Explíquese, Sr. Peña. Denise Dresser
La corrupción, la maldita corrupción. Como residuo tóxico desparramándose día tras día, nota tras nota, periodicazo tras periodicazo. Embarrando con frecuencia a Tomás Yarrington. Con […]
La corrupción, la maldita corrupción. Como residuo tóxico desparramándose día tras día, nota tras nota, periodicazo tras periodicazo. Embarrando con frecuencia a Tomás Yarrington. Con frecuencia a Javier Duarte. A veces a Humberto Moreira. En ocasiones a Enrique Peña Nieto. Nadie del PRI parece salvarse de lo que hoy es la principal causa de la insatisfacción política, la principal razón detrás del desasosiego nacional. Y ante ello, quien debería ser baluarte y ejemplo, adalid y artífice de la lucha contra la corrupción, guarda un ominoso silencio.