Plaza de almas. DE POLíTICA Y COSAS PEORES / Catón
“¿Qué llevas ahí?” La pregunta del loco asustó al niño. Pudo apurar el paso y alejarse sin temor de ser seguido: el hombre estaba encerrado […]
“¿Qué llevas ahí?” La pregunta del loco asustó al niño. Pudo apurar el paso y alejarse sin temor de ser seguido: el hombre estaba encerrado en esa casa; lo único que hacía era asomarse al amplio ventanal de rejas a ver el paso de la gente, acostumbrada ya a mirarlo ahí y a rehuir sus intentos de entablar conversación. Estaba loco, lo sabían todos. Su hermano lo encerró, tras de la muerte de sus padres, en aquella enorme casa, la paterna. Puso en la puerta, por afuera, una enorme cadena y un candado.