El alcalde de Querétaro Marcos Aguilar, de opaco a gris
Con los guantes de la pasada contienda electoral todavía e inexplicablemente puestos, el alcalde de Querétaro Marcos Aguilar Vega, que llegó al cargo precedido por […]
Con los guantes de la pasada contienda electoral todavía e inexplicablemente puestos, el alcalde de Querétaro Marcos Aguilar Vega, que llegó al cargo precedido por un prestigio intelectual ganado a pulso, ha pasado a vivir en unos cuantos días la megalomanía del poder y, en el usufructo de la responsabilidad conferida, transformarse no en el servidor del pueblo, sino caer –más pronto que tarde – en la tentación de ejercerlo en forma solitaria, personal, sin tomar en cuenta no solo a los organismos de la ciudad, sino ni siquiera a sus regidores, que son tan gobierno como él mismo.
Los últimos quince días de este gobierno, son el peor inicio de alcalde queretano alguno que se recuerde.
Hecho a la “barandilla”, como abogado que es, pero ahora como Presidente Municipal no hay pleito que desaire.
Sin embargo, de todos los “pecadillos” que pudiera haber cometido – dice él que en defensa de los queretanos – el de ejercer la presidencia municipal en solitario, lo ha llevado a no “recibir ni a escuchar” a los regidores – según denuncia pública de los priistas – ni tan siquiera en acciones del gobierno que exigen transparencia, como la licitud del contrato de arrendamiento del helicóptero, sino en la decisión de elevar impuestos, de crear otros nuevos, que debe ser colegiada.
Y de errores simples de praxis política del poder público municipal, muchos de estos se han convertido en posibles trasgresiones a la propia Ley Orgánica Municipal.
Y esto sí es jugar con fuego.
Y es que la mentirilla o error de cálculo matemático aceptada por el propio alcalde en el arrendamiento del helicóptero – de cuya renta nunca se enteraron los regidores sino hasta después de su presentación a los medios – que de 40 millones de pesos posibles anuales, los bajó inmediatamente a la más mínima expresión de renta- mes, pero sin desdecir la tarifa de uso por hora que es de 27 mil 500 pesos.
De la licitación de este contrato de arrendamiento, nunca se habló. Ni se sabe hasta la fecha.
Todavía con el zumbido de las aspas del helicóptero en servicio, el alcalde decide – también en solitario – elevar dos impuestos que resultan vitales sí para las finanzas del municipio, pero lo son antes en una afectación directa a la raquítica economía de muchos sectores de la población queretana. Se trata de un aumento directo al predial que de la actualización de las tablas catastrales de valores, habrán de afectar no solo a lo comercial, sino que también pegará a los particulares propietarios de algún inmueble. Además, la aprobación o no aprobación deberá transitar por el Congreso del Estado y serán estos los que fijen y decidan si procede a no esta revisión a los valores catastrales. Ya se ha dispensado en años anteriores.
Y también en esto salieron los regidores priistas – y la propia dirigencia de ese partido – a denunciar los excesos del alcalde.
Y le sembraron de inmediato, varias mesas recolectoras de firmas de los queretanos que decidan ampararse contra estos aumentos.
Pero en la misma semana, el alcalde abre otro frente.
Es otro de los nuevos impuestos con los que piensa grabar a otro importante sector en el municipio: el hotelero.
En su atropellada exposición de ese aumento que de un 2.5 por ciento como propuesta original, quedó en solo el 1 por ciento. Sin embargo, en la exposición de este asunto – que tampoco es menor – se expresó en forma ofensiva para la persona del Presidente de la Asociación Queretana de Hoteleros, diciéndole “empleado de hotel” que si bien pudiera ser cierta su expresión, constituye una degradación del cargo conferido por todos los hoteleros, sean propietarios, gerentes o representantes legales de este servicio. Y sea lo que sea, es la decisión de este sector, le guste o no al alcalde. Y es el presidente – su representante pues – de esta respetable Asociación. Les digo.
Y en esta dislalia cerebral se puede perder Marcos Aguilar, cuando por la clara victoria alcanzada en la urna, pretenda ejercer el cargo conferido, manchándolo y mezclándolo con una particular ambición personal del ejercicio del poder, alejada de la escucha de regidores, de representantes de sectores y convertirla en una enfermedad que podría terminar por no oír al pueblo todo que lo eligió y que hoy gobierna.
Síntomas ya tiene.
Y muy graves.
Andrés González
Periodista de toda la vida, egresado de la escuela Carlos Septién García, catedrático en la Universidad de Guanajuato, analista político en radio y prensa escrita, además de Premio Estatal de Periodismo en el 2000.