Embarazada y en bici
Por Inés Alveano* Andar en bici, eso se recomienda a las mujeres durante el embarazo en Dinamarca. El límite es “hasta que se sienta incómodo”, […]
Por Inés Alveano*
Andar en bici, eso se recomienda a las mujeres durante el embarazo en Dinamarca. El límite es “hasta que se sienta incómodo”, es decir, hasta que la mujer embarazada lo sienta así. De hecho, irónicamente, en los países tan desarrollados como este frío lugar nórdico, no son los ginecólogos los que acompañan a la mujer durante ese periodo, ni en el parto. Las responsables ideales son las que en México llamamos parteras -y que la mayoría de las veces, despreciamos-.
La primera vez que estuve embarazada, mi doctora me insistió en que era peligroso que continuara andando en bici. Según sus ideas, el peso de mi barriga me haría perder el equilibrio -y me da un poco de pena admitir que su aparente lógica me convenció-. Luego del alumbramiento entré “en razón” y observé que el aumento de peso no hubiera sido problema, dado que es paulatino, y yo me habría acostumbrado a él usando –como ya lo hago- a diario la bici. Mi punto de comparación es esa tanta gente con sobrepeso u obesidad, que se mueven como ágiles gacelas al estar sobre una bicicleta.
Otras doctoras amigas mías piensan -todavía- que el traqueteo de las calles disparejas podría promover el desprendimiento de placenta -que se “salga el chamaco”, pues-. Y es verdad que México dista mucho de tener las condiciones para los ciclistas urbanos de las que gozan los daneses: nuestras calles están llenas de baches y coladeras. Pero no hay más que remitirse a las anécdotas de personas que en su intención de “deshacerse del producto” se avientan de panza o pegan de brincos mil veces, para notar que es falso que un embarazo con evolución normal se ponga en riesgo con los tratos “bruscos”.
Otra preocupación de los médicos mexicanos que he conocido y también de diversa gente que me rodea, es que la falta de cultura en cuanto a respeto al ciclista ponga en riesgo mi integridad, y por ende, la vida de mi crío. No sé cuántas de las ciclistas urbanas secundarán esto, pero creo que gozamos de una ventaja sobre los hombres: por la razón que sea -quizás por “vernos el trasero”-, en varias ocasiones nos ceden el paso, nos avientan menos la carrocería -con excepción de las señoras en camioneta y/o con prisa por llegar a la escuela de sus hijos, y de los misóginos- y en términos generales, nos “cuidan más”.
Ahora, tengo presente que los prejuicios de la población general acerca del uso de la bicicleta, afectan indirectamente la postura “académico-científica” de los médicos. Para sus recomendaciones con las embarazadas, no se basan en la evidencia clara y contundente: el ejercicio -de bajo impacto- durante este periodo es altamente recomendable. Mantiene saludable a la madre y, con ella, al bebé en desarrollo.
Ojo, aquí la recomendación es que “sigas” usando la bicicleta, y no que comiences a usarla… Es muy diferente. Antes de usarla al estar embarazada, ya debes tener la habilidad, la costumbre y los sentidos agudizados, solo por precaución en este “ambiente hostil”.
P.D. Toda la bibliografía comercial en español (España, Chile, Argentina, etc.) que leí en Google, presenta el mismo prejuicio sobre la pérdida del equilibrio -por el aumento de peso- y las consecuentes caídas al usar la bicicleta.
*Miembro del colectivo Mujeres en Bici.