Sigue la destrucción del sistema democrático
El común de las y los mexicanos pasan inadvertida la destrucción del sistema democrático de México, que costó sangre, sudor y lágrimas. Quienes antes lucharon […]
El común de las y los mexicanos pasan inadvertida la destrucción del sistema democrático de México, que costó sangre, sudor y lágrimas.
Quienes antes lucharon por ese sistema -el actual-, ahora se esfuerzan en destruirlo para regresar a épocas que parecían superadas, tiempos en los que el Estado decidía todo; acumuló un poder inconmensurable.
La señora Luisa María Alcalde, entonces diputada federal del Partido del Trabajo, hoy dirigente de Morena, se desgarraba las vestiduras -las minifaldas- defendiendo las instituciones que hoy lapida su partido y sus legisladores, con el beneplácito de su presidente. Acremente criticaba al gobierno de enrique Peña Nieto; entonces defendía al INAI, hoy desaparecido; lo engulló el gobierno de Claudia Sheinbaum.
Otro de los traidores a la democracia, Ricardo Monreal, expriista, experredista y hoy morenista, también alegaba en la tribuna legislativa la apremiante necesidad de defender a las instituciones que hoy se regodea destruyendo. Antes oposición, hoy en la cúspide del poder que le disputa a Sheinbaum; ahora pone el ataúd, el martillo y los clavos para enterrar a las instituciones que nacieron para evitar los abusos del poder.
Los otrora demócratas convertidos en tiranos del sistema que les permitió llegar al poder.
No quieren contrapesos, siguen acumulando más poder, concentrando atribuciones que ejercieron los organismos autónomos, trasladándolos al gobierno.
La retórica del ahorro y acabar con la corrupción, dejaron de tener sustento en cada latrocinio que cometen los gobiernos morenistas. Aprovechan el “valemadrismo” del pueblo. Las falacias las refuerzan con aquello de que, el pueblo decidió ¿cuándo? ¿cómo? Ese pueblo ni enterado; no le interesa e ignora lo que hacen los políticos reciclados.
¿Que los votos les dan el poder de destruir a las instituciones? Falso de toda falsedad. Una cosa es quien gana en las urnas -aun con las trampas que hicieron los morenistas- y la otra, muy diferente, destruir las instituciones que nacieron para favorecer al desgastado pueblo, ese que todo pasa y al parecer nada le importa.
¿Por qué no han acabado con la violencia? ¡Esa la exigió el pueblo y la ofrecieron tanto AMLO como Sheinbaum! ¿Por qué no han acabado con ella? Lo mismo sucede con el sistema de salud, la creación de empleo, con la mejora de la educación. Eso poco le importa a quienes “gobiernan”. El pueblo ya se acostumbró a más de 80 homicidios diarios, a las mentiras de la mega farmacia o la mejora del sistema de salud, como el de Dinamarca ¿Qué pasó con los 43 normalistas asesinados? Tampoco han cumplido después de más de 10 años de asesinados ¿Por qué no resuelven esos problemas que ofrecieron acabar con ellos en campaña?
El gobierno que gobierna con falacias, mentiras a las que también ya no ve ni escucha el pueblo. Sobre todo, aquellos que ya se acostumbraron a recibir dinero mensual o bimestral sin el menor esfuerzo, esos aplauden las mentiras, las creen, se han formado una “verdad alternativa” diferente a la cotidianeidad de las cosas que están mal. Y defienden, sin razón, las mentiras.
Afirma el gobierno, por voz de la presidente, que se ahorrará como 5 mil millones de pesos que serán destinados al pago de más programas sociales ¿a cambio de negar información gubernamental o que no haya quien regule adecuadamente los abusos que cometen empresas prestadoras de telefonía, etcétera?
Que la destrucción del Poder Judicial federal y próximamente la de los 32 estados y la CDMX, es para democratizar la justicia y erradicar la corrupción, brindar una justicia del pueblo y para el pueblo: afirman los falaces. Mentira tras mentira.
Todo es para centralizar más el poder público. El barbaján de Monreal defendía el funcionamiento constitucional de la SCJN, siendo entonces oposición; ahora, en el ejercicio abusivo del poder, cambió el discurso y todo para ejercer la supremacía constitucional desde el Poder Legislativo, ya no por medio del Poder Judicial ¿Y el pueblo? O no le importa o se “traga” las mentiras y las disfruta a pesar de la indigestión que causa al sistema democrático del país.
Las legislaturas de los estados, la mayoría simple, avalando los destrozos constitucionales. Sin tomarse la molestia de leer y discutir las reformas, simplemente las aprueban.
El poder público se blinda en contra de los críticos o enemigos políticos. Refuerza la prisión preventiva para cualquier presunción delictiva, la cual servirá para someter tras las rejas a esos críticos del sistema. Violando tratados internacionales suscritos por el Estado Mexicano, en lugar de disminuir la prisión preventiva, la refuerzan. El totalitarismo y autoritarismo en plenitud, como en los tiempos aciagos del rancio priismo. Solo falta que arrecien las desapariciones, otro ilícito imparable. Antes, de todo se culpaba al gobierno; ahora, la culpa es de la delincuencia; más fácil de esconder los abusos del poder ¿Y el pueblo? Nada sabe de ello y si reciben dinero como apoyo de programas sociales, menos les importa. El problema será de otros, no de ellos.
No se avizora el fin de la destrucción del sistema democrático que hasta hoy conocimos. Están engolosinados aquellos que desean regresar a los negros tiempos de Díaz Ordaz o Luis Echeverría, o ¿tal vez de Calles? ¿Pensarán quedarse en el poder por muchos años?
Y todavía hay legisladores que pugnan porque México se salga del T-MEC y se alíe con China. Esos inútiles ignoran que China vende, no compra; China tiene casi mil 500 millones de población que reclama trabajo y venta de sus productos corrientes y baratos. En cambio, con los 2 socios de México en el T-MEC existe el intercambio comercial y de trabajo. Así de neófitos los morenistas ¿Y el pueblo? A ese poco o nada le importa, además de la enorme ignorancia que les cobija.
Héctor Parra Rodríguez