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Regalos ocultos

Por Gumaro Bracho - 02/07/2024

Las ideas expresadas en las columnas, así como en otros artículos de opinión, no necesariamente corresponden a la línea editorial de Códice Informativo, y solo son responsabilidad del autor.

El regalo de amor está oculto en la disposición de cada de las personas que están dispuestas ayudar a cambiar sus hábitos no solo alimenticios, si no de convivencia, incluso de conversación, lo cual es claramente incómodo, pero que aporta al bienestar de la persona a la que estás procurando

 Regalos ocultos

Hace algunos días atrás, tuve la oportunidad de ver un podcast con Chumel Torres, donde compartía la historia de un chavo, joven, en sus veintes que era alcohólico anónimo rehabilitado. La historia me conmovió realmente y parte de esa historia te la comparto a continuación.
Chumel conoció a un chef que tenía aproximadamente 24 años y le quiso invitar un mezcal, el chavo le comentó que no tomaba y eso se le hizo raro a Chumel, pues generalmente a esa edad las personas suelen tomar. El chef le compartió que desde los 17 años era alcohólico y sorprendido, Chumel le pidió que le contara su historia.

El chef le comentó que sus papas se habían divorciado y que su papá, una persona con mucho dinero, se la pasaba viajando y aunque desentendido de él, su forma de hacerse responsable con el adolescente era darle cien mil pesos mensuales o una cantidad bastante alta para un adolescente y no lo volvía a ver hasta después de tres meses.

Claramente el adolescente reconoce que se volvió loco y cayó en drogas, alcohol y otros excesos a muy corta edad, y que el conocer a su mentor, un chef que le enseño estructura, lo salvó. Chumel, ya en confianza le pregunta ¿te hubiera gustado que te regañaran? Al chavo se le empiezan a poner los ojitos llorosos y responde contando la siguiente anécdota.

Cuando yo me iba tres días con mis amigos y regresábamos, y a mis amigos los regañaban, yo me juntaba y me metía como al momento del regaño, para sentir que también me estaban regañando a mi y sentir que tenía un papá que me diera estructura. Me hubiera encantado que alguien me diera mis nalgadas, que me hubieran dicho que la estaba regando.

Muchos de nosotros tuvimos la fortuna de tener a papás que nos pusieran límites, nos dieran regaños, nalgadas, sermones e innumerables cátedras y consejos que en su momento no las vimos como otra cosa más que desdichas, opresiones y represalias sin sentido. Fueron necesarios algunos años para que la mayoría de nosotros pudiéramos voltear y ver los regalos ocultos que nos estaban dando.

El amor inteligente, ese que va envuelto de incomodidad, de retos para los jóvenes que lo reciben. Ese que en su momento se recibe de mala gana y a duras penas, en ocasiones con señales de desprecio y hasta con arrogancia, sin alcanzar a ver en ese momento el amor que recibimos de esas personas.

Ese amor es incómodo para la persona que lo da, pues requiere dedicarle tiempo, paciencia, tacto y muchas veces recibir signos de desagrado del joven o infante que lo recibe. Es duro que, a pesar de las señales de rechazo, esos adultos se mantengan firmes insistiendo en dar amor a través de esos regalos ocultos.

Algunas personas, que no desean incomodarse para dar estos regalos ocultos, toman decisiones en función de su comodidad y la de los menores. Que usen el celular o la tablet a corta edad, que vean tanta televisión como requieran siempre que los calme y distraiga, si no quiere comer saludable, que coma lo que desea, si no quiere saludar gente que no lo haga, o como el adolescente de la historia al inicio del artículo, mejor darle dinero y que se atienda solo a dedicarle el tiempo necesario.

Todo esto que comparto no es exclusivo de los padres hacia los hijos. Hace algunos años, un familiar recibió el diagnóstico de tener diabetes y tuve la oportunidad de platicar con sus hijos al poco tiempo de la noticia. Ellos tenían hábitos muy marcados de comer postre al terminar los alimentos, además del pan dulce con el café por las tardes y con más frecuencia de la que el cuerpo puede soportar, algunos de ellos traían a casa antojos de la calle que compartían con el resto de la familia.

De pronto nos encontramos en la cocina de la casa y uno de los hijos llegó con un pastel, yo me quedé sorprendido. Cómo es posible que sabiendo que uno de sus padres tenía diabetes y debía cuidarse más, hubiera omitido eso en su compra. Al platicar con varios de ellos, su razonamiento fue… pues que no coma (la persona que tiene diabetes). Sin duda eso me sorprendió aún más del hecho de que llevarán el pastel.

Su razonamiento era que ellos si podían seguir con sus hábitos alimenticios y que quien tendría que hacer un esfuerzo era la persona diabética, no ellos. Sin duda no pude quedarme callado y les compartí este concepto de amor inteligente, que aprendí de mi mamá. Les dije que amar a esa persona de forma inteligente, sería ayudarla a no tener tentaciones cerca, que la pudieran llevar al acto de comer cosas prohibidas por su enfermedad. Y que eso requeriría que ellos estuvieran dispuestos a incomodarse y no llevar a casa cualquier tentación que pudiera agravar la salud de su padre.

El regalo de amor, en este caso está oculto en la disposición de cada uno de ellos de cambiar sus hábitos no solo alimenticios, si no de convivencia, incluso de conversación, lo cual es claramente incómodo, pero que aporta al bienestar de la persona a la que estás procurando.
Yo tengo un amigo que tuvo problemas de alcohol y lo pudo dejar por completo. Cada que lo veo, a pesar de que el no lo pide, yo elimino u oculto cualquier bebida alcohólica que pudiera estar presente en el lugar, para facilitarle a él, la constante decisión de mantenerse sobrio. Es un regalo oculto.

Asumimos que recibir un regaño, un castigo, una llamada de atención o similar es incómodo, pero poco nos ponemos a pensar el grado de incomodidad que tuvo que asumir la persona que está dando ese regalo oculto. Regalos que en su mayoría están ocultos a la vista de nuestra inmadurez y que poderlos ver como esos regalos de amor inteligente, llevan años.

También comprendo que muchas personas no tuvieron una buena experiencia con padres, familiares o tutores muy duros, que en ocasiones pudieron haberse excedido en las formas, en las exigencias y que nos marcaron, en ocasiones no para bien, aunque ese haya sido su objetivo. Ante esto, mi mejor recomendación es date el regalo incómodo de perdonarlos, para poderte liberar del peso y la experiencia que llevas de esas relaciones.

Y a quienes tuvieron la dicha de tener padres, familiares o tutores que, en su imperfección hicieron el mejor esfuerzo entre dar amor y dar disciplina, te invito a darte cuenta de la cantidad innumerables de regalos que te dieron, de lo afortunado/a que eres y te invito a llamarlos y agradecerles que se tomaron el tiempo y el amor de hacer lo mejor que pudieron y que años después, puedes reconocer, entender, aceptar y agradecer todos esos regalos ocultos.

Gumaro Bracho

Es autor, conferencista y coach de negocios. Apasionado del crecimiento y desarrollo personal, trae a formato de columna "Incomodidad ahí te voy", un espació para profundizar en temas económicos y de emprendimiento.

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