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Las rutas del geólogo queretano: El ópalo de fuego de Tequisquiapan

Por Dr. Pierre Lacan - 05/08/2024

Las ideas expresadas en las columnas, así como en otros artículos de opinión, no necesariamente corresponden a la línea editorial de Códice Informativo, y solo son responsabilidad del autor.

El ópalo de fuego, exclusivo de los yacimientos del estado de Querétaro, es reconocido mundialmente por sus colores y brillo únicos. Su formación se debe a la circulación de fluidos calientes en las lavas de antiguos volcanes

 Las rutas del geólogo queretano: El ópalo de fuego de Tequisquiapan

En esta nueva columna, les propongo un viaje al fascinante mundo de las piedras ornamentales y, como ya es costumbre, los invito a salir a explorar el próximo fin de semana. El ópalo ha sido explotado desde la antigüedad en todo el mundo. Los griegos y romanos, así como las civilizaciones mesoamericanas, lo consideraban una piedra preciosa con propiedades místicas. Dependiendo del contexto de su formación y de los elementos químicos presentes, el ópalo puede tener una infinidad de colores y brillos. Aquí nos centraremos en el ópalo de fuego, exclusivo de los yacimientos de Querétaro y reconocido por su calidad en todo el mundo.

Característico de diversos yacimientos del estado de Querétaro, el ópalo de fuego varía de rojo a amarillo y se distingue por su transparencia y cortes únicos. A diferencia de la mayoría de los ópalos, que son opacos y sin facetas, los ópalos de fuego son transparentes o translúcidos y generalmente facetados. Esta piedra semipreciosa, con colores otoñales, recibe nombres comerciales según su color: “ópalo del sol” para los amarillos claros y “ópalo cereza” para los rojos.

Como todas las opalinas, los ópalos de fuego son mineraloides, lo que significa que se parecen a los minerales, pero no tienen una estructura cristalina ni una composición uniforme. Todos los ópalos son sílice hidratada, aunque su contenido de agua varía. Los ópalos de fuego suelen tener un contenido de agua de 3 % a 10 % y los rastros de hierro crean los colores rojizos distintivos.

La explotación del ópalo de fuego en Querétaro se remonta al menos a los siglos XIII y XVI, cuando se utilizaba para la elaboración de artículos ornamentales y ceremoniales de los pueblos aztecas. Con la colonización, los yacimientos fueron olvidados hasta ser redescubiertos en la segunda mitad del siglo XVIII. La producción aumentó durante el siglo XIX y alcanzó su apogeo en el siglo XX, cuando la demanda de países europeos y Japón impulsó la actividad extractiva, especialmente en la década de los 60.

Todos los ópalos están formados por fluidos hechos de silicio y agua que circulan en las grietas de la corteza terrestre y cristalizan en los huecos de las rocas. Si la gran mayoría de los ópalos se cristalizan a temperaturas bastante bajas, los ópalos de fuego se forman por circulación de fluidos calientes. Este calor proviene del magma de los volcanes antiguos que puntúan el paisaje del centro de México.

El proceso comienza cuando el agua de lluvia se infiltra en lavas que contienen sílice. El agua recoge el sílice y restos de óxido de hierro, que luego se depositan en las fisuras abiertas o en las burbujas de la lava.

La mayor parte del agua se evapora, dejando pequeñas esferas de silicio hidratado que se fusionan y solidifican formando el ópalo de fuego. Las esferas de tamaño y distribución uniforme crean los ópalos de fuego más transparentes y preciosos, mientras que las esferas no uniformes crean ópalos de fuego más opacos y comunes.

En Tequisquiapan, el ópalo se encuentra en riolita, una roca rojiza resultado del enfriamiento de flujos de lava. Durante su formación y enfriamiento, las burbujas contenidas en el magma se convirtieron en cavidades que luego fueron rellenadas por fluidos ricos en sílice y óxidos. El ópalo suele llenar completamente estas cavidades, aunque a veces se encuentran como nódulos sueltos, generalmente de mayor calidad.

Actualmente, la explotación de las minas es reducida y se realiza a pequeña escala, mientras la actividad turística está en auge. Les invito a visitar las minas con familiares o amigos. Desde el pueblo de La Trinidad, localizado entre Tequisquiapan y San Juan del Río, diferentes empresas ofrecen tours para explorar las minas. Una de las más famosas es la mina de ópalo El Redentor, que ofrece una experiencia inmersiva.

Desde el pueblo, se asciende en vehículos todoterreno hasta las minas, situadas en las laderas del edificio volcánico La Trinidad, un domo riolítico formado hace aproximadamente ocho millones de años. Tras un recorrido de 10 a 15 minutos por un camino de terracería, se llega a la mina, excavada en la lava riolítica enfriada del antiguo volcán. Allí, los guías explican la historia y la vida en la mina, así como la historia de la explotación del ópalo y otras piedras preciosas y semipreciosas.

Al final de la visita, tendrán la oportunidad de ponerse en la piel de los mineros, rompiendo la riolita con grandes golpes de martillo para intentar encontrar el precioso mineral. Una experiencia inolvidable para el niño curioso y soñador que se esconde siempre en todos nosotros.

Dr. Pierre Lacan
Investigador del Instituto de Geociencias de la UNAM, campus Juriquilla

Dr. Pierre Lacan

Pierre Lacan es investigador titular del Instituto de Geociencias de la Universidad Nacional Autónoma de México, desde el 2018. Realizó sus estudios de doctorado en Geología con especialidad en tectónica en las Universidades de Montpellier, Toulouse y Pau (Francia). Después de diferentes estancias posdoctorales en Francia y en México, donde es parte del Sistema Nacional de Investigación con el nivel II. Su especialidad es la identificación y caracterización de fallas activas mediante estudios de Geomorfología, Neotectónica y Paleosismología con el objetivo de caracterizar el peligro sísmico.


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