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Cuando el peatón dejó de ser primero

Por - 09/05/2014

*Por Janet Chacón La manera en la que hablamos, el lenguaje que usamos, cómo nos expresamos día con día influyen irremediablemente en la manera que […]

 Cuando el peatón dejó de ser primero

*Por Janet Chacón

La manera en la que hablamos, el lenguaje que usamos, cómo nos expresamos día con día influyen irremediablemente en la manera que actuamos, existen incluso estudios de lingüística que concluyen que cuando las personas aprenden otros idiomas, cambian, amplían y/o modifican sus estructuras mentales. Por ejemplo, en español decimos “aprendí de memoria” cuando memorizamos algo, en inglés la frase es “I learned by heart” lo que textualmente significa, “lo aprendí con el corazón” estas dos frases, aun cuando tienen el mismo uso, no son precisamente equivalentes, implican dos estructuras de pensamiento diferentes que llevan a acciones distintas de las personas que las usan.

Así también, las acciones modifican de igual forma nuestra estructura mental. Voy a ejemplificar esto con mi experiencia personal, hasta hace un año o un poco más, mi único medio de transporte era mi automóvil particular, pensaba de una forma y me expresaba y actuaba de acuerdo con ella, aun cuando mi educación vial desde niña siempre fue de respeto al peatón, “el peatón es primero” me decía mi papá aun antes de que pudiera alcanzar los pedales del coche, con todo y ello, no fue hasta que me atreví a usar mi bici en la ciudad y a caminar en ella cuando “aprendí con el corazón” el significado de “el peatón es primero”, y de la misma forma como cuando aprendí otro idioma, cambiaron mis actitudes cívicas cuando voy en bici, pero sobre todo cuando manejo mi auto.

Todo este cúmulo de conocimientos, información y experiencias vinieron a mi mente hace algunas semanas, cuando al ir manejando mi auto, en mi nueva forma aprendida “con el corazón”, frené para amablemente ceder el paso a un peatón que intentaba de cruzar la calle, cuál fue mi sorpresa que éste no solo NO aceptó mi “gesto de amabilidad”, se detuvo enojadísimo a gritarme y hacerme señas porque en mi intento de civilidad estaba estorbando a otro automóvil por dejarlo pasar a él. Seguramente todos tenemos historias parecidas a ésta, en las que el peatón dejó de ser primero a los ojos del mismo peatón. Y claro, es de esperarse cuando las ciudades están diseñadas para los automóviles no para las personas, y claro que en los automóviles viajan personas no aliens, y la lucha no es contra la industria automotriz, la crítica que se hace está orientada a que el automóvil “particular” fomenta una estructura mental “particular”, individualista y en muchos de los casos egoísta. Todos tenemos más de un conocido que se expresa con las siguientes frases: “Los ciclistas estorban”, “A los de las motos los atropellan por su culpa”, “¡Son de hule!”, ceden el paso a algún transeúnte, pero agregan: “pero, apúrale mamacita (o papacito en su caso)”.

Hay una palabra que no me gusta escuchar y se usa mucho en la actualidad no solo como concepto sino como “valor”, esta palabra es: “tolerancia”, la tolerancia no implica comprender a las personas, la tolerancia dice, “no te entiendo, no estoy de acuerdo, no me interesa, pero te aguanto”. La palabra “tolerancia” es responsable de muchos incidentes en la sociedad actual, porque como decíamos en un principio, tu lenguaje impacta en tu estructura mental y tus acciones. Siendo honestos, todos tenemos días malos, días que estamos “de pocas pulgas”, y en esos casos, no estamos para aguantar y es por eso que perdemos la “tolerancia”.

El valor debería ser “responsabilidad social” o “empatía”, estas palabras denotan comprensión y entendimiento, estas palabras impactan de forma positiva en nuestra mentalidad y comportamiento, estas palabras nos devolverán a los tiempos en que “el peatón es primero”.

*Miembro del colectivo Mujeres en bici Querétaro


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