Señores, ¡basta de burlas!
¿Qué municipio, estado o país queremos y nos merecemos los mexicanos? Estoy seguro que a más de uno le interesa que su gobernante instrumente políticas […]
¿Qué municipio, estado o país queremos y nos merecemos los mexicanos?
Estoy seguro que a más de uno le interesa que su gobernante instrumente políticas públicas que permitan lograr mayor competitividad, disminuir la corrupción, prevenir y combatir de manera eficiente la inseguridad, instrumentar medidas eficaces en la planeación del desarrollo urbano y la conservación y fortalecimiento del campo. Que le haga frente a la problemática del transporte público, y a las principales problemáticas de su ciudad. Eso es lo que muchos quisiéramos.
Bueno, y entonces ¿por qué los partidos políticos le abren la puerta a personajes que tienen poca o nula experiencia en esos ámbitos de la función y administración pública? Y no sólo se trata de experiencia, sino de que en sus anteriores encargos hayan dado resultados positivos para la población. ¿De verdad son los más calificados para ello? Y por otro lado están los llamados chapulines, que en cada periodo electoral saltan de un puesto para buscar otro. Como ciudadanos estamos ante la disyuntiva ¿de ir de Guatemala a Guatepeor? Y no es por prejuzgar, pero la historia habla por sí sola.
Los partidos recurren a las figuras de personajes del deporte o la farándula para jalar votos, no para construir un mejor país. Y porque bajo el argumento de que es un ciudadano y que conoce nuestras necesidades, puede hacer las cosas mejor que la clase política que, dicho sea de paso, tampoco ha sido la mejor opción.
Si bien a partir del 2015 se abre el paso a las candidaturas ciudadanas, y es un derecho constitucional el poder votar y ser votado, los votantes tenemos la posibilidad de seleccionar a los mejores hombres y mujeres para gobernar o legislar.
Me parece que no sólo basta con ser ciudadano para hacer una diferencia positiva respecto a la clase política. Necesitamos gobernantes con la experiencia y capacidad, precisamente, para gobernar.
En cualquier empresa, los empleadores ponen una serie de requisitos a los interesados en cumplir una vacante. Un hospital exigirá a un médico un perfil especializado. Una aerolínea exigirá a los aspirantes al puesto de piloto, una serie de parámetros y horas de vuelo para darle el cargo. Por más famoso que sea uno, si no conoce de la materia, no obtiene el mando del avión.
Y entonces, ¿por qué en la política escogemos al que nos cae bien o al que se ve o habla mejor, o al que ha sido buen deportista o actor, sin conocer si quiera si cuenta con la capacidad suficiente para llevar una administración pública?
Señores, ¡basta de burlas! Seamos serios con el futuro de nuestro municipio, estado o país. Nos merecemos algo mejor. Es momento de que los ciudadanos sean un contrapeso al poder político, y de paso le cierren el paso a la improvisación, al oportunismo político o a los vividores de la burocracia.