a un costado de la sede estatal del PRI.
Decenas de autobuses se amontonan en Paseo Constituyentes, en ambos sentidos. El tránsito afectado además tiene que convivir con la lluvia. Infame tarde para los automovilistas que tienen que aguantar a vuelta de rueda mientras familias enteras cruzan los carriles, debajo de la lluvia, para encontrar un refugio.
Entre platos de unicel, banderas rojas y lonas de apoyo, hombres, mujeres, niños y niñas caminan sobre el barro, esperando la llegada del homenajeado. Bebés en brazos son celosamente protegidos en la intemperie mientras el acto político amenaza con empezar.
Roberto Loyola llega puntual a su cita. Acompañado de sus hijos y su esposa, saluda, abraza y besa, pero firme camina hacia las oficinas estatales de su partido. Entra, firma, da unas palabras y sigue saludando. Minutos después, ya está en el terreno de al lado recorriendo el lugar y bañándose de pueblo. Y de repente, ya está sobre el escenario, donde es flanqueado por diputados, presidentes municipales, regidores, líderes de sectores y futuros candidatos. El nuevo jefe político está en ciernes.
Pero el acto no comienza. Falta César Camacho, quien viene acompañado de Luis Castro, el dirigente nacional de Nueva Alianza. Hay que recordar que la candidatura va en alianza con el partido magisterial y el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), representado por Ricardo Astudillo.
Con voz aguardientosa, un sujeto anima a la concurrencia. “Estamos aquí para saludar a un gran amigo” les dice, pues todavía no son tiempos de hablar de candidatos. Hay que guardar las formas, y por si las moscas, evitar algún acto anticipado. Para la autoridad electoral, el asunto es un tema de lenguaje y no de prácticas. Pero esa es otra historia.
Ya con César Camacho, el show puede comenzar. Después de Mauricio Ortiz Proal, que da la bienvenida, es turno del líder nacional. Y haciendo gala de su investidura, se manda un discurso de aquellos. Que quede claro que Loyola Vera lo arropan desde arriba. Desde bien arriba.
Y sin estar ahí, José Calzada se hace presente. Sigue siendo el primer priista del estado, para muchos, y por ellos César Camacho le da su lugar. Lo felicita y lo exalta. Lo pone como ejemplo y deja claro que el PRI, en Querétaro, no busca el cambio. Va por la continuidad.
“Debemos tener el acierto de mantener lo que tenemos, e ir por más” expresa Camacho a contraluz, más distinguible por los ademanes que por los gestos en su rostro.
Roberto Loyola le sigue en la palabra. Durante poco más de 10 minutos, saca su oratoria. Es otro Roberto Loyola. Gesticuloso, mueve los brazos, agita las manos, aprieta el mentón. Sube el tono de la voz. Se mueve. Ya no es presidente municipal y se nota. El discurso cambia, el modesto alcalde que reconocía a lo más valioso de Querétaro, su gente, ahora presume los logros de sus poco más de dos años de administración. El combate a la inseguridad, el desarrollo económico, las más de 2 mil obras; más directo que en los propios informes, Loyola Vera no deja nada en el tintero.
De Calzada se acuerda poco, pero se acuerda. Todavía. Pero irá cambiando. Irá avanzando. Hoy todo cambió. Ya es precandidato. Bajo la lluvia, esa que tanto ruido le hizo hace un año. Roberto Loyola ya es diferente.