Piratas holandeses #MEX #NED
Los mexicanos olvidamos que los holandeses son descendientes de piratas y lo pagamos con la eliminación en el Mundial. Cuando la casa de Orange vislumbró […]
Los mexicanos olvidamos que los holandeses son descendientes de piratas y lo pagamos con la eliminación en el Mundial. Cuando la casa de Orange vislumbró que el mar presentaba excelente oportunidades de expansión a través de la piratería para robar la plata que salía de México, nunca pensó que 400 años después, su táctica seguiría funcionando.
La primera víctima de la piratería holandesa fue la Armada Invencible española. Confiada, lanzó sus barcos al mar del Mundial de Brasil 2014 sin imaginar que serían cruelmente atracados y naufragarían.
Esta Holanda, como sus antecesores piratas, dejan que el rival viaje tranquilo, lo persiguen a lo lejos, y cuando más confiados se encuentran, en el segundo tiempo se lanzan al abordaje y hunden el barco enemigo. España empezó ganando tranquilamente, pero cuando se dieron cuenta, los holandeses ya habían abordado su barco. No, no fue un accidente de ultramar, fue la venganza diseñada por los holandeses para resarcir la derrota de la final del Mundial pasado.
Contra Australia, los holandeses casi olvidan que los socceros son descendientes de otros piratas: ingleses. Y aunque el juego comenzó como un crucero, los australianos se fueron al abordaje y sólo una bravía reacción, les hizo recuperar el triunfo. Contra Chile, aunque el trámite no fue sencillo, dos cañonazos hundieron las naves del país andino.
No tan lejos del Caribe que alguna vez señorearon los piratas holandeses, llegaba la selección mexicana a la ciudad de Fortaleza con más ilusión que futbol para tratar de frenar la piratería del país naranja.
Lo que también ignorábamos es que, precisamente, Fortaleza debe su nombre a una fortaleza que los holandeses edificaron en sus correrías marítimas a mediados del siglo XVII. El pasado pirata holandés los respaldaba.
Y arrancó el juego. Nervio del lado mexicano mientras que los de naranja se administraban. Por nuestro lado, marineros de agua dulce contra terribles piratas holandeses curtidos en grandes batallas europeas. Sólo Rafa Márquez era el único con los blasones para enfrentar a tales corsarios. Y se comportó a la altura. Transmitió confianza a sus compañeros que controlaron los nervios y empezaron a hacer lo que mejor hacen: marcar, asfixiar al rival, no permitirle jugar.
Pero ojo, eso también era parte de la táctica holandesa. Dejar que el rival se cansara para atacarlo, para que cuando los músculo estuvieran cansados y la deshidratación pesara, el talento individual se impusiera a la fuerza colectiva.
México parece dominar pero no tiene llegadas claras. Holanda está a la caza del balón para lanzarlo y que Van Persie anote. El ejemplo más claro fue cuando el Maza se equivoca en la salida, Holanda la roba y en un último esfuerzo, Rafa Márquez y Moreno frenan a Robben. Aunque el árbitro no marca penal, el daño es peor para los nuestros: perdemos al último hombre en defensa, al que frenaba los embates piratas. Moreno sale fracturado, los corsarios naranjas sonríen, el primer daño está hecho.
El segundo tiempo arranca muy parecido al primer tiempo. Una genialidad de Giovanni Dos Santos, quien está llamado a ser el hombre del talento en este equipo pero que necesita tener más continuidad en Europa, marca el tanto que pone a México adelante. El defensa Blind queda ciego ante el rayo que sale de los botines de Gio. México se pone adelante.
Pero algo le pasa a México en instancias de eliminación directa. Desde que Moctezuma se espantó al ver a los españoles y permitió que Cortés entrara por las bandas y por el centro a Tenochtitlan, México no ha sabido tener el control del partido. Huitzilopochtli nunca fue canchero ni Quetzálcoatl aprendió a esconder el balón.
El Piojo Herrera, tan osado en los juegos contra Brasil y Croacia, ahora decide cambiar de táctica. Evidentemente, el Piojo nunca ha navegado por los mares piratas europeos y la zozobra se asoma a la nave tenochca. México en lugar de lanzarse al abordaje, decide esperar a los holandeses. En vez de aguantar a Giovanni como cañonero al frente, Miguel Herrera decide sacarlo, hace un extraño cambio y mete a Aquino quien pasa inadvertido.
Holanda, sin preocuparse del ataque mexicano, va al frente, pero aun no puede romper las filas aztecas quien pese a la baja de Moreno, siguen soportando los embates de los piratas. Pero Márquez no puede aguantar todo el ataque. Layún se pierde en la banda, no ofende y empieza a ser rebasado. Los mástiles aztecas comienzan a ceder. Los cañones holandeses empiezan a dañar poco a poco la ilusionada barca mexicana.
Incluso, la afición mexicana pasa del bullicio a la expectación. Miguel Herrera intenta recomponer y manda a su cañonero de lujo al ataque: Chicharito. Pero Herrera le quita a su socio al frente que es Oribe Peralta. Javier Hernández es un llanero solitario perdido en alta mar que tiene que enfrentar a los piratas holandeses.
El primer aviso holandés llega cuando rematan en el área chica y Memo Ochoa tiene que atajar con el cachete el inminente gol. En la pausa de la hidratación (invento de México para el mundo), Van Gaal, reacomoda a su equipo y les da la orden: es el momento del abordaje final.
Y los holandeses van con todo. Un tiro de esquina que es retrasado, cae a los pies de Sneijder quien saca un cañonazo que se incrusta en el fondo de las redes. El barco mexicano empieza a hacer agua.
Destanteada, la defensa mexicana espera que el árbitro marque el final del tiempo reglamentario para replantear el partido en tiempos extras. Pero los piratas no iban a permitir que se les escapara la presa cuando ya la tenían arrinconada. Robben toma el balón, entra como un demonio por el área, nadie lo alcanza a detener. Rafa Márquez como último hombre le hace frente y Robben como el corsario de la pata de palo, se cae espectacularmente para engañar al silbante quien no duda y marca penal que es convertido por Huntelaar. Se acabó muchachos, hasta aquí llegamos.
Las alas pegadas con cera del Ícaro mexicano no resistieron el sol brasileño ni los ataques holandeses. Una vez más, México se hundió en el mar tras intentar huir del laberinto del cuarto partido.
¡Qué triste agonía!, canta José Alfredo Jiménez. Ahora se perdió porque el equipo mexicano traicionó su espíritu de preocupar al rival, de ofender, de encarar. Con el gol, decidió defender y apostarle a guardar el marcador. Pero nuestros jugadores no están curtidos, les falta ese oficio. No nos engañemos, nuestra selección no ha crecido. Sigue estancado en la misma etapa desde hace 20 años. Somos un equipo de octavos de final que lucha pero le falta dar ese pequeño paso hacia la grandeza.
Sin duda, en la cosmogonía azteca el cuarto infierno era el del gol en contra en el último minuto.