La pareja: ¿Qué puedo esperar de una terapia de pareja?

Iniciar un proceso terapéutico de pareja puede ser para muchos una decisión difícil de tomar. Requiere, en primera instancia, de humildad para reconocer que algo no está funcionando, además de fortaleza y responsabilidad suficiente para aceptar que necesitamos apoyo. Es un gran paso en el que alguno de los miembros de la pareja o ambos reconocen que la relación presenta dificultades en cualquiera de sus etapas, conflictos constantes, falta de vinculación o indiferencia y lejanía.

En muchos momentos la decisión de acudir a terapia se toma cuando la relación está en crisis y la pareja no está encontrando la forma de manejarla, llegando a terapia con mucha frustración, ira, confusión y profundo dolor.

Es importante recordar que cada una de las 5 etapas que desarrollamos anteriormente de la relación conllevan en sí una crisis, un replanteamiento de la vida de la pareja que los hará o bien crecer o los dirigirá al punto de fractura.

Pero ¿qué puedo esperar al acudir a una terapia de pareja?

La terapia de pareja ha tenido múltiples cambios a lo largo del tiempo. Actualmente, el proceso terapéutico de pareja tiene una perspectiva completamente relacional. Esto significa que la mirada del terapeuta se centrará en esa tercera persona que crea la pareja al vincularse: la relación.

El terapeuta tendrá como prioridad conocer y nombrar las fortalezas y obstáculos que dificultan o favorecen el desarrollo y crecimiento del vínculo amoroso y nombrarlos para facilitar el darse cuenta de la pareja.

A mí, personalmente, me gusta tomar un momento en la primera sesión para escuchar expectativas de mis pacientes y explicar que mi mirada estará dirigida a la relación; que en muchas ocasiones nombraré actitudes y situaciones que favorecen a la relación y que quizás conlleven la renuncia de una parte de su individualidad.

El espacio terapéutico entonces busca ofrecer a la pareja un espacio neutro y apoyado, para nombrar las situaciones que no están pudiendo manejar, por simples o complejas que estas sean: desde obstáculos en la comunicación, horarios y ritmos, hasta situaciones mucho más complejas como infidelidades, deslealtades familiares, invasión en los límites, etcétera.

El terapeuta pondrá al centro la importancia de la relación frente a lo demás. Buscando con esto evitar que la creación de la familia (convertirnos en madre o padre) desaparezca a la pareja y, a la vez, que la pareja no desaparezca a las personas que la conforman.

Los terapeutas no somos ni policías contra el divorcio ni facilitadores de él. Partimos de la idea de que si se presentan a un proceso de terapia de pareja tienen la intensión de crecer, cualquiera que sea el resultado; o bien, mantenerse juntos para crecer o separarse para continuar su crecimiento y en muchas ocasiones para encontrar esta respuesta se requiere tomar conciencia, con el apoyo terapéutico, del estar actual de la pareja. La terapia será entonces un lugar que apoye el proceso amoroso o el proceso de separación.

Me gustaría cerrar con una reflexión para las parejas ¿Podemos hacerlo mejor? ¿Podremos tener el valor de mantener conversaciones difíciles e incómodas antes de estar en medio de una crisis? ¿O será hasta la crisis de la relación el momento de mirarnos?

Pamela Andrade Aguilar
Psicoterapeuta Gestalt
Especialista en Terapia individual y de Pareja
Instagram: pamela_andradeaguilar
Correo: once.pame@gmail.com